Laura Gracia: "El arte da vida a los barrios y es un increíble motor de cambio"

Bajo el nombre artístico de Lalá, Gracia (Zaragoza, 1978) compagina su obra con la dirección de la academia La Fábrica de Arte en Miralbueno.

Gracia posa junto a un espejo de su refugio zaragozano.
Gracia posa junto a un espejo de su refugio zaragozano.
Francisco Jiménez

Muros, lienzos, cerámicas, barriles, zapatillas... ¿Hay algo que usted no pinte?

Soy inquieta y siempre me estoy liando la manta a la cabeza. Todo lo que pueda ser pintado, lo trato de pintar. Esta semana he estado incluso maquillando camareros. Aunque ahora estoy centrada en la academia, como más cómoda me siento es con el pincel en la mano. Para poner en pie la escuela tuve que ralentizar mi actividad artística, pero tengo más ilusión por pintar que por dar clases.

¿Recuerda cómo y cuándo surgió esa ilusión?

Creo que todas las inquietudes de los artistas nacen en la infancia. No hablo de tener habilidades sino más bien vocación.

¿Y qué pasa con los que somos unos zotes con los crayones y las acuarelas?

Tanto esas inquietudes como las citadas habilidades hay que desarrollarlas. Es como cantar: todos podemos hacerlo, pero unos tienen mejores voces que otros. Todos podemos pintar, habrá casos en los que el resultado sea más o menos agradable a la vista, pero lo que sí todos tenemos todos es la capacidad de aprendizaje.

Ahí le sale su faceta de maestra. ¿Qué es La Fábrica de Arte que dirige?

No es una escuela académica porque intento que quien llegue hasta aquí saque su lado creativo, sin necesidad de estar siempre copiando como se hace en otros espacios. Apuesto por que cada uno sea singular y encuentre su vía de expresión. La academia también es un refugio en los días malos, pero soy una persona optimista y –sobre todo– es un lugar en el que contagiar mi pasión por la pintura.

Habrá quien diga que radicada en Miralbueno no tiene mucho escaparate...

He viajado mucho por España y he vivido en Pontevedra, Linares, Alicante, Pamplona, Menorca... Ir de aquí para allá me ha hecho crecer como artista y darme cuenta de lo fundamental que es contar con un espacio así en los barrios. En Miralbueno detecté esa necesidad y es una gozada ver cómo los alumnos hacen piña, amistades y hacen barrio también. El arte da vida y es un increíble motor de cambio.

Bajando el balón al suelo, ¿de qué forma se pone eso en práctica?

Hace un tiempo hicimos un mural colaborativo con los vecinos del barrio y fue experiencia increíble. También con el Festival Asalto pude participar en un proyecto llamado ‘15-15’, que ponía en contacto a 15 artistas con 15 vecinos. De aquellas conversaciones surgieron obras efímeras que luego pudieron verse a pie de calle.

Acaba de cerrar por dos años el Museo de Zaragoza, no sé si sería muy usuaria...

Me encantan los museos y las galerías. Raro es el día en el que no sales de un museo con la cabeza en ebullición. Cuando voy de vacaciones a ciudades nuevas siempre visito alguno porque me resultan muy inspiradores.

¿Alguno preferido?

De verdad que me gustan todos, si tuviera que quedarme con un par de nombres le diría el Louvre y el Prado.

¿Y cuál diría que es el cuadro o el artista que más le ha marcado en la vida?

Me ‘explotó la cabeza’ el primer día que vi en el Thyssen una obra de Lucien Freud. Me pareció increíble. De hecho, este año volví de propio para ver su exposición monográfica. Otra artista que me enamora es Jenny Saville, es descarnada pero súper expresiva.

¿Qué otras aficiones tiene al margen de las artísticas?

Soy una mujer muy curiosa. Leo, cocino, viajo... Me gusta probar y hacer de todo.

¿Tiene algún proyecto en mente al que debamos estar atentos?

Planeo hacer una exposición de dibujo de posado con modelo, al natural, porque he hecho muchas sesiones en los últimos años y tengo apuntes y esbozos a carboncillo, a pastel, acuarela... Espero poder reunirlos y seleccionar los más expresivos.

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