Mujer, empleo y discapacidad: un reto de todos

El artículo 2, apartado 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, elaborado en el siglo pasado, en 1948, recoge que "toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo". Pero, casi un siglo después, la búsqueda de un empleo estable y digno continúa siendo uno de los grandes retos de las personas con discapacidad, en general, y de las mujeres con discapacidad, en particular.

Así ha quedado de manifiesto esta semana con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, celebrado este pasado 8 de mazo. Una jornada reivindicativa en la que se han dado a conocer datos que no dejan lugar a la duda.

De hecho, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística, en España hay 818.200 mujeres con discapacidad en edad laboral, y de ellas, solo trabajan 191.000, lo que supone un 23% del total. Además, en esta franja, comprendida entre los 16 y los 64 años, únicamente un 10% se encuentran buscando empleo, y casi el 66% ni trabaja ni está interesada en buscar empleo.

Y entre todas ellas, las mujeres con movilidad reducida son las que mayor índice de empleabilidad presentan, al contrario que aquellas con discapacidad intelectual, que son las que menos acceden al empleo.

En este sentido, Vanesa Monteagudo, vicepresidenta de la asociación aragonesa Los que no se rinden, creada por personas con discapacidad intelectual para representarse a sí mismos, asegura que "aunque los niveles de contratación de mujeres con discapacidad son bajos en todos los casos, tanto en discapacidad física, como sensorial o intelectual, es en este último caso donde menos contratos se firman y esto es una lucha constante de nuestra asociación".

Razones sociales y culturales

Una situación que, según Vanesa Monteagudo, puede estar motivada por muchas razones, tanto de índole económica, como social o cultural. "Podemos hacer mención a la sobreprotección de las mujeres por parte de sus familias, pero también a la falta de confianza de los contratadores, empresarios a los que les pedimos que abran su mente porque podemos trabajar en muchos sitios y hacerlo bien, porque estamos preparadas, nos hemos formado y queremos demostrarlo", insiste.

Confianza y falta de prejuicios. Estos son de los argumentos que, según los colectivos implicados en este tema, fomentarían la contratación. Y así lo apuntan desde la Confederación Estatal de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe), cuyos responsables señalan que existen una serie de prejuicios sociales que limitan el acceso al empleo de las personas con discapacidad, como que no pueden realizar un trabajo productivo de forma correcta o que están enfermas y por lo tanto tendrán elevadas tasas de absentismo laboral.

Consciente de este hándicap, Miriam Herrero, presidenta de la Asociación Aragonesa de Mujeres con Discapacidad (Amanixer), asegura que, desde esta entidad, "reivindicamos que se acabe con los estereotipos negativos que existen sobre las mujeres con discapacidad a la hora de acceder al mercado laboral y ser contratadas, a la vez que se establezcan medidas para incentivar nuestra contratación».

Además, hay que destacar la brecha que existe entre el salario de las mujeres con discapacidad que fue, en 2022, de 19.237,4 euros de media por trabajadora y año, mientras que para los hombres fue de 21.995,9 euros, lo que significa un 12,5% inferior al de los varones.