Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Siempre será mejor sin Bildu

Arnaldo Otegi informa sobre la reunión de la Mesa Política de la coalición.
Arnaldo Otegi, líder de la formación independentista Bildu.
Javier Etxezarreta

No hay nada peor que Bildu. La formación que ha pretendido dar lecciones de democracia durante cuatro años desde el estrado del Congreso de los Diputados sufrió ayer solo un frenazo parcial. Segunda fuerza en San Sebastián y Bilbao, partido más votado en Vitoria y con un vergonzante apoyo en Pamplona, Bildu amenazaba gracias a los votos de los ciudadanos con ostentar la vara de mando en algunas de las principales localidades del País Vasco y de Navarra, lo que hubiera significado un duro golpe. El acuerdo entre PNV y PSE en varias capitales y con el PP en otras ha limitado una afrenta al sentido común, pese a que en toda Euskadi ha logrado la friolera de 107 de las 251 alcaldías, un grave fracaso que debería abrir un debate sobre el sentido cívico y el encaje del independentimo más radical y retrógrado en una sociedad avanzada. La actitud del PNV durante años ha sido cuando menos cuestionable, mirando para otro lado mientras evitaba un posicionamiento más activo contra la formación filoetarra. Y Pedro Sánchez jamás debió aceptar su respaldo para la investidura en enero de 2020. Ayer el PSOE se sacudió la alianza con los radicales sin poder obviar la cercanía de las elecciones generales, pero aún debe disipar otras señales preocupantes, como la investidura de Navarra, donde la socialista María Chivite ha gobernado los últimos cuatro años gracias a Bildu. Un partido dirigido por un secuestrador condenado y que ha querido colar en las listas a asesinos no debería generar otra reflexión que la del rechazo permanente y la oposición frontal.

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