Padres con hijas con altas capacidades: "Solo queremos que vayan felices al colegio como cualquier niña"

María Pilar Giménez y José Antonio Iglesias relatan cómo es la lucha de las familias con niños diagnosticados con un alto potencial intelectual.

María Pilar Giménez y José Antonio Iglesias, con sus tres hijas
María Pilar Giménez y José Antonio Iglesias, con sus tres hijas
Toni Galán

María Pilar Giménez y José Antonio Iglesias son padres de tres hijas con altas capacidades, aunque ninguna ha sido valorada e identificada como tal por la Administración.

Con su hija mayor Valeria, de 9 años, se toparon con el "negacionismo", como lo denomina el padre, de algunos profesionales de un colegio público que consideraban que no era necesario valorarla a pesar de que tenían dos informes privados que la diagnosticaban como tal.

Al final, cuando el pasado curso Valeria empezó a "no querer ir a clase, decía continuamente que le dolía la cabeza", y cambió su carácter, "tanto en casa como en el aula, ya que nunca había dado ningún problema", decidieron buscar otro centro "en el que se le atendiera y entendieran sus circunstancias", cuenta la madre. Ahora estudian en un colegio privado y se sienten unos privilegiados porque ellos tienen "una alternativa a la que otras familias en nuestra misma situación no pueden acceder".

Estos padres descubrieron que la niña tenía altas capacidades por casualidad. "En infantil una profesora nos comentó que era muy introvertida y que por el tema emocional sería interesante hacerle un estudio psicopedagógico. Para nuestra sorpresa nos encontramos con las altas capacidades, no nos lo habíamos planteado, pero surgió que en los razonamientos y la psicomotricidad había mucha diferencia con los niños de su edad", recuerda María Pilar. De hecho, al pasar a Primaria le hicieron un nuevo examen que confirmó el diagnóstico.

Aunque intentaron que la orientadora conociera en primera persona su caso y la evaluara se encontraron "con una pared", como define José Antonio la situación que vivieron. Lamenta que persiste el estereotipo de que "los niños con altas capacidades son de todo dieces, cuando no necesariamente tiene que ser así".

Con las mellizas de 5 años, Eider y Laia, vieron "claro" que una de ellas daba signos de ser un alumno con altas capacidades, aprendió a leer, sumar y restar bastante antes de lo habitual. Subrayan que tener a sus hijas identificadas les interesa para que los profesores trabajen con ellas y las estimulen: "Solo queremos que vayan felices al colegio como cualquier niña". Ahora Valeria, que quiere ser cantante y "devora" libros, "por primera vez la vemos estudiar y con ganas de aprender", concluye su padre.

María Pilar Giménez y José Antonio Iglesias no son una excepción en Sin Límites Asociación Aragonesa de Altas Capacidades, una agrupación a la que pertenecen más de 400 familias con hijos diagnosticados con un alto potencial intelectual, aunque muchos no son evaluados ni registrados por Educación. Aragón cuenta solo con 180 alumnos reconocidos con altas capacidades, según los últimos datos publicados por el Ministerio y correspondientes al curso 2020-2021. Una cifra muy baja que coloca a la Comunidad como la última región en número, solo por delante de Ceuta y Melilla.

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