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Afectado por covid persistente: "Lo que me gustaría es recuperarme y poder volver a trabajar como antes"

Fernando Elosúa, zaragozano de 51 años, se infectó de coronavirus en octubre de 2020 y, tras más de dos años y medio, sigue padeciendo las secuelas.

Fernando Elosúa, esta semana en Zaragoza.
Fernando Elosúa, esta semana en Zaragoza.
Javier Belver

Fernando Elosúa tiene 51 años y lleva dos años y medio haciendo frente a las secuelas de la covid. Se infectó en octubre de 2020 y, cuando pasadas unas semanas regresó al trabajo, no podía mantener el mismo ritmo: "Fue imposible, estaba agotado, cansado". En un día normal podía llegar a hacer hasta 10.000 pasos en cuatro o cinco horas, pero tras la covid su vida dio un "giro de 180 grados".

En el centro de salud le dieron la baja por astenia, cansancio extremo. "Entonces ni existía la definición de covid persistente". Eso fue el 1 de diciembre. Desde entonces no ha vuelto a trabajar. Sufría dolores musculares, articulares, calambres y una niebla mental que últimamente va a más. Al año tuvo que acudir al tribunal médico del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS): «Presenté todas las pruebas que me había hecho por el seguro privado. El médico solo me miró los reflejos de la rodilla y los hombros y la tensión». A los días recibió la resolución: tenía que reincorporarse de forma inmediata. «No se tuvieron en cuenta los informes ni las condiciones en las que me encontraba», asegura. «El problema es que la covid persistente no está en la lista de enfermedades invalidantes». En ese momento, Fernando contactó con un abogado para recurrir esta decisión. La siguiente baja laboral fue por depresión.

Siguió buscando una solución por la vía legal. Tras la revisión de su expediente, y como habían pasado 18 meses, se le proponía para una invalidez. Pocos días después, sin embargo, se denegó «sin pasar por el tribunal». «Me planteé interponer otra denuncia, pero tenía que volver a trabajar de un día para otro», una opción incompatible con su estado de salud: «Mi empresa reconoció que no estaba en condiciones de trabajar y negociamos un acuerdo que me dio derecho a paro e incluso a una indemnización». «Durante todo este tiempo no he podido estar ni un solo día cinco horas seguidas fuera de casa. Sigo sin poder caminar más de 30 minutos. Siento indignación, pena, rabia. No estamos enfermos porque queremos. Lo que a mí me gustaría es recuperarme y volver a trabajar», señala

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