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Manuel Corbera: "Hay que reducir las listas de espera de salud mental. El desafío es encontrar profesionales"

El nuevo director general de Salud Mental (Zaragoza, 1973) se plantea como prioridad la atención a la población infanto-juvenil y extender el plan del suicidio a los adultos.

Manuel Corbera asume la nueva Dirección General de Salud Mental.
Manuel Corbera asume la nueva Dirección General de Salud Mental.
Francisco Jiménez

¿Por qué se ha creado una Dirección General de Salud Mental?

Era necesaria. Cada vez somos más conscientes de que no existe la salud sin la salud mental. Tanto es así que el 12,5% de las enfermedades son mentales.

Tras 23 años como psiquiatra en el Salud, ¿qué es lo primero que va a hacer en el departamento?

Aparte de aterrizar y conocer lo que está en marcha, quiero reunirme con los jefes de servicio, que gestionan las consultas, hospitalizaciones y dispositivos. Saben lo que necesitan el sistema.

El anterior gobierno presentó el año pasado un plan que preveía invertir 22 millones hasta 2025. ¿Lo va a revisar?

Por supuesto. En estos primeros días de contacto lo estoy estudiando a fondo. Es un plan bien trazado, pero tengo que contrastarlo con las necesidades reales. Una de las líneas prioritarias seguirá siendo la atención infanto-juvenil, que es de lo que más adolece esta comunidad autónoma.

¿El presupuesto se va a ampliar?

No lo sé aún, quiero ver dónde estaba previsto invertir. En base al compromiso del presidente Azcón espero que podamos dotarlo de algo más y ampliar las líneas.

¿Y la Estrategia de Prevención del Suicidio va a cambiar?

Ya está en marcha en la población infanto-juvenil, porque es la etapa de comienzo de la enfermedad mental, cuando más se puede prevenir y evitar las secuelas posteriores. Hay que ampliarla a las personas adultas, que es el grupo poblacional que más aparece en Urgencias solicitando ayuda.

¿Aún se siguen arrastrando las secuelas de la pandemia?

Sí, porque todavía existe miedo, se habla de covid, se recuerda mucho el periodo de confinamiento. Fueron meses intensos que dejaron secuelas, sobre todo entre los menores. Aumentó muchísimo la necesidad de atención a jóvenes de 12 a 14 años, normalmente mujeres, por trastorno de conducta alimentaria.

Faltan profesionales que atiendan la Salud Mental. ¿Cómo se va a abordar?

A todos los niveles. Aunque escapa a nuestras competencias, quizá se podría valorar ampliar el números de residentes que se forman en Psiquiatría en Aragón. Pero en un plazo más inmediato, y eso es verdaderamente urgente, tenemos que conseguir fidelizar a los que acaban. Hay que potenciar también la salud mental en el medio rural.

¿Se van a reforzar los recursos para atender a niños y jóvenes?

Por supuesto. Hay que reforzar la atención a nivel ambulatorio.

El Plan de Salud Mental contemplaba las consultas de bienestar emocional.

Lo tenemos que estudiar. Creo que es un campo que requiere de un abordaje desde el punto de vista psicológico y específicamente no lo hemos contemplado todavía. Tendría cabida por ejemplo en el programa de atención y prevención al suicidio.

La demanda asistencial aumenta y las agendas están llenas. ¿Cuál es la lista de espera?

En las unidades ambulatorias de infanto-juvenil varía de tres a seis meses. Hay mucha lista de espera y hay que intentar reducirla. Es además un compromiso del equipo. El desafío es encontrar profesionales y espacios.

Y eso repercute en que los profesionales no den abasto.

Y nosotros queremos llegar a todo. Nos gusta nuestra profesión, ayudar a la gente. Y para eso necesitamos tiempo.

¿Hay camas suficientes?

Las camas de hospitalización de agudos para adultos son las que había en 2010. El cómputo global es el mismo que hace 14 años. Sé que es impopular hablar de hospitalización, y que la base de todo debería ser el tratamiento ambulatorio para que el paciente no tenga necesidad de ingresar, pero la realidad es la que es.

¿Cuál es la situación?

Los medios ambulatorios han aumentado, la atención ha crecido, pero también la necesidad de hospitalización. El espacio que más necesidad tiene de número de camas es el Clínico, eso repercute al resto de la red.

Un solo día de espera ya es complicado para estos enfermos.

Efectivamente. Cuanto más se tarda en atender la enfermedad mental, peor responde, más secuelas deja, peor se recupera el enfermo y más riesgo tiene de recaídas. Por eso es tan importante intervenir cuanto antes.

Se anunció la creación de una residencia de media estancia para menores, un recurso del que ahora carece Aragón y que obliga a derivar a los pacientes a otra región. ¿En qué fase está?

Ha habido dos intentos frustrados, tenemos que retomar ese proyecto y llevarlo a cabo. Falló la ubicación. No se encontró el sitio adecuado. Salir supone un esfuerzo importante para las familias.

¿Qué plantea para mejorar la salud mental entre los profesionales sanitarios?

La gran oportunidad es que se sientan respaldados, que haya alguien que tenga la visión de conjunto y sepan que van a velar por ellos. Hay que procurar que los profesionales tengan posibilidades de autogestionarse: es una de las palabras que se utiliza mucho cuando se habla de evitar el ‘burnout’ y de cuidar la salud mental de los profesionales. Es importante que se puedan reciclar, en cuanto a formación, y que puedan moverse dentro de la red.

¿Es necesario un Día Mundial de la Salud Mental?

Sí, sin duda. Sirve para visualizar, concienciar y normalizar la enfermedad mental. Ha sido siempre un hándicap que las personas no reconozcan que tienen un problema, lo cual ha retrasado su atención. Cuanto más tardan en pedir ayuda más difícil es conseguir que se recuperen.

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