Mª Dolores Pascual, presidenta de la CHE: "Los campos seguirán inundándose, pero habrá menos daños"

La presidenta de la Confederación Hidrográfica del Ebro subraya que la intervención en el cauce ha reducido afecciones y aboga por combinar distintas "herramientas"

La presidenta de la CHE, María Dolores Pascual, en la sala del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH), el martes.
La presidenta de la CHE, María Dolores Pascual, en la sala del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH), el martes.
José Miguel Marco

La avenida ha sido histórica en Navarra, pero no en Aragón. ¿Por qué aquí no llevaba el río Ebro tanto caudal y altura?

Ha habido menos afecciones gracias, entre otras cosas, a las actuaciones adoptadas desde 2015. Se ha demostrado que la nueva visión de la dinámica fluvial da resultado. El río se embalsa de forma natural al recuperar la llanura de inundación, llegando menos caudales y los que llegan son menos dañinos. Nos hemos puesto de acuerdo en que la prioridad es proteger los cascos urbanos en avenidas con un periodo de retorno de 25 años.

Cuando le piden una y otra vez la limpieza del Ebro, ¿qué piensa?

Estamos confundiendo las herramientas con el objetivo, que es minorar los efectos de las inundaciones y lograr recuperarse con mayor rapidez. Y hay una serie de herramientas que deben ser eficaces, adaptadas al problema concreto a resolver y respetuosas con la normativa. ¿Qué entendemos por limpieza? Hay que ayudar a que los ríos desarrollen su dinámica natural, pero no parece sensato quitarles su funcionamiento natural.

¿Dragar el río como muchos piden en la ribera evitaría que se anegaran los campos?

El dragado es una herramienta más, pero debe ser utilizado en casos muy puntuales y no como primera opción. Se ha utilizado en exceso y nos hemos dado cuenta de que las consecuencias son más negativas que positivas. Es poco eficaz para evitar avenidas en la mayor parte de los casos, aunque puntualmente asociados a infraestructuras puede serlo. Hay que analizar el problema de cada tramo de río, no se puede simplificar, y buscar soluciones para atajarlo. Es la simplificación de las soluciones.

De haberse ejecutado los 10 millones presupuestados en 2018 para limpieza del Ebro y en 2019 con la prórroga, ¿la avenida habría causado menos daños?

También hubo un acuerdo de Consejo de Ministros de no disponibilidad presupuestaria con la prórroga hace dos años, que redujo al 50% los fondos del capítulo dos (gasto corriente) y seis (inversiones reales). La partida se incorporó a mediados de 2018, pero nosotros necesitamos hacer los proyectos, superar el trámite ambiental y contar con fondos de forma continuada. Ese dinero, invertido a tontas y a locas, solo hubiera valido para gastarlo de una forma completamente absurda. Tras las avenidas de 2015 y 2018 hay un compromiso de inversión continuado en el tiempo con proyectos.

Han acometido cauces de alivio, retranqueo de motas y curages en el tramo medio del Ebro. ¿Qué más falta por hacer y cuándo lo acabarán?

Trabajamos con el horizonte del plan hidrológico de la demarcación, que ha incorporado todas las medidas del plan de gestión de riesgos de inundación. Son proyectos a ejecutar en cinco años con un presupuesto de 25-30 millones.

¿Aprovecharán los fondos europeos de recuperación para impulsar las actuaciones pendientes?

Muchos de ellos se financiarán así porque encajan de libro en los objetivos de los fondos. Fueron los primeros que presentamos y van a suponer un impulso.

Con estas actuaciones, si viene otra avenida igual en 2028, ¿qué consecuencias habría?

Los cascos urbanos están ya más seguros y podría haber menos daños en las cosechas. Se seguirán inundando las fincas de labor, eso está claro, pero con menos daños. Los agricultores están empezando a convencerse de que el agua mansa no hace daño. Lo hace cuando baja con fuerza, velocidad y calado. El problema es que el agua esté apresada quince días o baje con fuerza y rompa infraestructuras.

Tres riadas en seis años. ¿Estamos condenados a que se repitan cada vez con más frecuencia?

Parece que no llueve menos, pero sí de forma diferente. Aparentemente, el cambio climático traerá estos fenómenos más concentrados y extremos.

¿Y el cambio climático puede provocar, además, avenidas aún más extraordinarias?

No lo sé, pero ahora estamos más preparados que hace diez años. La capacidad de reacción no es comparable.

La DGA urge a acelerar el ritmo de actuaciones en el río. ¿Han tomado nota?

Las prisas no suelen ser buenas consejeras. Se trabaja todo lo deprisa que se puede, hay profesionales muy buenos en la casa que conocen muy bien el río, la aplicación de tecnología es cada vez mayor y contamos con empresas colaboradoras muy especializadas. Esto nos permite mejorar para la siguiente crecida.

Usted defiende que el río es mucho más que un canal y hay que devolverle su espacio para garantizar la seguridad. ¿Cómo se compatibiliza con la agricultura?

El río solo necesita espacio cuando hay una crecida. Siempre pensamos en lo que el río nos quita y no en lo que nos da. El tramo intermedio del Ebro está muy intervenido y no va a dejar de estarlo. Hay que conseguir un equilibrio, que es muy difícil, y eso pasa por que pueda ocupar espacios que estén previstos, regulados y bien gestionados.

Los agricultores lamentan que se sacrifiquen sus cosechas para que el agua no se desmadre en Zaragoza. ¿Se puede evitar?

Es una idea que oigo mucho y hay que poner las cosas en su sitio. Zaragoza tiene 700.000 habitantes y es una prioridad, como el resto de cascos urbanos. Pero la gestión no se hace para salvar Zaragoza, sino para que los agricultores que dejan inundar sus fincas no tengan tantos daños.

La DGA va a empezar a comprar campos susceptibles de inundación. ¿Este es el camino para minimizar las quejas?

Es una herramienta más, como la limpieza, pero no puede ser la única opción.

¿Qué hubiera pasado en Zaragoza si Yesa e Itoiz no hubieran retenido mil metros cúbicos por segundo en la última avenida, casi la mitad del caudal con el que llegó la punta a la capital?

Hubiéramos tenido un gran problema. No hubiera sido una avenida con un periodo de retorno de 5-10 años, sino probablemente de 25. No solo es retener agua, sino hacerlo en el momento oportuno para quitar puntas a ríos que están aportando caudales.

Si tuviera que volver a estudiar Derecho en Zaragoza, ¿se alojaría en los cacahuetes de la Expo o lo descartaría por el riesgo de inundación?

(Se ríe). Probablemente, me iría al centro, porque siempre he vivido en el centro de las ciudades. Viví aquí, vivo en el centro de Huesca y lo hice en Madrid. Me gusta.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión