Los expertos apuntan a la transformación como eje impulsor de la trufa negra en Aragón

Auguran un "futuro alentador" al sector pero recomiendan trabajar en la elaboración de productos transformados.

Expertos en una jornada sobre truficultura en Zaragoza.
Expertos en una jornada sobre truficultura en Zaragoza.
Ciheam

La colaboración entre truficultores y científicos ha conseguido que la producción de trufa negra, en la que Aragón es líder indiscutible, haya aumentado notablemente en los últimos años y, además, se hayan estabilizado las fuertes oscilaciones anuales en la oferta de este diamante de la gastronomía. Falta, sin embargo, camino por recorrer. Y es que este sector encara "un futuro alentador" hacia el que hay que avanzar insistiendo en la calidad, en la seguridad alimentaria, en la conservación de la trufa y, especialmente y sobre todo, en la elaboración de productos transformados.

Es una de las recomendaciones lanzadas por los expertos -científicos, representantes de las administración, truficultores y empresas del sector- que han participado en las jornadas sobre comercialización y transformación de la trufa, organizadas por la Asociación Interprofesional para el Desarrollo Agrario (IDIA) en la sede zaragozana del Centro Internacional de Altos Estudios Agronómicos Mediterráneos (Ciheam).

Los expertos recuerdan que alrededor de la trufa giran numerosas actividades económicas, desde viveros de planta micorrizada, empresas de riego, adiestradores de perros para la recolección o empresas de transformación. Todo ello ha convertido al sector en un elemento de desarrollo rural y fijador de población.

"Desde un punto de vista socioeconómico la trufa es muy importante porque fija población en zonas rurales que están habitualmente despobladas y que además no suelen ser óptimas para la producción de otras especies vegetales", destaca Pedro Marco Montori, investigador del Laboratorio de Truficultura del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) y miembro del comité organizador de las jornadas de AIDA. Unas cualidades que se verán potenciadas con una mayor apuesta en las etapas más avanzadas "del campo a la mesa". Lo explica Montori, que insiste en que "el mero hecho de que ahora, además de la producción primaria, empiece a haber industria de productos transformados indica que se van a generar empleos de mayor calidad en un entorno rural y estables durante todo el año; se va a fijar población, y se va a generar un valor económico añadido que se va a quedar en el territorio".

Formación y, sobre todo, colaboración para mejorar la organización del sector, aumentar su valor y dar a conocer su complejidad son otros de los retos a los que se enfrenta la truficultura.

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