Heraldo del Campo

apicultura

Bruselas amarga la miel

La propuesta de la CE para modificar la directiva de la producto deja mal sabor de boca entre los apicultores que esperaba un apoyo más decidido frene a las «falsos» productos que llegan de terceros países.

Los apicultores llevaban años esperando la modificación del etiquetado de la miel.
Los apicultores llevaban años esperando la modificación del etiquetado de la miel.
H.A

Como un jarro de agua fría. Así han recibido los apicultores la respuesta de la Comisión Europa a una de las demandas que el sector lleva planteando desde hace años, la modificación del etiquetado de la miel para que los consumidores tengan claro de dónde y en qué porcentaje (si es una mezcla) procede el producto que adquieren, sobre todo cuando lo hacen a bajo precio.

Porque el paso dado por Bruselas no es ni siquiera un avance. Su propuesta de modificación de la Directiva de la Miel –que también la solicitaban los ministros de Agricultura de los estados miembros– únicamente establece que será obligatorio mencionar en la etiqueta el país o países en los que el néctar ha sido recolectado, una imposición que ya era una realidad en la mayor parte de los países europeos, incluido el español. Del porcentaje en las mezclas, nada de nada.

La decepción es unánime entre los productores que llevan años sufriendo y denunciando no solo la competencia desleal que suponen las importaciones masivas de miel a bajo precio, sino, lo que es peor, que estas no cumplen las mínimas cualidades para ser considera como tal, para desconocimiento del consumidor que no recibe información completa, clara e inequívoca de lo que está comprando.

El malestar ante la decisión se acentúa porque las sospechas del fraude que suponen las mieles llegadas de terceros países no son solo una sospecha que está en boca de todos los apicultores. Lo ha corroborado una investigación realizada por la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) junto con el Centro de Investigación Conjunta de la Unión Europea que concluye que «una parte significativa de la miel importada en la UE es sospechosa de no cumplir con las disposiciones de la Directiva de la Miel». O lo que es lo mismo, confirma que estos productos están adulterados con jarabes de azúcar para abaratar su precio, contienen aditivos y colorantes para modificar su fuente botánica y esquivar los controles oficiales y se ha obtenido con prácticas que enmascara su origen geográfico y su trazabilidad.

El nuevo mazazo de la Comisión Europa llega además en un complicado momento para el sector que tras tres años sin cosecha y sin acceso a las ayudas habilitadas por el Gobierno central para que los sectores agrarios puedan hacer frente a los disparados costes de producción provocados por la guerra de Ucrania, tiene que lidiar ahora con los efectos de una severa sequía que reducirá a la mínima expresión el volumen de miel producida por sus abejas.

Y las críticas no se han hecho esperar.

El malestar ante la decisión se acentúa porque las sospechas del fraude que suponen las mieles llegadas de terceros países no son solo una sospecha que está en boca de todos los apicultores

Los apicultores confiaban en que había llegado el momento de ver cumplida su reivindicación.

Tras los constantes mensajes de apoyo lanzados desde Bruselas y con una investigación en la mano que corroboraba las más que sospechosas prácticas fraudulentas con la que se elabora la miel que llega a Europa desde terceros países, veían más cerca una modificación de la directiva de la miel que protegiera la calidad del producto a través del etiquetado. Más, después de que en una reunión de ministros de Agricultura de la Unión Europea celebrada el pasado mes de enero, los responsables del ramo de 20 países, incluido España, exigieran a la Comisión que fuera obligatorio indicar en el etiquetado cada país de origen y su respectiva proporción de miel en las mezclas. Una demanda que se había refrendado en un documento elaborado y presentado por Eslovenia y suscrito por otros 19 Estados miembros en el que se insistía que dichas importaciones, que con demasiadas asiduidad se utiliza en las mezclas que se ofertan en el mercado europeo, suelen ser significativamente más baratas que la miel producida en la UE.

"Cuando los consumidores eligen esta miel más barata, no reciben información completa, clara e inequívoca sobre su origen. Por eso, las normas actuales de etiquetado de origen de la miel colocan a los productores de miel originarios de un solo país en una posición de desigualdad en comparación con los productores de mezclas de miel", sentenciaba el informe.

