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Cinco historias de perros en Movera

Los animales acogidos en el centro de la Diputación Provincial de Zaragoza tienen sus biografías y caracteres, y es bueno conocerlos antes de adoptar. Allí tienen un centenar de perros acogidos. 

Los perros que están en la protectora de Movera.
Los perros que están en la protectora de Movera.
Centro de Protección Animal de la DPZ

Este jueves se ha celebrado el día mundial del perro y HERALDO ha optado por vivirlo en el Centro de Protección Animal de la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ), situado en Movera, conociendo la historia de cinco de sus inquilinos.

El centro acoge un centenar de perros abandonados procedentes de toda la provincia y su objetivo es preparar sus adopciones para entregar los animales a los interesados. Del centenar que tienen hay una veintena de canes “externalizados” en varias guarderías, donde los ciudadanos pueden acogerlos.

Habitualmente, estos perros no suelen llevar microchip cuando los encuentran  y entran en una etapa de espera para ser acogidos o adoptados. En el último año apenas en dos casos se ha localizado a los propietarios. Cuando esto ocurre, se les llama y se espera a ver cómo reacionan. 

A veces, los dueños no acuden a recogerlos aún estando localizados, así que se trasmite esa información a la Policía, que puede interponerles una denuncia por abandono y en algunos casos puede llegar hasta los juzgados.

A los tres días de estar en el centro 

“Cuando pasan tres días en el centro de protección sin localizar a los propietarios iniciamos los trámites de adopción de los animales”, detalla la veterinaria Elisa Martín Castel, de 30 años, que es la responsable de la gestión de las instalaciones que la DPZ dispone en el barrio rural de Movera. “Suelen llegar también muchos cachorros (a menudo con los padres) y son los primeros que salen, se les adopta de forma muy rápida”.

En este lugar, gestionado por el Centro Técnico Veterinario (con una plantilla de dos veterinarios y cuatro operarios), se les coloca un chip para identificarlos, se les vacuna contra la rabia y además proceden a la desparasitación.

La veterinaria detalla que tienen páginas colgadas en Facebook (Adopción Diputación Zaragoza) y en Instagram (Adopciones DPZ) para que se pueda conocer a los animales. Para el público, están abiertos de lunes a domingo, de 10 a 14, y no acogen a los animales que sean entregados por los propietarios.

“En lo que va de año llevamos unas 169 entradas de perros y unas 130 salidas para adopciones”, detalla la veterinaria, quien señala que las cifras en 2021 fueron 200 llegadas y las mismas salidas. Los meses de verano no son fáciles para encontrar adopciones porque los animales suelen acogerse más en Navidades y los abandonos coinciden con las vacaciones estivales.

Agrega que algunos de los animales que recogen pueden tener miedo al hombre, sea por falta de sociabilidad o porque han sufrido agresiones.

El perro Everest, un dogo argentino, tuvo que recibir la eutanasia por no recuperar la leishmania.
El perro Everest, un dogo argentino, tuvo que recibir la eutanasia por no recuperar la leishmania.
Centro de Protección Animal de la DPZ

EVEREST O EL PERRO TRISTE

La veterinaria Elisa Martín relata que hace unos días tuvieron que aplicar la eutanasia humanitaria al perro Everest, debido a la enfermedad conocida como Leishmania que le había generado un fallo renal y no respondía a los tratamientos. Era un dogo argentino que llevaba tres años en el centro de Movera de los siete que tenía.

“Nos dio mucha tristeza porque era bueno con las personas, lo paseábamos con la correa y no se cargaba el chenil (su jaula)”, precisa. Fue perdiendo peso y optó por dejar de comer, una situación que le llevó a sus últimas horas.

El animal tuvo un fallo multiorgánico con muchas partes afectadas, pero lo peor fue el riñón. El tratamiento que le aplicaron le hizo bajar de 35 a 20 kilos, y además no se recuperó. Por su raza entraba dentro de los animales peligrosos, pero los trabajadores del Centro de Protección Animal defienden todo lo contrario y lo van a añorar.

