La recuperación continua de usuarios de comedor en los últimos años tras el fuerte bajón producido a raíz de la covid se ha frenado en seco en este nuevo curso. Así se desprende de los primeros datos, todavía provisionales, facilitados por el Departamento de Educación, que sitúan en 29.097 los escolares que hacen uso de este servicio. Es prácticamente la misma cifra que la del curso 2022-2023, cuando había 29.134 matriculados. Y en ambos casos supone un 9% menos que los del 2019-2020, cuando nadie se imaginaba que una pandemia iba a cambiar la situación.

Aunque el miedo que provocó que de 31.971 alumnos se pasara a prácticamente 10.000 menos ya se ha esfumado, hay otras causas que impiden, según señalan desde la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de Aragón (Fapar), que no se termine de recuperar todo lo perdido. Apuntan, en primera instancia, a la "bajada demográfica", que se hace especialmente visible "en la incorporación del alumnado a infantil". Solo este año han sido 452 niños menos que el anterior.

Otro de los puntos en los que ponen el foco es en el tipo de jornada, con la expansión de la continua desde que en 2016 el anterior Gobierno de Aragón lanzara el proyecto de tiempos escolares. Ya son más de 330 los centros que se han adherido y cada año van sumándose, ahora a cuentagotas, algunos más en las provincias de Huesca y Zaragoza, puesto que en Teruel todos tienen desde hace varios años jornada continua.

A consecuencia de esta organización, con la que las clases terminan a las 14.00 y no hay docencia por la tarde, "algunas familias optan por recoger a sus hijos para ir a comer a casa", recuerdan desde Fapar . Lo que provoca que se reduzca el número de alumnos que se queda al comedor. Así lo ve también Miguel Ángel Serralde, presidente de la Federación Cristiana de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos de Aragón (Fecaparagón), quien comenta que en la escuela concertada, donde la jornada partida es mayoritaria, apenas se han percibido variaciones en los últimos años: "Con la pandemia no cayó significativamente y ahora tampoco estamos notando un incremento".

Desde Fapar también explican que cada año "la calidad de la comida se deteriora de forma progresiva y preocupante". "Seguimos sin que se haga la nueva licitación del servicio de comedores en Zaragoza y, además, aún estamos pendientes de la resolución de Huesca y Teruel", especifican. Y recalcan que esto ha repercutido "directamente en la degradación del servicio".

De hecho, cada vez son más las ampas que reclaman otro modelo de gestión, basado fundamentalmente en las cocinas in situ. También lo hacen los cocineros y ayudantes de cocina que trabajan para el Departamento de Educación. Sin embargo, por ahora, el proyecto continúa paralizado desde la irrupción de la pandemia. De momento, el nuevo Ejecutivo lo único que ha planteado es que a partir de enero cambiará el modelo de gestión, siendo los Servicios Provinciales los pagadores en lugar de los centros.

Zaragoza lastra la evolución

Pese a que en términos generales no se recuperan los usuarios previos a la covid, la evolución entre las provincias es desigual. Es en la de Zaragoza donde se produce la mayor caída, que lastra por completo todos los datos. En estos momentos, hay 21.652 escolares utilizando este servicio, esencial para la conciliación de muchas familias. Son un centenar más que el año anterior, sin embargo, la diferencia con el curso de la covid se eleva a los 2.661 comensales, es decir, ahora hay un 11% menos.

La bajada en Huesca es algo menor, casi un 6% en comparación con antes de la pandemia, pero la tendencia no es a revertir esta situación. De hecho, este año los comedores oscenses cuentan con 5.625 usuarios, unos 250 menos que el curso anterior. Por su parte, Teruel es la única que consigue superar las cifras precovid. En estos momentos cuenta con 1.820 comensales. Son un centenar más que el año pasado y supone un incremento del 8,27% en comparación con las cifras del 2019-2020.