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Trastornos de la conducta alimentaria en niños y adolescentes en Aragón: "Hay que estar atentos ante la mínima sospecha"

Aragón registra de media unos 100 casos nuevos cada año de bulimia, anorexia o atracones, sobre todo, en menores de 18 años.

La presidenta de Arbada, a la derecha, junto a los profesionales sanitarios, antes de iniciar el acto.
La presidenta de Arbada, a la derecha, junto a los profesionales sanitarios, antes de iniciar el acto.
Oliver Duch

Bulimia, anorexia o atracones. Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en niños y adolescentes preocupan, y mucho, a las familias y a los profesionales, que alertan de la importancia de detectar a tiempo las señales para conseguir un mejor pronóstico. Aragón registra de media cien casos al año en menores de 18 años. De ahí la importancia de la prevención y del diagnóstico temprano para reducir el impacto de la enfermedad.

Conscientes de la alarma social que generan y con el objetivo de ofrecer información clara y resolver dudas, la Asociación aragonesa de familiares de enfermos con un trastorno de la conducta alimentaria (Arbada) organizó este martes una mesa redonda con profesionales de la Unidad de TCA, que centraliza la atención para la población infanto-juvenil en el Hospital Clínico y en el Centro de Especialidades Inocencio Jiménez para todo Aragón. Edurne Larrarte, que preside Arbada desde hace 16 años, reconoce que este tipo de trastornos “va a más”. Los casos se dispararon durante la pandemia. De hecho, en 2021 se atendió a 140 pacientes. “Es importantísimo -explica- que en el momento en el que la familia detecta algún síntoma actúe”. Anima a quien pueda estar pasando por esta situación a contactar con su médico de Familia, que le derivará al especialista, o a requerir la ayuda de la asociación: “Que la familia se implique en el tratamiento es parte primordial y necesaria para un buen pronóstico. Hay que estar atentos y actuar de forma rápida”. Para Larrarte, “hay que prestar también atención a las redes sociales, porque hay páginas negativas que pueden hacer mucho daño a los menores”.

En primera persona

Entre las 220 familias que agrupa Arbada en todo Aragón está la de Luis, un zaragozano que prefiere preservar su identidad. Hoy, según cuenta, su hija trabaja y está independizada, y ha superado ya completamente el trastorno de conducta alimentaria al que se enfrentó con 16 años. “Cuando pasó, estábamos totalmente perdidos, no sabíamos qué hacer. El apoyo de Arbada nos guio en este proceso y fue el comienzo de su curación”, explica.

Su hija enfermó en 2014, entonces cursaba primero de bachillerato. “Comenzamos a observar que estaba adelgazando, la notábamos más callada, más apagada… pero pensamos que eran cosas de la edad”. Sin embargo, la pérdida de peso fue a más y eso encendió las señales de alarma. El proceso fue duro, sobre todo al principio, relata. Y se prolongó durante siete años. “En 2021 recibió el alta y ahora es una persona completamente distinta a como era cuando enfermó. La recuperación es lenta, pero cuando empiezas a ver que va mejor de forma mantenida y progresiva en el tiempo estás mucho más tranquilo”.

El doctor Pedro Manuel Ruiz Lázaro, jefe de Psiquiatría del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, moderó este martes la mesa redonda organizada por Arbada, en la que participaron dos profesionales de la Unidad de Trastorno de la Conducta Alimentaria (UTCA) en el Inocencio Jiménez, la doctora Ana Isabel Calvo Sarnago, psiquiatra, y la psicóloga clínica, Belén Barajas. Para Ruiz Lázaro, la unidad funciona de forma oficial desde 2000. Para niños y adolescentes se centraliza en el Clínico y para adultos, en Nuestra Señora de Gracia (Provincial). Tal y como señala, los recursos “son justos” para atender la demanda, y, según dice, habría que reforzar la plantilla con un trabajador social y un psicólogo. Reconoce la importancia de una rápida actuación cuando se detectan estos casos: “Si no se atiende desde el principio el tema nutricional y empezamos con la rehabilitación tanto psicológica como alimentaria hay más probabilidad de que los casos se compliquen y se puedan cronificar. Mejora mucho el pronóstico si empezamos pronto el tratamiento intensivo”. Y la forma de conseguir que mejoren es con el seguimiento de un “equipo interdisciplinar”. “Hablamos, dice, de entre dos y cinco años de evolución. Entre el 15% y el 20% necesita un tratamiento más intensivo, bien sea en hospital de día, que no tenemos, o con una hospitalización total”.

Entre los datos que maneja la unidad, y tomando como referencia los casos atendidos entre 2019 y 2021, el diagnóstico mayoritario fue el de la anorexia nerviosa restrictiva (45,2%), duplicando al trastorno de la conducta alimentaria no especificado como segundo diagnóstico más frecuente (22,3%); seguido por la bulimia nerviosa (14,9%). Los trastornos de conducta alimentaria afectan más a mujeres, en una proporción de 9 a 1, aproximadamente, respecto a hombres. “La detección temprana es fundamental en muchas patologías, no solo de salud mental, pero desde luego en TCA si abordamos el problema cuando todavía no se han establecido de forma permanente los síntomas el pronóstico es muchísimo mejor. Siempre es mejor hacer prevención que tratamiento".

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