Sin techo y con una fuente para aliviar al calor en Zaragoza

Cruz Roja refuerza su presencia en la calle para atender a los transeúntes por la noche. Está pendiente de que beban suficiente agua y se protejan en las horas de más sol.

DISPOSITIVO ESPECIAL DE CRUZ ROJA POR LA OLA DE CALOR PARA AYUDAR A LAS PERSONAS SIN HOGAR DE ZARAGOZA / 12-07-2022 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ[[[FOTOGRAFOS]]]
Laura Soriano, Luis Lacasa y Claudio Almárcegui hablan con Ángel en el parque en el que duerme a la intemperie en la capital aragonesa
Francisco Jiménez

Ángel va a cumplir pronto 65 años. Lleva dos años y medio durmiendo en un parque cerca de la estación del Portillo de Zaragoza. Y allí, cuenta, "he pasado toda la pandemia", menos los días en que estuvo ingresado en el centro covid de Gea de Albarracín cuando se contagió. "Los veranos son duros, pero te acostumbras. Por las tardes suelo ir a un bar en el que me conocen y tienen aire acondicionado. Se portan muy bien y cuando hace falta me guardan la mochila", explica.

Son las 21.50, el termómetro de un coche marca 36,5 grados y recibe la visita de la trabajadora social Laura Soriano, el conductor Luis Lacasa y un voluntario, Claudio Almárcegui, de la Unidad de Emergencia Social (UES) de Cruz Roja. Es el servicio que recorre Zaragoza por las noches para ayudar a los que pernoctan a la intemperie. Además de llevarles agua fría y alimentos y charlar un rato, ponen el énfasis, sin caer en el paternalismo, en que se protejan de las temperaturas extremas, se hidraten y, si hace falta, planten una sombrilla.

"Por la noche me remojo con el agua de la fuente que está más cerca, me ducho, porque sale bastante caliente. Si quiero agua fresca tengo que cruzar todo el campo para ir a otra, es un paseo", relata Ángel. Prefiere vivir así que pagar 300 euros por una habitación alquilada "que está más sucia que esto". En las que le gustan "me piden una fianza para la que no me llega" o le dicen que es mayor. Con la trabajadora social hablan de cómo lleva la diabetes y la próxima visita al oftalmólogo.

Este martes por la noche, el equipo ha cargado la furgoneta con dos neveras con botellas de agua fría (tendrán que volver a llenarlas a la sede de la entidad antes de acabar el turno), té y café calientes y los menús a base de ensalada, puré y merluza que han sobrado en un hotel en el que residen refugiados ucranianos. También les entregan un folleto con las recomendaciones ante el calor.

Cada día entre semana siguen una ruta diferente, pero con las temperaturas disparadas el dispositivo se refuerza y volverán a hacerlas el próximo fin de semana. "Sobre todo nos preocupan personas que no acuden a ningún recurso, que solo las vemos cuando nos acercamos a ellas. Algunas no tienen conciencia de auto cuidado y si padecen algún problema mental ni se percatan de que se están deshidratando. El calor es muy peligroso para ellos y los hay que no se visten adecuadamente y siguen llevando gorros y prendas de lana", advierte Soriano. "En estos casos nos quedamos con ellos hasta que vemos cómo se beben el agua", comenta.

Los cajeros, un riesgo añadido

Cruz Roja atendió durante 2021 a 337 sin techo en la capital aragonesa entre los que repartió 136 mantas y 64 sacos. Este equipo llegó a ver a una veintena de personas durante su recorrido del martes. A una pareja que vive en una tienda de campaña en el parque Macanaz le entregan una cita impresa con el Inaem para que obtengan la tarjeta de desempleado que necesitan para tramitar el Ingreso Mínimo Vital. A veces se topan con "sorpresas", como un joven sudamericano al que le han denegado el asilo y se encuentra "asustado y en tierra de nadie".

Los cajeros automáticos que son un buen refugio durante el invierno se convierten en un riesgo añadido durante estos días. En el episodio de temperaturas extremas de junio "un hombre que dormía en uno de ellos se desvaneció y los vecinos avisaron para que acudiera una ambulancia. Él mismo nos los contó después", añade la trabajadora social.

Por esto Fidel se ha trasladado del cajero en el que suele cobijarse a un kiosco de un parque en la inmediaciones de La Aljafería. El problema es que como la zona está en obras se ha cortado el suministro de agua de la fuente que tiene al lado. A las 22.20, y con el termómetro en 34,5 oC, escucha música en un transitor sentado en un sillón y asegura que ha cenado una tortilla francesa. En un extremo del kiosco tiene un hornillo y algunos alimentos y en el otro una tienda de campaña. Después de un rato se despiden con un "volveremos el sábado o el domingo. Cuídate mucho".

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