Aragón

Al menos ocho aragoneses sufren un ictus cada día y hasta el 80% de los casos se podrían evitar

Más de 6.000 personas conviven en la actualidad con las secuelas de esta enfermedad. Expertos y pacientes recuerdan la importancia de detectar los síntomas con rapidez y llevar un estilo de vida saludable.

Médicos y representantes de la Asociación Ictus de Aragón (Aida), en el Hospital Clínico de Zaragoza.
Médicos y representantes de la Asociación Ictus de Aragón (Aida), en el Hospital Clínico de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Entre ocho y diez aragoneses cada día sufren un ictus. De ellos, dos terminan falleciendo y tres sufren secuelas graves. Expertos y pacientes recuerdan la necesidad de actuar con rapidez al detectar los síntomas de la enfermedad y subrayan, además, la importancia de llevar una vida saludable, controlar la tensión, evitar el tabaco y hacer ejercicio, porque "hasta el 80% de los casos se podrían evitar". La Comunidad registra cerca de 3.000 ictus anuales y más de 6.000 aragoneses conviven en la actualidad con sus secuelas. Es la primera causa de muerte en mujeres en Aragón y la tercera, en hombres.

Esta enfermedad neurológica "es cosa de todos, porque le puede pasar a cualquiera", recuerda el doctor Carlos Tejedor, neurólogo del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, quien destaca la necesidad de actuar con un equipo multidisciplinar. Coincidiendo con el Día Mundial del Ictus, que se celebra el domingo 29 de octubre, los afectados ponen el acento en las dificultades que tienen muchos de quienes sufren un ictus antes de la jubilación en retomar la actividad laboral. Hablan de las 'secuelas ocultas' de los accidentes cerebrovasculares y de la importancia de llamar al 061 ante el menor síntoma para activar el Código Ictus y dar al caso una prioridad total.

Para concienciar sobre la gravedad de la enfermedad, la Asociación Ictus Aragón (Aida), junto a los hospitales Clínico y Miguel Servet de Zaragoza y la Sociedad Aragonesa de Neurología (Saran) han organizado distintos actos, dada la proximidad del Día Mundial.

Este año, el lema es 'La realidad del ictus. Lo que se ve y lo que no' y, con ello, Aida busca visibilizar las secuelas cognitivas que causan los accidentes cerebrovasculares y cómo abordar la vuelta a la reinserción laboral de los afectados. 

El presidente de Aida, Miguel Lierta, adelanta que la asociación cuenta con 700 socios. Para Lorena Larios, responsable del área de Neuropsicología de Aida, el perfil del paciente está evolucionando. Es una enfermedad que no solo afecta a personas mayores, sino a gente en edad de trabajar. Cada vez acude a rehabilitación un perfil más joven. Quienes sufren un ictus, cuenta, "tienen que aprender a vivir con él, a buscar estrategias para manejarse mejor en su día a día". "Cada tarea que realizan les genera un gran desgaste físico, mental y emocional", indica.

En este sentido, el doctor Carlos Tejedor asegura que los ictus que ocurren a edades medias en personas que trabajan "es más frecuente no poder hacer una vida normal por las secuelas psicológicas que por las físicas". Aunque se consiga controlar la clínica con la que debutaron, a veces hay 'secuelas ocultas', difíciles de apreciar a primera vista, pero que resultan incapacitantes, y que se manifiestan cuando el paciente vuelve a su domicilio. Como problemas de memoria o de orientación o la pérdida de la capacidad de reacción. Esto requiere un trabajo de rehabilitación "para conseguir que esas personas puedan volver a tener una vida plena".

Para Laura Serrano, jefa de servicio de Salud Laboral del Hospital Clínico, hay que conseguir que esas personas "puedan reintegrarse en la vida laboral": "Hay que valorar cuál es el puesto que mejor se adapta a las nuevas capacidades de ese trabajador". Algo, reconoce, que no siempre es fácil para autónomos o empleados de pequeñas empresas.

Elena Muñoz Farjas, neuróloga del Hospital Clínico y presidenta de la Sociedad Aragonesa de Neurología, reitera que "no solo es que los hospitales estén atentos a detectar rápidamente los ictus y darles el mejor tratamiento posible, sino que toda la sociedad debería estar implicada en lograr la mejor atención posible durante la fase aguda pero también durante la fase crónica". Hay que recalcar, afirma, la importancia de un "abordaje multidisciplinar".

Señales de alarma

Entre los síntomas que puede conllevar un ictus se encuentra, afirmaron los especialistas, la pérdida brusca de la capacidad de movimiento de un lado del cuerpo (cara, brazo y pierna), la pérdida o alteración del habla, la desviación de la boca a un lado, la pérdida de la visión de un ojo o de ambos o trastornos de coordinación.

En caso de ictus, cada segundo cuenta, y la atención temprana es fundamental para evitar daños cerebrales graves. De ahí la importancia de reconocer sus síntomas y, en caso de sospecha, llamar de inmediato al 061 que, tras una serie de preguntas activará el Código Ictus y dará al caso una prioridad total, coordinando a los neurólogos para acortar los tiempos de respuesta.

Los profesionales sanitarios y los afectados recuerdan también que quien tenga alguno de estos síntomas debe llamar de inmediato al 061 o acudir a Urgencias: "Que no se metan en la cama pensando que se les pasará, sino que consulten lo antes posible".

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