El sector tenía –aunque con la propuesta de Bruselas sería más correcto decir creía tener– otro as en la manga. Y procedía precisamente de la propia Unión Europea, en concreto de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) que tras analizar 320 muestras de miel consumidas en 18 países diferentes ha evidenciado que el 46% de la miel importada a la UE no es auténtica, ya que no cumple la normativa comunitaria, una cifra que se eleva hasta el 74% en el caso de las importaciones desde China y hasta nada menos que un 93% del producto que llega de Turquía.

Pero Bruselas ha vuelto a sorprender. Y no precisamente para bien. La propuesta de modificación de la directiva de la miel no es que se haya quedado corta para las aspiraciones de los apicultores es que no ha dado ningún paso adelante. Bruselas únicamente obliga a que toda la miel que se vende en territorio comunitario deje claro en el etiquetado el listado de los países de los que procede el producto cuando es un mezcla. Nada de exigir que al lado del origen se incluya el porcentaje de miel, nada de prohibir la filtración para la eliminación de polen o la deshidratación forzada de la miel para sustituir su maduración natural. Y nada de obligar a identificar aquellos néctares que han sido sometidos a tratamientos térmicos elevados.

"Malestar y decepción"

El malestar cunde entre los productores y las organizaciones que los representan, que no han ahorrado adjetivos (descalificativos) para referirse a la proposición europea.

Muy crítica se ha mostrado la organización agraria COAG, en la que se integra la aragonesa UAGA, que califica de "postureo legislativo" la "decepcionante" modificación de la norma propuesta desde Bruselas. Lamenta que tras meses de espera, el texto presentado no solo no da respuesta a ninguna de las demandas propuestas desde hace años por las distintas organizaciones agrarias y apícolas.

"A lo único que se refiere (detallar el lugar de procedencia) ya es obligatorio en España desde 2020", recuerda el responsable del sector en COAG, el aragonés Pedro Loscertales. Critica además que la propuesta no da solución ni a los problemas de importaciones masivas de siropes y sucedáneos de miel "ni a la existencia de mezclas de orígenes comprobables en los lineales de las grandes superficies".

Loscertales explica que el "grave problema" que existe en el mercado europeo de miel resulta de la aplicaciones de varias normativas comunitarias, pero reconoce que la modificación que se esperaba de Bruselas era una "buena oportunidad" para que la Comisión Europea demostrara un "mínimo de compromiso" con el sector apícola. Por el contrario, considera que la propuesta de la CE solo es "postureo legislativo", que no aporta "más que un titular de prensa" que no conlleva ningún cambio con el que proteger no solo a los productores sino al conjunto de los consumidores.

"Las empresas importadoras, envasadoras y comercializadoras de miel a gran escala estarán frotándose las manos con esta propuesta"

Pero, en su opinión, sí hay ganadores. "Las empresas importadoras, envasadoras y comercializadoras de miel a gran escala estarán frotándose las manos con esta propuesta", añade el representante de UAGA-COAG, que advierte que, de esta manera, "las importaciones fraudulentas de sucedáneos de miel podrán seguir campando a sus anchas en los lineales de toda Europa".

La organización agraria sigue confiando en Europa, pero mira hacia otros organismos. Espera que sea el Parlamento y el Consejo Europeo el que demuestre en el trámite legislativo "si están del lado de los consumidores y del sector apícola o también sirven a los intereses de los lobby de la industria envasadora", insiste Loscertales.

También espera Loscertales que el ministro español de Agricultura cumpla lo que dice. Y lo que Planas ha estado expresando durante los últimos meses es su intención de liderar y dar prioridad, durante la presidencia de turno de España en el segundo semestre de 2023, la modificación de la directiva de la miel y que esta sirva realmente para dar transparencia en el mercado.

Confianza en el Ministerio

Hacia el Ministerio mira también el sector apícola de Cooperativas Agroalimentarias de España, que pone ahora su foco en Luis Planas, "y en el apoyo incondicional" que ha mostrado su departamento en los últimos años, para que reclame la "necesaria e irrenunciable" inclusión en el etiquetado de los países de origen de la miel, el porcentaje de cada uno en las mezclas y se identifiquen claramente las mieles calentadas, pero también que se prohíba la ultrafiltración y el secado forzoso.

