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Avances y tratamientos para hacer frente a la enfermedad en Aragón: del sida a la covid

En estas cuatro últimas décadas, la sociedad ha aumentado su esperanza de vida con la puesta en marcha de los calendarios vacunales y la adopción de medidas higiénicas y sanitarias que han permitido controlar y erradicar patologías, que hasta entonces tenían una alta mortalidad. Un tiempo que va de los primeros casos de VIH, que fueron el germen de la pandemia de la segunda mitad del siglo XX, a la crisis mundial ocasionada por la covid-19.

Bomba de cobalto contra el cáncer, en 1983 en Zaragoza.
Bomba de cobalto contra el cáncer, en 1983 en Zaragoza.
Ángel de Castro/Archivo Heraldo

Hace poco más de 40 años se confirmaron los primeros casos de lo que posteriormente se denominó Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida), que destruía el sistema inmunitario y segaba la vida de los portadores del virus tras un largo proceso y una dura batalla contra el estigma social. En Aragón se detectó en octubre de 1985, cuando ingresó en el Hospital Miguel Servet el primer paciente, que murió días después. Cuatro décadas separan la pandemia de la infección por el VIH de la segunda mitad del siglo XX de la crisis sanitaria mundial provocada por otro virus, en este caso el SARS-CoV-2, que ha dejado a su paso unos 410.000 contagios en Aragón y en torno a 4.500 fallecidos. Un tiempo en el que se ha avanzado, y mucho, en los tratamientos, vacunas y capacidad diagnóstica para hacer frente a las nuevas enfermedades que alteran el sistema sanitario y que obligan a estar siempre alerta.

En la década de los 80, la infección por VIH era casi una sentencia a muerte. En Aragón, la máxima incidencia se produjo en 1994. Dos años después cambió la tendencia, coincidiendo con la extensión de las terapias antirretrovirales, que permiten que el virus sea indetectable y, por lo tanto, intransmisible. «Hoy ya se considera una enfermedad crónica», asegura Juan Ramón Barrios, presidente de la Asociación Omsida. "Sanitariamente –indica– se ha avanzado mucho, y se sigue buscando una vacuna", pero la discriminación ha sido una losa para esta enfermedad. En noviembre de 2001, la DGA materializó en un acuerdo aprobado por Consejo de Gobierno la eliminación de la infección por VIH y sida como causa médica de exclusión en el acceso al empleo público así como a determinados servicios.

En estas cuatro décadas ha mejorado el tratamiento de las enfermedades. Las bombas de cobalto, precursoras de los actuales aceleradores lineales, fueron hasta casi los años 80 el sistema puntero de tratamiento oncológico radioterápico, según recuerdan desde la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). En 1983 se elaboró el programa de diagnóstico precoz adaptado a España con arreglo a las normas internacionales. La evolución de los tratamientos gracias a la investigación ha permitido progresos muy relevantes. En Aragón, en 2021, se registraron 8.670 nuevos casos de cáncer. Se ha avanzado enormemente, pero desde la asociación trasladan que aún queda mucho trabajo por hacer, ya que "la investigación de hoy es la curación del mañana".

Las primeras transferencias sanitarias fueron las estructuras de Salud Pública. A finales de los 80, la sociedad se enfrentaba a enfermedades transmisibles con una carga de mortalidad muy alta. Y en este escenario aparecieron grandes elementos de transformación que marcaron un antes y un después, como los calendarios de vacunación, que consiguieron erradicar o controlar enfermedades tales como polio, tétanos, rubeola, varicela…

“Ahora –resume Francisco Javier Falo, director general de Salud Pública–, a diferencia de lo que podía pasar hace 40 años, hay pediatras que no han llegado a ver un caso de sarampión”. Y antes era tan habitual que prácticamente todo el mundo lo pasaba, como las paperas. Además, la mejora de la calidad del agua de boca va ligada también al “estado de bienestar de los últimos 40 años”. “Antes era común la conocida como ‘diarrea del viajero’; ahora es algo absolutamente anecdótico”, explica. Y a esto se suma, también, la seguridad alimentaria así como determinantes sociales, entre otros, los avances en la educación, en el entorno laboral y en el nivel de vida. “Todo esto hace que se mejore mucho el estado de salud que hemos alcanzado”, asegura.

En 40 años se ha evolucionado mucho en el tratamiento y detección; también en la capacidad de la industria farmacéutica. Se han promovido distintos programas, como el plan de atención al ictus, la estrategia de abordaje de la cronicidad o los cribados para detectar determinados tipos de cáncer. Y se han favorecido programas de prevención, dirigidos a reducir el consumo del tabaco y a mejorar la nutrición, la actividad física, promover entornos laborables saludables o disminuir la exposición a contaminantes ambientales. Uno de los grandes retos de Salud Pública es la «prevención de las resistencias bacterianas por el uso de antibióticos».

A lo largo del tiempo han ido apareciendo diferentes amenazas para la salud, como el ébola, cuyo hospital de referencia nacional fue el Royo Villanova, la gripe aviar, el peligro ante nuevas especies, como el mosquito tigre... «Hay que estar muy atentos a los riesgos a los que vamos a tener que enfrentarnos», asegura Francisco Javier Falo. Y así pasó con la covid: han cambiado mucho las capacidades de respuesta, tanto a nivel de prevención (las primeras vacunas estuvieron disponibles en menos de un año) como de diagnóstico. La crisis del coronavirus provocó un drama social, económico y sanitario de primera magnitud, pero también puso de acuerdo a la comunidad científica. Los profesionales tuvieron que ir aprendiendo cómo adaptar los tratamientos iniciales para aquellos pacientes graves que requerían cuidados tanto en planta como en las unidades de cuidados intensivos.

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