Las anécdotas del primer viaje de Felipe de Borbón a Aragón: de la canción de La Bullonera al cachirulo en Calatayud

La visita de Felipe VI este martes a Zaragoza con motivo del 40 aniversario de CEOE Aragón coincide con el aniversario de la primera visita oficial a la Comunidad que realizó como heredero de la Corona.

Felipe VI ha puesto en valor el papel del empresario este martes en el acto celebrado en el edificio Pignatelli de Zaragoza con motivo del 40 aniversario de CEOE Aragón. Durante su visita, el Rey ha vuelto a demostrar su cercanía a Aragón y los aragoneses, como ya hizo hace justo 22 años en su primera visita oficial a la Comunidad como heredero de la Corona, dentro de su gira por todas las comunidades.

Del 5 al 8 de junio del año 2000, el entonces Príncipe de Asturias visitó varias localidades como toma contacto con Aragón y los aragoneses, con un propósito que dejó claro desde el principio: “Venimos simplemente a trabajar”, dijo citando una célebre canción de La Bullonera en su discurso en la sede del Gobierno autonómico. En Zaragoza, ciudad donde inició su recorrido por la Comunidad, se acercó a la realidad universitaria en su recorrido por el Campus Tecnológico del Actur, visitó el Palacio de La Aljafería, el Pilar y la Seo -en la Plaza del Pilar tuvo la oportunidad de saludar a los numerosos ciudadanos que se acercaron a verle- y cenó con agentes sociales y económicos. Don Felipe subrayó que “Aragón y Zaragoza ocupan un lugar especial en mis recuerdos por muchas y entrañables razones” y rememoró sus tiempos de formación en la Academia General Militar.

Felipe de Borbón saluda a los numerosos ciudadanos que se acercaron a verle a la Plaza del Pilar.
Felipe de Borbón saluda a los numerosos ciudadanos que se acercaron a verle a la Plaza del Pilar.
J.M.Marco/C.Moncín/O.Duch/S.Campo

En su segunda jornada en tierras aragonesas, miles de turolenses brindaron un caluroso recibimiento al entonces Príncipe de Asturias tanto en su visita a la capital de la provincia como en las poblaciones de Alcañiz, Molinos y Albarracín. En la ciudad de Teruel se asombró de los monumentos, de la Catedral y su techumbre mudéjar, así como de la plaza del Torico. En las calles, todos querían estrecharle la mano, incluida Ana María, una niña de cuatro años que no entendía cómo un príncipe de verdad no lleva corona. Don Felipe, que oyó sus comentarios, se acercó y tras darle la mano le explicó que la había dejado en casa. “Adolescentes emocionadas casi hasta el desmayo y mujeres de todas las edades hacían referencia de continuo a su gallardía del heredero de la Corona: Es guapísimo -decía una joven- más que en la tele y en las revistas, es muy simpático y cariñoso”, tal y como contamos en HERALDO.

Tras visitar Molinos, donde se mostró maravillado del agreste paisaje, quien hoy es Felipe VI viajó hasta Albarracín, donde aseguró por escrito que volvería. Y así fue, ya que esta fue una de las localidades aragonesas que años más tarde visitaría junto a Doña Letizia durante su luna de miel.

Al día siguiente le tocó el turno a la provincia de Huesca. Monzón, Barbastro, Jaca y la capital oscense fueron las ciudades elegidas para para conocer de primera mano la riqueza, las preocupaciones y las carencias del Alto Aragón, y en las que también pudo comprobar el intenso cariño de los aragoneses al heredero de la Corona, desde los más pequeños a los más mayores.

Tras el acto institucional celebrado en el Salón del Justicia del Ayuntamiento de Huesca, el príncipe de Asturias se desplazó a Monzón, que se volcó con su visita. De hecho, fue recibido con tanto entusiasmo y fue todo tan perfecto que al entrar en la casa natal de Joaquín Costa bromeó con que si aquel museo había sido montado expresamente para la ocasión. Banderas con palabras de apoyo a Su Alteza estaban por todas partes. Los niños tuvieron unas horas de fiesta en el colegio, algunas tiendas cerraron, incluso en algunas empresas se dio un permiso. Don Felipe sonrió al recibir una fotografía por parte del Ayuntamiento, fechada en enero de 1976, en la que aparecía junto a su padre en la estación de tren Río Cinca.

Numerosas personas aclaman a Felipe de Borbón a su llegada a Monzón.
Numerosas personas aclaman a Felipe de Borbón a su llegada a Monzón.
J.M.Marco/C.Moncín/O.Duch/S.Campo

En Barbastro fue obsequiado con vinos de la tierra y otros productos como longanizas, quesos y galletas artesanales. Más tarde, en Jaca, fue recibido en el Consistorio poco antes del almuerzo. Tras la comida -compartió mesa con deportistas como Fernando Escartín, Sheila Herrero o Luisa Larraga-, se dirigió al Museo de la Catedral; una de las pocas visitas que fueron solicitadas por el propio Felipe de Borbón. La espera en Jaca la amenizó un chaval de cuatro años, Luis, que vestido de torero entretuvo a todo el mundo dando pases con un capote rosa emulando el mejor estilo de los diestros.

Un grupo de personas, entre ellas un niño vestido de torero, espera al entonces príncipe Felipe en una calle de Jaca.
Un grupo de personas, entre ellas un niño vestido de torero, espera al entonces príncipe Felipe en una calle de Jaca.
J.M.Marco/C.Moncín/O.Duch/S.Campo

En la última jornada de la visita del Príncipe, don Felipe visitó Sos del Rey, Ejea, Calatayud y Tarazona, finalizando su intenso viaje por tierras aragonesas, acompañado siempre por el entonces presidente aragonés, Marcelino Iglesias, con un almuerzo en la Academia General Militar de Zaragoza y una recepción de despedida en el Museo Provincial.

En Sos se llevó en la retina una de las estampas que más le agradaron en toda su visita a la Comunidad Autónoma, aseguraron personas de su séquito. En la localidad cincovillesa, uno de los destinos elegidos personalmente por el Príncipe en su visita oficial a Aragón, quedó impresionado por la hermosura de sus edificios y la belleza del conjunto amurallado, que ha permanecido sin apenas variación desde los siglos X y XI, cuando fue construido como uno de los baluartes del Rey de Aragón en la frontera con Navarra. Ya en 1964, la localidad había sido recorrida por sus padres cuando todavía eran príncipes.

El príncipe Felipe de Borbón con el presidente de la DGA, Marcelino Iglesias y el alcalde de Sos del Rey Católico, Vicente Manero, recorren las calles de la ciudad.
El príncipe Felipe de Borbón con el presidente de la DGA, Marcelino Iglesias y el alcalde de Sos del Rey Católico, Vicente Manero, recorren las calles de la ciudad.
J.M.Marco/C.Moncín/O.Duch/S.Campo

En Calatayud, donde pudo escuchar jotas junto al Mesón de la Dolores, los reporteros gráficos que seguían la visita oficial del Príncipe Felipe a Aragón no pudieron captar una de las imágenes más singulares que dejó el viaje: un jotero colocó un cachirulo en el cuello don Felipe, que posó con todo el grupo folclórico bilbilitano. Cuando los fotógrafos supieron que no tenían la foto y expresaron su queja, el Príncipe accedió a que se repitiera y posó de nuevo con los joteros.

Don Felipe de Borbón durante su visita a Calatayud.
Don Felipe de Borbón durante su visita a Calatayud.
J.M.Marco/C.Moncín/O.Duch/S.Campo
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