"Con esta modificación, la Comisión Europea no defiende la apicultura y a los apicultores ante las prácticas desleales, abusivas y poco transparentes de los importadores, los envasadores y la gran distribución, que utilizan la normativa de comercialización de miel para enmascarar su verdadero origen y confundir al consumidor", critican desde esta organización, que manifiesta abiertamente su "profunda decepción y malestar" ante la propuesta de Bruselas.

"Con esta modificación, la Comisión Europea no defiende la apicultura y a los apicultores ante las prácticas desleales, abusivas y poco transparentes de los importadores, los envasadores y la gran distribución"

Las cooperativas coinciden con las organizaciones agrarias en recordar que el cambio planteado por la CE no supone ningún avance porque la obligatoriedad de que la etiqueta de cada bote de miel recoja el listado de países de los que procede el contenido del mismo ya se es una realidad en muchos países europeo, entre ellos España.

Esta organización lamenta, además, no solo que no se hayan escuchado las demandas y necesidades del sector, sino que además Bruselas ha echo oídos sordos a una investigación realizada por la propia Unión Europea cuyos resultados ratifican que la mitad de la miel que consumen los europeos no puede considerarse como tal.

Y recuerda además que como ya explicó el Comité de Organizaciones Profesionales Agrarias europeo (COPA-COGECA) –organización europea que agrupa las cooperativas y entidades agrarias para defender sus intereses delante de las autoridades europeas representando a todos los sectores agrícolas y ganaderos–, si prácticamente uno de cada dos productos melíferos que llegan a la Unión Europea está adulterado, quiere decir que el 20% de toda la miel que se consume en la UE lo está. "Para colmo, algunas de estas mieles falsas entran en la UE a un precio irrisorio de 1,5€/kg desde un número relativamente pequeño de países. Estamos ante una auténtica catástrofe apícola en la UE", advirtió ese organismo.

Mieles.

Jarabes de azúcar y siropes para abaratar los costes y vender a bajo precio

Ha sido la propia Unión Europea la que ha puesto cifras al fraude tantas veces denunciado por las organizaciones agrarias que se comete en las mieles que llegan de países terceros. Unos productos que, además de "falsos", como insistía el sector apícola, entran en Europa en forma de importaciones masivas y, sobre todo, a uno precios demasiados bajos con los que no pueden competir los productores europeos.
Una investigación liderada por la Comisión Europea a traves de su dirección general de Salud y Seguridad Alimentaria, en la que han participado el Centro Común de Investigación de la UE y la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) y que ha involucrado a autoridades de 18 países del continente junta de la UE, evidenció que el 46% de las 320 muestras analizadas eran falsas, es decir, habían sido adulteradas. La cifra se disparaba hasta el 74% si los análisis se centraban en las (supuestas) mieles llegadas de China, y era incluso mayor, el 93% cuando la lupa se ponía sobre las importaciones turcas.
Todas las muestras analizadas de Gran Bretaña y de Zambia fueron consideradas sospechadas. Y aunque los porcentajes de fraude se reducían mucho en aquellos productos llegados de Cuba, Chile, Etiopía, Guatemala o Georgia, es cierto también que el número de muestras analizadas de estos países también fue significativamente reducido.
Un total de 47 fueron las muestras tomadas en las importaciones llegadas a España, y de ellas, según el estudio, 24 fueron consideradas sospechosas, el 51%, un porcentaje mayor que la media europea. Además, la investigación constató que 13 de los 15 operadores en España (es decir, nada mesos que un 86%) importaron productos en esta misma categoría.
La presencia de esta mieles en los lineales españoles y europeos no supone un fraude para la salud de quienes la consumo, en muchas ocasiones, como denuncian las organizaciones agrarias, sin saber lo que adquiere porque el etiquetado es engañoso. Tiene, sin embargo, un importante impacto en la economía del sector, de ahí que se considere a los apicultores europeos como los principales damnificados por estas prácticas. Porque el fraude y la adulteración consiste que contienen siropes o jarabes mucho más baratos que la miel. De esta forma se ‘estira’ el producto, se produce más con menos dinero y se puede ofrecer al mercado a precios notablemente más bajos.

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