Del embarazo compartido con los vecinos al "milagro" que no llega

En Villanueva de Jiloca y Miravete de la Sierra la llegada de bebés ha sido motivo de alegría en las últimas semanas. Mientras, en Huesa del Común y Aguatón van del pesimismo a la esperanza.

Comida popular celebrada ayer en Villanueva de Jiloca.
Comida popular celebrada ayer en Villanueva de Jiloca.
H.A.

Cuando al alcalde de Huesa del Común, Jerónimo Gracia, se le pregunta por nacimientos recientes en este municipio turolense con 69 habitantes censados contesta con socarronería que "milagros, en Lourdes". "¡Cómo va a haber bautizos si el matrimonio más joven somos mi mujer y yo y rondamos los cincuenta años", aclara con vehemencia. Pero ocurren. Villanueva de Jiloca (Zaragoza) y Miravete de la Sierra (Teruel) han sido noticia en las últimas semanas por la llegada de bebés tras décadas.

"Es ilusionante para todos. Y sobre todo porque venga gente de fuera a afincarse en un pueblo que otros hemos tenido que dejar. Por un lado se vacía, pero vienen vecinos nuevos a asentarse", cuenta Belén Franco. Sus padres residen en Villanueva de Jiloca y ella, a sus 45 años, fue una de las niñas que cerró la escuela cuando tenía 10 años.

El pasado 11 de abril pasará a la historia local como el día en que nació Leire después de más de 30 años. "Hemos estado todos embarazados", aseguraba Basilia Torres, la alcaldesa, resumiendo de una forma muy gráfica el sentir general de una población con 80 vecinos empadronados, de los que 66 residen de forma continuada. Este sábado muchos se reunieron en una comida popular con motivo del reto deportivo protagonizado por Agustín Alcaire, que creció en Villanueva, en homenaje a un amigo de la infancia que perdió por culpa de un cáncer, y con el que recauda fondos para la investigación. En Miravete de la Sierra ya son 28 vecinos tras la llegada al mundo de Chloe, la primera niña después de medio siglo.

"El medio rural está muerto"

La visión del regidor de Huesa del Común, Jerónimo Gracia, está en las antípodas. Explica que la localidad recibe bastante gente durante los fines de semana y las vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano, pero el resto del tiempo solo duermen un vecino de 80 años, otro de 73, dos de 60 y otros dos de 70.

Sus hijos, de 16 y 18 años, fueron los últimos en nacer allí y ahora la familia al completo acaba de mudarse a Zaragoza, y él acude cada día al municipio para seguir cultivando los campos, pues es agricultor de profesión.

"Pueden venir a vendernos lo que quieran, pero el medio rural está muerto, no recibe ayudas y todo son pegas para montar una empresa, ¿quién va a querer vivir aquí con dos hijos adolescentes?", se pregunta con tristeza. Y eso –agrega– que va el médico tres días por semana y hay farmacia. El problema, en su caso, es que el autobús escolar no entra en el pueblo y tenía que llevar a sus hijos cada día a Cortes de Aragón, a nueve kilómetros.

En Aguatón, con una veintena de vecinos, no ha nacido un niño en 30 años. Pero su alcalde, Juan Ramón Cardo, es más optimista que su homólogo de Huesa del Común. "Aquí hay actividad, empleo y vivienda. Nos hemos tenido que acostumbrar a coger el coche para muchas cosas, pero también es cierto que estamos a un cuarto de hora de todo", afirma. "Hay carencias en servicios, pero, a cambio, en el pueblo se aprovecha el tiempo y reina la tranquilidad", concluye.

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