La estación de Canfranc, una rehabilitación de décadas

Tras su cierre en 1970, el recinto se abandonó a su suerte hasta las primeras intervenciones de 2005  y de forma intermitente, culminando en la gran obra recién inaugurada.

La estación de Canfranc y su entorno llevan años de rehabilitación.
La estación de Canfranc y su entorno llevan años de rehabilitación.
V.M.

La belleza modernista del edificio central y la mastodóntica obra de ingeniería que se intuye al contemplar el entorno son innegables. La antigua estación internacional de Canfranc sobrecoge y deslumbra por igual al visitante. Una cualidad reservada a pocos lugares en el planeta. En julio de 1928, el rey Alfonso XIII  inauguró por todo lo alto el recinto de 200.000 metros cuadrados, marcando para siempre su destino como lugar especial y forjador de historias.

La reconversión de la estación en hotel de lujo ha recuperado el esplendor que tuvo el edificio central antes de que Franco cerrara la parte española en 1944 (el cierre definitivo se produjo en 1970). La antigua estación tenía una superficie de 9.162 metros cuadrados. La fachada y las marquesinas fueron declaradas Bien de Interés Cultural en 2002. 

En 2005, se inició el primer proyecto de rehabilitación del edificio dirigido por el arquitecto Pérez Latorre. En 2013, los alumnos de la Escuela de Conservación y Restauración de Huesca bajo la tutela de Ignacio Mustieles restauron el vestíbulo. La intervención ganó en 2018 el premio internacional ‘Golden’ de restauración y fue durante unos años un pequeño museo sobre la historia de la estación.  

Actualmente, la estancia alberga la recepción del hotel. Lleva la firma del estudio de interiorismo IlMioDesign que se ha inspirado en la estética de las antiguas estaciones y trenes de lujo de largo recorrido de los años 20.

En la parte superior se pueden observar unos relieves con la alegoría de Mercurio, dios protector de los viajeros y favorecedor de las buenas relaciones comerciales.

En una de las primeras intervenciones, se reforzó la estructura metálica del tejado colocando una nueva sobre la original que estaba muy deteriorada. Además se afianzó el recubrimiento del tejado con una capa de madera. Para proteger el tejado y el edificio de las inclemencias meteorológicas, se construyó un andamiaje metálico sobre la cubierta.

En el edificio hay 424 ventanas, si se suman a las 396 de las fachadas, las de los torreones y el vestíbulo. En la intervención de 2007 se dotó de un revestimiento de zinc a las ventanas para evitar filtraciones. 

En esta última rehabilitación, una empresa de Cabañas de Ebro ha instalado unas ventanas de última generación, sonoaislantes y de seguridad que combinan el PVC con el gas para asegurar un sellado óptimo, tal y como exige la normativa Passivhaus de eficiencia energética. Además, los modernos revestimientos son de color verde oscuro emulando a los originales de madera.

El tejado conserva la ornamentación floral original, mientras que en los dos torreones de los extremos se construyeron unas chimeneas nuevas.

Hay ocho lámparas originales en el vestíbulo que se fueron colocando por fases durante la primera mitad del siglo XX. Son modernistas, de estilo floral, de latón y vidrio soplado a la antigua usanza por un vidriero artesano de Irún. La Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Aragón las ha restaurado y bautizado. Todas ellas tienen nombre propio: Jorge, Valero, Vicente, Lorenzo, Pilar, Jara, Salas y Cilles.

Debajo de toda la estructura se encuentran los cimientos de 13 metros de profundidad (la misma altura que en la superficie). Fue la primera obra civil de España en la que se utilizó hormigón armado. Este material es lo que ha permitido que la edificación haya soportado tan bien el paso del tiempo sin venirse abajo. La galería subterránea se rellenó con material retirado de la excavación del túnel de Somport y su construcción obligó también a desviar el curso del río Aragón.

Un nuevo entorno que no pierde su esencia ferroviaria

El proyecto de rehabilitación engloba todo el entorno. Ya se ha construido la nueva estación de tren con una superficie de 1.000 metros cuadrados, se han desviado las vías para alejarlas del hotel y se ha inaugurado parte de los 47.000 metros cuadrados de zona verde proyectados. La obra final incluye la construcción de viviendas y un museo del ferrocarril.

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