Patrimonio trágico en Aragón: “Las trincheras olían a orín y a descomposición y eso forma parte de la historia de una guerra”

La Universidad de Zaragoza ha organizado una jornada didáctica de los lugares de memoria para hablar sobre los retos en torno al turismo del patrimonio relacionado con la violencia y el conflicto.

Un grupo de informadores turísticos visitan las trincheras de la Guerra Civil de la Comarca de Los Monegros.
Un grupo de informadores turísticos visitan las trincheras de la Guerra Civil de la Comarca de Los Monegros.
Turismo Comarca Los Monegros

Transmitir los hechos históricos de un pasado trágico no es fácil. De eso Aragón sabe mucho puesto que nuestra comunidad alberga un gran número de espacios relacionados con nuestro pasado más conflictivo. Gran parte de ese patrimonio está relacionado con la Guerra Civil como son el Pueblo Viejo de Belchite o las trincheras que pueden visitarse en la Comarca de Los Monegros.

Abordar la divulgación de un pasado difícil de explicar es uno de los retos a los que se enfrentan los guías locales y las áreas de turismo municipal o comarcal que gestionan estos espacios. Para ayudarles en su tarea, el Instituto de Patrimonio y Humanidades de la Universidad de Zaragoza impartió hace unos días la jornada “Didáctica de los lugares de memoria” con el objetivo de abordar las peculiaridades de este tipo de recorridos relacionados con el conflicto y la violencia.

“Se trata de un patrimonio incómodo porque representa un pasado traumático y estos elementos son testimonio de ese pasado, por lo que hay que ponerlo en valor en relación a la construcción de una memoria democrática”, dice Diego Gaspar, profesor de Historia de la Universidad de Zaragoza. Y es que “la sociedad está demandando un turismo histórico que tiene que ver mucho con los lugares de memoria y son sitios muy visitados y demandados”, afirma.

“Para que los visitantes puedan acercarse a conocer estos lugares ha habido antes un largo proceso de trabajo en el que los guías y los servicios de turismo de las distintas localidades y comarcas han elaborado un discurso que se ha tratado con sumo cuidado y con rigor científico, de la mano de historiadores que han investigado en profundidad los hechos históricos”, explica Gaspar. 

El objetivo es “trasladar a la población lo que pasó combinando todo lo que se ha escrito sobre ellos y dando su espacio a las diferentes memorias de la población que lo vivió. La forma en la que abordamos esos patrimonios contribuye a la defensa de la lucha por la democracia”, añade. “Debemos despertar la conciencia histórica que lleva consigo la aceptación de nuestro pasado aunque sea difícil de recordar porque no es posible entender estos espacios sin reflexionar sobre las memorias que entran en conflicto en ellos”, continua el profesor.

"No es posible entender estos espacios sin reflexionar sobre las memorias que entran en conflicto en ellos"

Es un patrimonio que es necesario conservar a pesar de que sea incómodo porque nos permite reflexionar sobre muchas cosas”, asevera Gaspar. Y pone de ejemplo el Pueblo Viejo de Belchite. “Se trata de un lugar muy interesante que está declarado Bien de Interés Cultural desde 2002 y en las visitas guiadas que se realizan se habla de lo que pasó durante la Guerra Civil en este municipio, pero se da cabida a los dos relatos y se intenta integrar ambas memorias para reflexionar sobre las consecuencias que tuvo la guerra”, argumenta. 

“No se hace para suscitar un enfrentamiento sino para que ese conflicto sea parte de la historia pasada y un elemento que obligue a dialogar en el momento presente, para tomar decisiones que nos lleven a avanzar en el crecimiento personal, el conocimiento colectivo y no repetir los hechos trágicos del pasado”, destaca el historiador.

Una experiencia sensorial

Este patrimonio da las claves para comprender, no solo los hechos históricos, sino el día a día de una sociedad en guerra. En la ruta Orwell, en los Monegros, “se invita a reflexionar sobre la vida que tenía la gente que vivía allí. Imaginar el frío que pasaban los soldados en las trincheras sin poder hacer fuego, sin nada con lo que calentarse, sin ninguna comodidad; pensar en cómo olía, a orín y descomposición; los hombres no se podían lavar y las medidas de higiene y salubridad eran mínimas”, describe Gaspar.

Un grupo de informadores turísticos visitan las trincheras de la Guerra Civil de la Comarca de Los Monegros.
Un grupo de informadores turísticos visitan las trincheras de la Guerra Civil de la Comarca de Los Monegros.
Turismo Comarca Los Monegros

En Los Monegros llevan más de una década haciendo visitas guiadas de las trincheras de la Guerra Civil. “Fuimos la primera comarca en apostar por este tipo de turismo que cada vez genera más visitantes. Es nuestro principal reclamo turístico”, confiesa Natalia Arazo, directora del área de Turismo de Comarca de Monegros. “Contamos lo que pasó en el frente del Ebro a través de la visita guiada a dos de las trincheras, una republicana y otra nacional franquista, para integrar el relato de ambos bandos. En ellas se puede apreciar cómo era esa línea del frente pero también ver cómo vivían los soldados, dónde dormían, cómo se aseaban y dónde cocinaban”, enumera Arazo. “Queremos que los visitantes puedan ponerse en la piel de esos soldados que pasaban frío los días de invierno con la niebla o calor a 40 grados en verano”, insiste.

"Queremos que los visitantes se pongan en la piel de los soldados que pasaban frío con la niebla en invierno"

El arte como fuente de información

Con esto, se intenta implicar al visitante y explicarle que la historia de cualquier conflicto armado es también la historia de la gente que operaba allí y de cómo era su día a día. No solo de los soldados, también el “cómo se adaptaba la población de las localidades próximas, cómo atendían a los heridos, cómo lidiaban con la presencia de las tropas y sus dificultades para abastecerlas”, matiza, por su parte, Inés Escudero, investigadora Instituto Patrimonio y Humanidades Universidad de Zaragoza. 

“Las fotografías que conservamos contienen información relacionada con el atuendo de los retratados, sean militares o civiles, información de cómo estaban construidas las trincheras, cómo era la línea de frente, cómo descansaban los soldados y cómo estaban en sus momentos de esparcimiento. Son fuentes primarias de información que nos ayudan a reconstruir la en el frente”, describe Escudero.

Lidiar con este patrimonio incómodo

Pero siempre surgen nuevos retos, como el de qué hacer con esas manifestaciones artísticas o monumentos que resultan incómodos. “No hay una respuesta clara y en cada caso se han aplicado diversas soluciones a lo largo de los años. Lo que sí que es seguro es que tenemos que valorarlas como manifestaciones de su tiempo”, señala Escudero.” 

Algunos son muy importantes desde el punto de vista artístico, pero deberíamos despojarlas de su significado original. Por ejemplo en el caso de los búnkeres nazis, se han reconstruido en museos o centros culturales, se les ha despojado de su significado y se les ha dotado de otro contenido. Es decir. Se puede contar lo que pasaba allí pero reutilizar el espacio con otro sentido”, propone la investigadora.

"Desde el punto de vista de espacios de memoria, el valor de este patrimonio es incalculable"

Y es que no hay que olvidar que este patrimonio supone un motor económico para los municipios que lo gestionan desde el ámbito local. “Es una forma de vertebrar el territorio y una manera de conservar lugares que quizás por su interés artístico no hubieran sido incluidos como lugares de interés cultural, pero que desde el punto de vista de espacios de memoria tienen un valor incalculable”, concluye Diego Gaspar.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión