Javier Remírez: "Percibo más generosidad que egos en el mundo del arte"

El pintor, también conocido como Remy, expone una veintena de sus obras hasta final de septiembre en el Espacio Joven Ibercaja.

Remy, junto a dos de sus obras expuestas en el Espacio Joven.
Remy, junto a dos de sus obras expuestas en el Espacio Joven.
Francisco Jiménez

Tiene en su estudio un retrato de E.T. con Michael Jackson.

Supongo que soy producto de la cultura pop y que en mi trabajo han influido mucho los medios de comunicación. De adolescente me operaron y tuve que estar convaleciente varios meses. Entonces me alquilaba tres o cuatro películas del videoclub al día: me di auténticas panzadas de cine americano sin mucho criterio.

¿‘Los Goonies’ y compañía?

La primera película que fui a ver al cine fue con mi madre fue ‘E.T’. Me encantó. La segunda fue ‘Laberinto’, en la que sale David Bowie de malo en plan ‘glam’, y me dio muchísimo miedo. Con los años ya tiré hacia por John Carpenter, ‘Blade Runner’, la ciencia ficción...

Algo de ciencia hay en su obra...

Mucho. Quiero mostrar realidades que no se contemplan en la vida cotidiana. Con los cuadros abstractos y expresionistas busco representar las ondas electromagnéticas, las partículas, la formación de la materia...

Sería usted un crack en las matemáticas...

Me han horrorizado desde siempre. Yo lo que hago es romper la geometría y llevarla a mi terreno.

Pero se documentará de alguna manera...

Consumo vídeos de divulgadores científicos que no son tan ajenos al arte como pudiera parecer. La computación, por ejemplo, son todo unos y ceros, pues en el lienzo es todo blanco y negro. La física cuántica dice que las dos cosas pueden pasar a la vez y eso abre la paleta de grises.

Vaya, que no le llama hacer paisajes más clásicos y academicistas.

Soy una persona muy visual y del arte me atrae su componente de visceralidad. Hasta en los cuadros figurativos está el accidente.

¿El error inspira?

Equivocarse es importante en todos los aspectos de la vida. Si está todo medido o planificado, ni la pintura ni el artista tienen espacio para expresarse.

¿Qué quiso ser antes de artista?

Me gusta mucho el baloncesto y en un momento de mi vida me querría haber dedicado a eso, pero había que elegir entre los estudios y el deporte... Yo, de pequeño, quería ser negro. Veía a Michael Jackson y Michael Jordan y me parecían seres fantásticos. Eran auténticos ídolos.

¿Tenía referentes artísticos en la infancia?

De niño me encantaba el Greco, me llamaba mucho la atención cómo distorsionaba las formas. Luego ya me interesé por el impresionismo y de ahí fui a las vanguardias, sobre todo, el cubismo y la abstracción. Luego Basquiat, Saura, Pollock, Picasso...

Hay quienes dicen que eso lo pinta un niño de 3 años...

Criticar la obra es el primer paso para ir interesándote por el arte. Si esto te disgusta, habrá otra cosa que te convenza.

¿Le interesa la actualidad?

A veces me gustaría que mi arte fuera más político, pero no, no es testigo de la actualidad. Lo que hago espero que genere preguntas y, como si fuera una nota que dejas en el camino, que a otra persona le pueda ser útil en sus propósitos.

Gestiona también una sala de arte llamada Espacio Tiempo.

Es mi taller, mi refugio y el laboratorio en el que voy a jugar: un espacio donde converger con creadores cercanos y de fuera.

¿No hay egos ni rencillas en estos mundos creativos?

A veces, químicamente, conectas con otro autor y todo fluye. Otras no, pero yo he percibido más pureza y generosidad que otra cosa. El arte no está para hacerse rico... Acaso interiormente.

Pero tampoco le ha ido mal...

Me mantengo. No muy boyante.

¿Cuál es su museo preferido?

Me encantó Es Baluard, el museo de arte moderno de Palma de Mallorca. Tienen Barceló y un Broto muy expresionista.

¿Y su obra predilecta? ¿Guarda tesoros en casa?

Tengo una de Víctor Mira que se llama ‘Principio y final’ y otro cuadro de Jorge Vicén con quien intercambié obra.

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