aventura

Una zaragozana emprende un viaje en bicicleta "hacia el este" sin destino ni plazo concreto

Sara Qiu, de 30 años, salió de Zaragoza, acaba de cruzar la frontera con Francia y confía en llegar hasta Asia dentro de varios meses… o incluso años.

Un viaje hacia el este en bicicleta, sin destino fijo ni tiempo determinado. La zaragozana Sara Qiu ha empezado a pedalear en busca de la que será la aventura de su vida. Partió la semana pasada de Zaragoza con rumbo fijado hacia Asia. Quiere llegar al continente más grande y poblado del planeta, pero lo hace sin ruta predeterminada ni un final concreto. Por el camino, va a ir compartiendo sus andanzas, sus experiencias y mostrando a la gente a la que conoce. “Tengo 30 años; si un día me despierto con 70, me arrepentiré de no haber hecho algo así y ya no podré cambiar las cosas”, reflexiona.

Sara nació en Zaragoza de padres de origen chino. Estudió Administración de Empresas y Márketing entre España y Estados Unidos, aunque intercaló sus estudios con años de estancia y trabajo en China y Londres para aprender idiomas. “Siempre me ha gustado moverme”, señala. Empezó a trabajar en Madrid, donde pasó por una consultora tecnológica y dos ‘start up’. En la última estuvo tres años, pero la llegada de la pandemia le hizo pensar: “Me replanteé las cosas y tomé la decisión de que no quería seguir trabajando para alguien en una oficina de lunes a viernes”.

En vacaciones ya había hecho viajes mochileros (aunque sin bicicleta) por lugares poco frecuentados como Kirguistán, Corea del Sur, Filipinas, el sur de China… Durante la pandemia, con las dificultades para volar al extranjero, cambió el concepto y optó por rutas más cercanas, como el GR11 entre Sallent de Gállego y Benasque, que hizo “de manera semiautosuficiente”. Cogió la bicicleta por primera vez para un trayecto largo en octubre de 2020, con un viaje Zaragoza-Oviedo. “Me gustó mucho por la sensación de libertad que tuve”, señala. Con estas experiencias se dio cuenta de que le gustaba “viajar de manera lenta”. “Prefería eso a llegar a un destino y visitarlo, me di cuenta de que el camino y el proceso es lo bonito”, señala.

Ahí empezó a diseñar su gran aventura hacia el este. “El reto es sobrevivir en la bici, es un estilo de vida distinto”, señala. Aunque pensó en coger un vuelo e iniciar su ruta desde Turquía, finalmente decidió que atravesar Europa puede servirle de adaptación. La ruta no está predeterminada, pero tiene “más o menos claro” que pasará por el país otomano. A partir de ahí… “Hay varias opciones. Me atrae mucho Asia central, pero ya lo veremos”, afirma.

De momento, ya ha atravesado su primera frontera, la del Somport. Poco a poco, va contando sus andanzas por las redes sociales. Bajo el nombre de ‘journeyfromtheroad’ tiene perfiles en Twitter, en Youtube y en Instagram. Allí cuenta qué ve, dónde se aloja, con quién se cruza… “Quiero ir compartiendo lo que veo, lo que vivo, los encuentros que tengo con la gente, la cultura de los países a los que voy... En Europa las historias puede que no sean tan distintas, pero en Asia habrá más shock”.

Esta manera de exponer su aventura es nueva para ella. “Nunca había hablado para una cámara, pero ahora hago vídeos en los que cuento mis experiencias”, explica. Se lo toma con un punto de emprendimiento, ya que le gustaría ganar seguidores y poder atraer a marcas que le financiaran parte del viaje. “En año y medio o dos ya espero tener claro si hay interés, si lo que cuento es interesante para la gente o no”, dice. Ese horizonte temporal, tan a largo plazo, es su punto de partida, aunque también confiesa que espera volver a España una o dos veces al año para ver a la familia: “Dejaré la bici, me subiré a un avión y regresaré unos días después iré a por la bici para continuar donde lo haya dejado”, planea.

Mientras llegan esos ingresos, irá tirando de ahorros. Calcula que en Europa gastará “unos 500 euros al mes”. “Tengo todo lo necesario para dormir en tienda tanto con frío como con calor, y además utilizo una red internacional en la que los cicloturistas ofrecemos nuestra casa a otros compañeros, y luego tú puedes usar la suya”, explica. Este miércoles, por ejemplo, ha dormido en Pau en casa de Brigitte, una francesa de 65 años que a los 20 empezó a hacer excursiones de mochilera y que no ha parado desde entonces.

Sara se mueve con una VSF Fahrrad, una bicicleta especializada en cicloturismo. Lleva consigo ropa para todas las temporadas (cuatro camisetas, varias sudaderas, abrigo), productos de higiene, una cámara de fotos, una ‘gopro’, móvil, portátil, ebook, tienda de campaña, sábana-saco, hornillo, silla… Todo su equipaje suma 25 kilos, sin contar el agua. Eso sí, todas las semanas confía en dormir “en un hostal” y comer comida caliente, “que no siempre hay que tirar de supermercado”.

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