entrevista 

José Manuel Bandrés: "Los jueces del CGPJ no pueden ocupar puestos para hacer política partidista"

El magistrado aragonés del Tribunal Supremo presenta su libro "El derecho a la ciudad y el buen gobierno urbano" y defiende la ciudad de Zaragoza.

El magistrado aragonés, José Manuel Bandrés, del Tribunal Supremo, delante de la casa de Juan Moneva y Puyol.
El magistrado aragonés, José Manuel Bandrés, del Tribunal Supremo, delante de la casa de Juan Moneva y Puyol.
Guillermo Mestre

José Manuel Badrés (Jaca, 1955) es un magistrado aragonés del Tribunal Supremo que no pudo ser elegido entre los progresistas para entrar en el Tribunal Constitucional, pero lo llevo con mucha entereza. Cree que el Parlamento debe llegar a un acuerdo con la renovación del Consejo General del Poder Judicial, antes de que España asuma la presidencia europea el próximo 1 de julio. 

Este jueves acudió a la Universidad de Zaragoza, donde él estudió en la Facultad de Derecho con los profesores Lorenzo Marín Retortillo, Ramón Sainz de Varanda y José Luis Berdejo, para presentar su libro 'El derecho a la ciudad y el buen gobierno urbano', que dedicó a esos maestros que lo formaron en los 70. Especial recuerdo tiene para el preparador Epifanio López Fernández Gamboa y su despacho en la calle Sanclemente, donde le hacen la fotografía que ilustra esta entrevista en la histórica casa de Juan Moneva y Puyol.    

¿Cómo asume haber estado en el candelero para ir al Constitucional por los progresistas y al final no entrar?Lo relevante era que las instituciones se renueven, sobre todo singularmente el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial o la presidencia del Tribunal Supremo, que deben hacerlo en plazo. Era el objetivo prioritario de cualquier magistrado del Supremo y, por lo tanto, hay que respetar siempre las decisiones del CGPJ para elegir a los más adecuados o más idóneos.

¿Va a llegar la renovación del CGPJ por fin?Confiamos en que la presidencia europea por España comprometa a los partidos estatales, que tienen esa capacidad con mayorías en el Congreso y el Senado, para emprender esa renovación antes del 1 de julio. Hay una llamada directa de los comisarios europeos y de la presidenta de la Unión Europea. Creo que en la democracia constitucional en España, como los países ya con un régimen consolidado, es importante el principio de que los mandatos sean temporales. Es la esencia de la democracia. ¿Qué pasaría si nos encontráramos un alcalde que estuviera más de cuatro años en la alcaldía? O si pasara con los diputados, senadores, o el Gobierno. Hay una limitación porque la democracia es la limitación del poder y el elemento fundamental es el mandato temporal. Los vocales del Consejo tenían el límite de cinco años y en los magistrados del Constitucional era de nueve. No puede haber una anomalía en la que no haya un acuerdo cuando se han pasado ya cuatro años. El presidente Carlos Lesmes adoptó la decisión de dimitir (del CGPJ) y esta semana lo hizo otra vocal, Concha Sáez. Creo que la senda institucional, sobre todo los juristas que aprendimos en las facultades y nos identifica en la carrera profesional, es el respeto de la Constitución y la ley porque somos los cuidadores de que se apliquen correctamente en toda clase de conflictos.

¿El Poder Judicial se gestiona igual en todo el mundo? Hay que darle una solución al conflicto institucional y que se adopte en el Congreso de los Diputados, de manera mayoritaria, porque diferirla a un tiempo ulterior produce desventajas para el sistema y la comunidad jurídica. En el Supremo se provoca que no se pueden hacer nombramientos en todos los tribunales y la carrera profesional de muchos jueces queda hibernada, como ocurre con los que aspiran a ser magistrados o presidentes de audiencias o de tribunales superiores. Hay una parálisis de la Administración de Justicia que va en demérito de la institución y la desconfianza de los ciudadanos porque no son capaces de entender el motivo por no llegar a un acuerdo. El Poder Judicial lo encarna el Tribunal Supremo y los tribunales de justicia. Hay una interpretación inapropiada de la Constitución porque se considera que la cúpula judicial es el Consejo (General del Poder Judicial) cuando en realidad en todos los países es el Supremo, como en Estados Unidos, Francia o Italia. Los consejos son órganos instrumentales de gestión del estatuto jurídico o si hay ascensos o temas del régimen disciplinario porque tienen un papel residual. En España ha habido una confusión en la lectura constitucional porque es un órgano donde interviene el Parlamento en el ámbito de la política judicial. Así, interfiere en algo sagrado para el poder judicial que es la independencia, la imparcialidad y la neutralidad política. No podemos asimilar que los jueces ocupen puestos del Consejo para hacer política partidista, no de Estado, y eso es incompatible con una estructura del poder.

¿Por qué ha escrito su libro sobre el derecho y la ciudad?Primero como homenaje y legado a los maestros de la Facultad de Derecho de Zaragoza que nos enseñaron el derecho urbanístico y su dimensión comunitaria en beneficio de la sociedad y el bien común. Sobre todo los profesores Lorenzo Martín Retortillo, Ramón Sainz de Varanda y José Luis Lacruz Berdejo nos crearon esa necesidad de hacer una ciudad agradable. Participaron en la Constitución de 1978 y determinaron el poder municipal de las ciudades como parte fundamental del Estado constitucional porque son escuela de la democracia. Muchos alcaldes se proyectan después a la política nacional pero el lugar donde empiezan a conocer la Administración pública, gestionar los intereses colectivos y equilibrar lo que hagan para todos los ciudadanos, más allá de sus votantes, son los municipios. Es un elemento fundamental, nuclear en la construcción del Estado constitucional. Si los alcaldes tienen comportamientos democráticos, de respeto a las minorías o actuaciones en favor del interés general, eso se proyecta en la política nacional y nos olvidamos de la confrontación que es dañina para el funcionamiento del sistema democrático.

Entre sus resoluciones del Supremo le tocó decidir la independencia de Villamayor respecto de Zaragoza…Es un tema que reflejamos en el libro al hablar sobre las grandes ciudades metropolitanas, que eviten las concentraciones de barrios y otorguen cierta autonomía con capacidad de decisión. Este es un fenómeno global. Zaragoza tiene un tamaño medio y es perfecta para la convivencia ciudadana. Ahora se ha puesto de moda la ciudad de los quince minutos. Zaragoza permite esas centralidades del paseo de Independencia, plaza de España y plaza de Aragón, donde están los centros comerciales, y que cada barrio tenga su vida colectiva para participar plenamente con sus consejos. Es una ciudad de socialización colectiva para responder a los ciudadanos de manera más cercana para ellos.

¿Casi sin saberlo, Zaragoza es una ciudad modelo?Por su tamaño y dimensión, dentro de un escenario mundial lo es. Hay muchas ciudades con problemas de degradación urbana, con apartheid. En los 70, recuerdo que el alcalde Sainz de Varanda se enfrentó con la erradicación del chabolismo. Estamos en una ciudad del primer mundo y un tamaño apropiado, que tiene una movilidad funcional, y una aproximación a los servicios sanitarios y educativos que permite un entorno agradable. La peatonalización que se abrió en los últimos años y la llegada de los tranvías, un medio de transporte que es cómodo y no provoca contaminación, crea una ciudad más amable con los estándares que queremos para el futuro. Serían más cálidas y amables en temas medioambientales, como aquí tenemos la ventaja del cierzo, y que sean cercanas a los ríos, un tema fundamental en la centralidad.

¿Para Zaragoza la Expo fue fundamental en 2008 con su relación con el Ebro?Cuando estudiaba en la Facultad de Derecho, vivíamos de espaldas o al margen del río (Ebro). Y el Huerva era un cauce infectado. Las obras de regeneración ayuda a darle a la ciudad un estilo agradable, como la intercomunicación de Zaragoza con las grandes ciudades, Barcelona. Madrid y Bilbao.

Al estar en el quinteto del país, la capital aragonesa está en el mapa y le ayudó haber recibido el segundo AVE (Madrid-Zaragoza-Barcelona)… ¿Vamos a aparcar los coches?En casi todas las ciudades europeas se apuesta por la peatonalización para que las personas anden más, por motivos de salud, y de conexión. Por eso los barrios están más integrados con la ciudad y esta es más amable.

¿Cómo ve la situación de apoyo de España a Ucrania con diez tanques Leopard que salen del cuartel de Casetas y con una ministra jurista, como usted?Lo relevante es la defensa europea porque España se ha alineado con la Unión Europea y la Alianza Atlántica, a las que pertenece, y ha sido un socio fiable. Desde la justicia, vemos que hay que mejorar la calidad democrática de nuestros estados y defenderla ante algunos fenómenos agotados de las democracias. Hay que cuidar la Constitución frente a las amenazas de un mundo polarizado que busca hegemonías a través de las guerras. España está comprometido con la UE y las políticas de conservación del territorio son necesarias para la paz mundial, siguiendo las directrices de la ONU en estos conflictos armados. Este afecta a Europa y a la defensa de sus valores de civillización en Occidente con la división de poderes, el respeto a la autoridad judicial y observancia de la ley, que pueden estar en peligro. España defende la paz de la carta de Naciones Unidas.

En Zaragoza se convive con una presencia militar amplia.En Zaragoza está muy integrada la Academia General Militar, con los cadetes de Tierra, en la Universidad de Zaragoza y hay una simbiosis entre las dos instituciones en defensa de los valores comunes. España es un país pacifista pero es necesario hacer una política defensiva para eso, con lo que aporta Zaragoza con sus suelos estructurales.

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