Cuando era una niña, Alicia Cirujeda, investigadora del Laboratorio de Malherbología del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), comenzó su colección particular, como muchos de los niños de su edad, incluidos sus hermanos. Pero ella, en lugar de coleccionar cromos de fútbol, piedras de diferentes formas, o recortables de muñecas, decidió ir recopilando semillas.

Años después, Alicia recuerda divertida esta anécdota en la presentación del libro ‘Atlas de semillas de Aragón’, el último de los trabajos bibliográficos que ha realizado, en colaboración con Gabriel Pardo, investigador del mismo laboratorio, y Jorge Pueyo, técnico de Malherbología en el CITA y que se puede adquirir, bajo solicitud, el correo electrónico: publicaciones.cita@cita-aragon.es

Un libro que ha sido editado por el CITA y cofinanciado por el Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2) y la Sociedad Española de Malherbología, y que contiene fotografías y descripciones de 381 especies de semillas y frutos de plantas arvenses (aquellas que crecen en tierras de cultivo, sin haberse sembrado previamente).

Especies que han sido recogidas y almacenadas durante muchos años en el Laboratorio de Malherbología del CITA. Un ingente trabajo de selección y descarte (se fotografiaron más de 500) y que surgió, como todos los grandes proyectos, por el interés de poner los conocimientos adquiridos a lo largo de los años al servicio de la sociedad.

"Nuestros compañeros de Semillas, dependientes del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal, nos pidieron si podíamos hacer una recopilación de las especies más frecuentes en los cultivos aragoneses para poder utilizarlas en presentaciones o darlas a conocer a los becarios que pasaban por el centro. Nosotros nos quedamos sorprendidos, porque estábamos convencidos de que ellos sabían más de este tema, pero nos pusimos manos a la obra, con mucha ilusión y muchas ganas, porque creímos que podría ser un trabajo muy útil para divulgarlas", explica Alicia Cirujeda, quien no puede disimular la alegría que le produce ver editado este libro, "que, en muchos momentos, significaba un punto de desconexión ante la ingente cantidad de datos y cifras con las que trabajamos diariamente los investigadores".

Trabajo minucioso

Parte de la tarea ya estaba avanzada, porque cuando Jorge Pueyo llegó al centro, en 2017, con una beca, mostró su predisposición a fotografiar la colección de semillas de plantas custodiada en el laboratorio de Malherbología. Un minucioso trabajo, que ha ocupado mucho tiempo y esfuerzo por su parte y en el que las semillas se han distribuido en función de sus formas básicas, de su nomenclatura botánica de género y especie; y del nombre popular.

"A la hora de tomar las imágenes, hemos seguido en todos los casos el mismo patrón: colocarlas en un papel milimétrico (para poder hacerse una idea fiel de su tamaño), introducirlas en un cubo de luz y tomar la imagen utilizando un trípode", explica Jorge, quien además de hacer las fotos, se ha encargado de la selección de las mismas junto con Alicia y Gabriel.

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"Es un ejemplar que van a poder consultar muchas personas. Desde los propios investigadores del departamento, pasando por técnicos agrícolas, asesores de campo o los agricultores que, en ocasiones, detectan en sus terrenos semillas de las que desconocen su procedencia", indica Gabriel Pardo, quien en sus años de infancia y juventud, muchas veces observaba las semillas que se enganchaban a sus calcetines mientras ayudaba a su padre en tareas en el campo y con el rebaño, en Ara, su pueblo natal. "Ahora cuando veo en las fotos de Jorge las semillas aumentadas, me parecen mucho más bonitas aún".

"Y también puede ser muy útil fuera del sector agrícola, para arqueólogos o paleontólogos que necesiten identificar semillas que han encontrado en sus investigaciones sobre restos escondidos durante siglos", concluye Alicia Cirujeda.