Salvado por la campana
Sería emocionante, quizá hasta divertido, si no estuvieran en juego ayudas anticrisis para familias con problemas para llegar a fin de mes y sueldos ajustados, que nada tienen que ver con los 3.126,89 euros al mes que percibe un diputado raso. La debilidad máxima del Gobierno quedó patente ayer, cuando la convalidación de tres reales decretos se seguía cada hora en punto transistor en mano, esperando conocer el minuto y resultado. Es triste comprobar cómo un día sí, otro también, el futuro del país lo dibuja Carles Puigdemont concesión tras concesión, al resguardo en el país al que escapó para no ser juzgado. Todo vale para contentar a insaciables socios, hasta rozar la ilegalidad para convencer a las empresas que huyeron de Cataluña en busca de seguridad jurídica de que regresen.
Si Puigdemont pidiera la luna, Sánchez exigiría a sus ministros que centraran sus esfuerzos en alcanzarla. La suerte sonríe al ‘expresident’ fugado más, incluso, que al líder socialista que logró in extremis esquivar una sonora derrota, de las que hacen mucho daño.
Rehenes de la clase política, de la izquierda, la derecha y los independentistas, la rebaja del IVA del aceite al 0% es la única alegría que se lleva el ciudadano, el que vota cada cuatro años, de otro bochornoso espectáculo. El Gobierno sigue atenazado y la oposición, con la que nunca negocia, no tiene ninguna intención de apoyarlo.
Salvado por la campana, Sánchez dormirá inquieto en Moncloa, consciente de que, como vaticinó hace años, son los cinco de Podemos quienes tienen al Gobierno en sus manos.