Zaragoza se despide de las tiendas de Imaginarium: "Es una pena"

Los clientes han aprovechado el descuento por liquidación para vaciar las estanterías del último establecimiento abierto en la capital aragonesa.

Casi no quedaba nada en las estanterías a la hora del cierre.
Casi no quedaba nada en las estanterías a la hora del cierre.
Andrea García

Patricia lleva tres disfraces colgados del brazo, y sigue revisando las perchas y estanterías en busca de algún juguete más. Es clienta habitual de Imaginarium y asegura que lo que carga ahora es lo que suele llevarse “de normal”. Aunque, ahora que las tiendas físicas de la empresa van a desaparecer de Zaragoza, dejará de ser una compra cotidiana para ella. "Me gustaría que siguieran abiertas", cuenta.

Tras más de 30 años, la empresa, que llegó a tener 400 tiendas repartidas por toda España, baja la persiana de sus establecimientos físicos de forma definitiva y ha rebajado sus productos al 50% durante unos días. La crisis de 2008 impactó en Imaginarium años después y la pandemia terminó de hundir la empresa. La venta de la firma en 2017 a inversores latinoamericanos, con Federico Carrillo como nuevo director general, no pudieron evitarlo. Por el momento, solo 5 franquicias de otras ciudades del país quedarán abiertas.

Pese a que los productos de Imaginarium van a seguir disponibles en su página web, los zaragozanos se despiden con pena de la tienda. "Empezó aquí", dice una clienta, que recuerda con cariño lo mucho que su hija y ella acudían en busca de nuevos juguetes. Había sido por su hija, precisamente, por lo que se había enterado de la oferta de liquidación y había decidido hacer una última visita.

Lo mismo que Patricia, que lo había visto por Instagram, y Ángela, que aprovechaba los descuentos para cogerles cosas a sus nietos. A diferencia de las otras dos mujeres, ella no había sido una clienta habitual. Cuando se inauguró la tienda, su hija ya era mayor para  juguetes y no había tenido nietos hasta hace muy poco. Ahora, llena su bolsa con todo tipo de entretenimientos para los más pequeños, consciente de que difícilmente podrá hacerse con ellos a ese precio en un futuro cercano.

Con apenas 15 minutos para que la tienda eche el cierre definitivo, las últimas clientas se resisten a abandonar el local. Algunas preguntan a las dependientas sobre la posibilidad de conseguir algunos productos en el futuro, confusas al no saber de la existencia de la página web. Otras mandan fotos de los juguetes a sus familiares, comprobando si hay algún interesado en una ganga de última hora.

Las preguntas de las clientas inundan la tienda: "¿Esto es nuevo?", "¿Cuánto cuesta este peluche?", "¿Os quedan hamacas?", "¿Esto es lo de Halloween?", "¿Podré cogerlo en la web?", "¿Sabéis si quedará algún sitio abierto en Zaragoza?", "¿Qué vestido de princesa debería llevarme?"… Las estanterías, en las que ya se apreciaban bastantes huecos, quedan cada vez más vacías y la caja registradora apenas descansa.

Una de las dependientas se ve obligada a situarse al lado de la puerta para señalar que es la hora de cierre a las clientas que tratan de entrar. La mayoría se va con calma tras saber que los juguetes seguirán disponibles en la web, pero otras tratan de entrar para poder aprovechar unos vales que no saben si podrán aprovechar a través de internet.

Entre las que se quedan fuera está Carmen, que se despide así de una de sus jugueterías favoritas. "Siempre me han gustado mucho los juguetes de Tolo -confiesa-, los he comprado desde que salieron". Cuenta que es "una gran coleccionista" y que muchos de los juguetes que compró en su día para sus hijos y nietos ahora adornan sus estanterías "en perfecto estado". Recuerda con especial cariño una muñeca de trapo que salió a la venta al poco de la inauguración y un camión que hacía sonidos de perro cuando se frenaba.

Afirma que ha aprovechado estos tres últimos días para salir del establecimiento con tantas bolsas como le era posible. Sabe que puede seguir comprando estos productos a través de internet, pero siente debilidad por la tienda física. "Es una pena", dice mientras mira las puertas desiguales una última vez. Mientras se marcha, estas se cierran definitivamente.

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