Muere Javier Hernández Puértolas, exdecano del Colegio de Abogados de Aragón

Fue miembro de la Junta del Real e Ilustre Colegio de Abogados de Zaragoza, vicedecano, y finalmente decano del Colegio.

Javier Hernández Puértolas, exdecano del Colegio de Abogados de Aragón
Javier Hernández Puértolas, exdecano del Colegio de Abogados de Aragón
Abogacía Española

Pocos hombres ha dado esta tierra con la proverbial inteligencia que tenía Javier.

Hace unas horas me comunicaban el fallecimiento de alguien que, para este que firma, ha sido de las personas más importantes de su vida. Hoy ha sido el fallecimiento, si bien llevaba ya unos años que ya no era él. Desde la marcha de Zenaida, fue desapareciendo poco a poco. Durante estos años me generaba una sensación amarga no poder verlo. No poder charlar con él. No poder hablar de fútbol, de nuestros legisladores, de la montaña o de los tensinos. O que me contase -orgulloso como quién no quiere la cosa- la marcha de sus hijos, Geno, Zenaida, Patuna y Javier. Y, ahora ya, solo podré hablar con él en mis pensamientos.

Javier era una persona de pocas palabras, pero siempre precisas, austero, de fino humor, brillante como abogado y tremendamente cariñoso, si bien, a su manera. Pero para todos los que lo teníamos cerca, se hacía querer como pocos.

Fue premio extraordinario de carrera. Empezó a trabajar en la asesoría jurídica del Banco Hispano, y acabó siendo, como él se denominaba con humor, un PLZ. Pero entre medias, demostró su valía y fue responsable de dicha asesoría jurídica en Aragón.

Igualmente, empezó como pasante en el despacho de mi padre, Ramón, junto a Federico Laguna. En 1994, creó junto a Basilio Bayerri y Engracia Serrano un nuevo despacho, que duró hasta la jubilación de los tres.

Como abogado tuvo una carrera a la altura de su inteligencia. Llevó alguno de los asuntos más complejos que hemos tenido en Aragón en los últimos años. Y fue un abogado comprometido. No en vano, empezó su carrera de abogado en la fase final de la dictadura. Ayudó activamente durante la transición. Y finalmente, ayudó a sus compañeros de profesión. Fue miembro de la Junta del Real e Ilustre Colegio de Abogados de Zaragoza, vicedecano, y finalmente decano del Colegio. Su carácter conciliador, le permitió impulsar la creación del Consejo de Colegios de Abogados de Aragón, rompiendo las suspicacias que hasta ese momento habían existido entre los distintos colegios.

Su forma de actuar era siempre tranquila y profunda. Solucionaba los problemas gracias a sus profundos conocimientos jurídicos y a la visión que solo los muy inteligentes, tienen. Formaba con Javier Sancho-Arroyo el llamado «equipo médico habitual», que solucionaba todos los problemas, gracias a la sabiduría de ambos.

Con su definitiva marcha, pierde Aragón uno de esos hombres de fondo, que han hecho grande esta tierra sin reclamar para sí mayores pompas. De los que crean sin llamar la atención. De los que, al menos yo, echaré de menos casi todos los días, como maestro y segundo padre, que fue para mí.

Descansa junto a Zenaida.

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