El perro Honorio fue abandonado en Grisén y es un cruce de los American Stanford.
El perro Honorio fue abandonado en Grisén y es un cruce de los American Stanford.
Centro de Protección Animal de la DPZ

HONORIO, EL STANFORD COMPULSIVO

El perro Honorio va a cumplir cinco años y llegó en 2019 desde Grisén al Centro de la DPZ bajo el sambenito de "peligroso" porque se trata de un American Stanford, una raza PPP o Perros Potencialmente Peligrosos. La veterinaria defiende que el animal no es peligroso y su problema es que se comporta de manera compulsiva porque suele chupar los paredes de su chenil (término como se denomina el box donde se encierra por la noche los animales).

“Va a cumplir cinco años y en los dos que lleva en la perrera de Movera nadie se ha interesado por adoptarlo. Aunque califican o condenan su raza como peligrosa eso es un filosofía errática con este tipo de perros. Honorio puede tener más control que un Pit Bull o un pastor belga”, defiende Elisa Martín, e invita a los interesados en consultar las páginas de Facebook e Instagram para comprobarlo con sus propios ojos.

La perra Nala fue abandonada en Calatayud y entró el Centro de la DPZ en abril de 2019. Fue adoptada, pero la devolvieron.
La perra Nala fue abandonada en Calatayud y entró el Centro de la DPZ en abril de 2019. Fue adoptada, pero la devolvieron.
Centro de Protección Animal de la DPZ

NALA O LA PERRA MESTIZA QUE NECESITA ESPACIO

La perra que bautizaron en el centro como Nala es una mestiza que llegó en abril de 2019 procedente de Calatayud, donde la encontraron abandonada. Es un animal que necesita mucho espacio para desplegarse porque tiene mucha energía y acumula una cierta ansiedad, según el análisis de la veterinaria.

Así como sus compañeros anteriores no salieron de Movera, Nala fue adoptada hace un año pero a los tres días estaba de vuelta porque la devolvieron. Sus nervios le llevan a veces a morder para pasar la ansiedad o si se queda sola hace algún destrozo, pero Elisa considera que este animal tiene sus posibilidades con una familia que le dedique tiempo para que supere sus nervios.

Este animal nació en 2015 y llegó al centro cuatro años después. Aunque no tiene raza definida, su mejor doma es tener amplitud de terreno para desahogarse y no morder.

Los perros Quinoa y Quetzal, que pueden ser madre e hijo, en el Centro de Protección de Animales de la DPZ.
Los perros Quinoa y Quetzal, que pueden ser madre e hijo, en el Centro de Protección de Animales de la DPZ.
Centro de Protección Animal de la DPZ

QUETZAL Y QUINOA, HIJO Y MADRE INSEPARABLES

¿Qué sería de Quetzal, de 2 años, y su supuesta madre Quinoa, de 4, si les hubiera cogido el gran incendio esta semana en Ateca? Resulta que ambos llegaron desde esta localidad zaragozana este año al centro de la DPZ junto a dos cachorros, que fueron adoptados inmediatamente. Son de una clase de cruce de perro pastor que tienen su vida tan definida que invita a que no vuelvan a separarse, según lo valora la veterinaria.

Quinoa, una perra de tamaño medio que pesa 22 kilos, fue adoptada poco después de llegar a Movera, pero la separación de su hijo Quetzal (pesa 18 kilos) le condujo a escaparse del domicilio de Zaragoza donde lo llevaron para volver a verlo.

Esa situación compleja entre los dos animales les lleva a buscarse entre ellos: el hijo también llegó hasta a huir de su chenil, como si hubiera perdido a su madre para siempre. “Quetzal es hiperactivo con ella y tienen una vida en paralelo. Juegan mucho entre ellos, pero duermen alejados”, describe la veterinaria. Al final, la vida les volvió a reunir en el centro y la necesidad que muestran de nuevo de estar juntos les lleva a estar en un único lote ante una posible adopción futura.

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