¿Cómo va a acabar el sector turístico del Pirineo aragonés este 2022?

Yo creo que va a ser el mejor de la historia. Hicimos una gran temporada de invierno y una muy buena temporada de verano porque perdimos algo de clientela nacional prestada del año anterior al tener más movilidad y hacer más viajes, pero por contra recuperamos mercado extranjero, festivales...

¿Esperaban una recuperación tan rápida después de la pandemia?

La verdad es que no. El primer trimestre todavía hubo un impacto fuerte de la variante ómicron que golpeó mucho al turismo urbano, más subordinado a mercados exteriores. Pero nosotros, al depender más del nacional, lo salvamos muy bien porque se percibió con la pandemia que la montaña es un espacio seguro al estar al aire libre.

El ansiado proyecto de la unión de estaciones cada vez está más cerca de ser una realidad. ¿Qué supondrá?

Un gran salto porque con la unión de Candanchú, Astún y Formigal podremos competir con las grandes estaciones de los Alpes franceses y con Andorra. Antes, el mercado de la nieve era muy disperso y, de hecho, hay muchas pequeñas estaciones de esquí, pero ahora el cliente busca grandes espacios para poder estar cuatro o cinco días disfrutando de pistas diferentes.

Eso fomentará las largas estancias.

Sí, ese es nuestro reto. Porque de los 120 días que abrimos en la temporada de esquí, tenemos un gran éxito en fines de semana, las vacaciones de Navidad, Carnaval, fechas especiales... Pero necesitamos fomentar el esquí de domingo a jueves porque es el 60% de la semana, cuatro días de los siete.

¿El sector del esquí sigue teniendo capacidad de crecimiento?

La nieve se está poniendo de moda porque además de una actividad deportiva es vacacional para disfrutar en familia, con amigos... También hay una parte importante de ocio ‘apreski’ que atrae a muchísima más gente, una oferta gastronómica importante, excursiones, esquí de fondo... Hay muchas más actividades y nuestro mercado sí tiene capacidad de crecimiento a nivel nacional. Además, nosotros estamos trabajando bien el mercado portugués y el francés, pero este último, por ejemplo, es enorme. Hay que tener en cuenta que en España vendemos unos 5,5 millones de forfaits cada temporada y solo los Alpes franceses llegan a 65 millones. Allí hay mucho margen.

¿Es compatible ese desarrollo con mantener los criterios de sostenibilidad que tanto propugna Europa?

Yo creo que es muy compatible. Es innegable que utilizamos recursos naturales con un fin económico, pero en nuestro caso es solo un 3% del Pirineo en Huesca. Lo que hay que hacer es utilizarlo lo mejor posible para que ese 3% sea capaz de competir con otros destinos. Lo que tiene poco sentido es que tengamos instalaciones caducas que no sean competitivas. Ya que lo estamos haciendo, nuestra responsabilidad y obligación es hacerlo lo mejor posible.

¿Qué le pedirían a las administraciones? ¿Miman suficientemente a la nieve viendo su gran peso en el PIB?

Lo que tienen que hacer es creerse de verdad este proyecto y este modelo. Pueden buscar otras alternativas turísticas pero la joya de Aragón y lo que nos va a permitir traer clientes de calidad que dejen dinero en Huesca es el esquí, que es donde somos altamente competitivos por nuestros recursos naturales. Por eso, les pediría que inviertan en el sector con continuidad aunque haya cambios de gobierno.

Y las empresas, ¿cuales son los principales retos que deben afrontar?

Nuestro principal problema es la estacionalidad y por eso cuanta más ocupación lineal entre semana consigamos, más gente estará dispuesta a montar negocios. Además, está habiendo un cambio de modelo. Ya no vale eso que hemos vivido todos en el sector del padre, la madre y el hijo trabajando 16 horas al día. Las nuevas generaciones están formadas y quieren hacerlo de manera más profesional, con productos novedosos, precios mayores...