Subdirectora de Desarrollo Digital

Cambio de escenario

Decoración navideña.
Decoración navideña.
Pixabay

El decorado devora la fiesta. Echando un vistazo a estas Navidades que hoy concluyen, resulta que hay más luces que motivos para celebrar, y que lo que antaño era una certeza ahora nos genera desconfianza. Antes no había decoraciones tan impresionantes, ni ciudades en liza por el trono de la contaminación lumínica pero la nata de los roscones no estaba bajo sospecha. Podías elegir el roscón con o sin nata, pero el blanco relleno era lo que se prometía.

Lo mismo ocurría con Baltasar. No era frecuente encontrárselo en persona pero cuando era de verdad, era de verdad. Quizá por eso resultaba el favorito de los niños. Hoy es motivo de polémica sí o sí, siempre hay algún ayuntamiento empeñado en pintar a un blanco de negro. ‘Blackface’ se llama esta práctica, no sé si racista o simplemente estúpida.

Las navidades nos caben en unos megas del móvil, que es donde hoy guardamos el alma

Tampoco las cenas eran tan sofisticadas, no había literatura que acompañara los platos pero se comía con más conciencia y placer, quizá porque nadie se pesaba el 8 de enero. Los aguinaldos existían, era impensable sustituirlos por unos calcetines de renos. Tal vez porque no nos sabíamos los puñeteros nombres de los renos.

Las navidades nos caben en unos megas del móvil, que es donde guardamos hoy en día el alma. Ahí están las fotos de lo que hemos comido, el vídeo del ‘unboxing’ de nuestros regalos, los lugares a los que hemos ido, los outfits de cada velada, las felicitaciones sensibleras,… Al final, lo que manda es el decorado y el filtro.

Hasta que a mediados de mes seleccionemos y eliminemos elementos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión