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Susana Ausina: "Nunca se es tan feliz como cuando se da la felicidad al otro"

La hija de la Caridad se va a Barcelona tras desarrollar una gran labor social en Zaragoza. 

Susana Ausina, en el Ayuntamiento de Zaragoza.
Susana Ausina, en el Ayuntamiento de Zaragoza.
Oliver Duch

La hermana Susana se va de Zaragoza…

Me llaman hermana, pero soy hija de la Caridad de San Vicente de Paúl.

Pues hija, que todo queda en casa de la Caridad.

Eso es. Me voy a Barcelona para desarrollar el Proyecto ‘Vincles’.

‘Vincles’, que quiere decir vínculos.

Sí. Vínculos, en catalán, se dice ‘vincles’.

¿Y qué vínculos va a hacer en Barcelona?

Salir de noche…

No lo puedo creer…

Salir de noche, vincularme con la gente de la calle para sacarlos de la calle.

Eso sí. Ya me parecía a mí…

Hay que animar a la gente de la calle a que hagan otra vida.

En estos tiempos tan confusos, ¿por qué hace todo esto?

Porque, entra tanta confusión, tengo las cosas muy claras. Lo hago por amor a Dios, porque también son personas, personas que merecen las mismas oportunidades que nosotros.

¿Cómo nació en usted la fe?

No se crea, me resistí… Pero, con 21 años, escribí una carta a las Hijas de la Caridad de Cullera.

¿Cullera?

Sí, yo soy de Cullera, donde desemboca el Júcar, en Valencia. Vine a Zaragoza de postulante en la Casa de Amparo. Después, entré en el Seminario. Salí del Seminario y me fui a Híjar, a Teruel, donde estuve seis años. Allí hice los votos. De ahí fui a San Juan de Benagéber, en Valencia, hasta que regresé a Zaragoza en 2001. Aquí he estado de maravilla.

Se vuelcan con el necesitado.

Lo intentamos, al menos. En Zaragoza, he estado principalmente en la Casa de Amparo, formando jóvenes, en catequesis. También tenemos un centro de día.

Y un comedor que era una ventana a la vida cuando arreciaba la maldita pandemia.

Era para 30 personas, pero había días en que comían 90.

En esos días críticos, usted era de las pocas personas que quedaban por ahí…

Luego, vinieron más (sonríe).

¿Sufrió contagio por la covid?

Durante la pandemia, no; pero luego, sí.

No hay que relajar las medidas...

Afortunadamente, me encuentro bien. También hacemos el proyecto de alojamientos alternativos puente para personas que necesitan enderezar su vida. Y el proyecto de las viviendas para las presas de Zuera y de Torrero, para que puedan disfrutar de libertad condicional, para que tengan un domicilio que dar y les concedan el permiso.

¿A qué casa van las presas?

A la nuestra.

¿Y viven allí con ustedes?

Claro. ¿Por qué no...?

Es admirable.

No han tenido suerte en la vida, pero lo merecen todo.

Yo estuve hace unos años en el piso que montó el padre Ángel Tello en el barrio de La Paz para los presos que no tenían domicilio para permisos.

Era muy buena persona Ángel.

Ya lo creo… El piso estaba, y está, junto a la parroquia de Nuestra Señora de La Paz.

Exacto. Ángel Tello murió hace unos años. Decía que cuando fuera a Tierra Santa, tendría todo hecho, la plena felicidad. Y a Tierra Santa fue, y murió nada más aterrizar en Madrid en la vuelta.

Así fue. Por cierto, por toda esta labor, se ha despedido de usted hasta la alcaldesa y todo.

Sí. Ha tenido un detalle muy bonito. He venido al Ayuntamiento con sor Juana María. Y también, he venido a despedirme de Ángel Lorén, que nos ayudó todo lo que pudo y más cuando fue concejal de Acción Social.

Dicho queda.

Y también, que en Barcelona, además del Proyecto ‘Vincles’, vamos a desarrollar otro de protección a los solicitantes de asilo.

También lo pondremos, hermana Susana. Perdón, hija.

Y no olvide que nunca se es tan feliz como cuando se da la felicidad al otro.

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