cultura

Paloma Sánchez-Garnica: "Los libros contribuyen a formar una sociedad libre"

La escritora (Madrid, 1962) presentó en Zaragoza su novela ‘Últimos días en Berlín’, finalista del Premio Planeta, de la mano de la Fundación Ibercaja.

La escritora, que vivió entre los 4 y los 19 años en Zaragoza, en el Patio de la Infanta.
La escritora, que vivió entre los 4 y los 19 años en Zaragoza, en el Patio de la Infanta.
FRANCISCO JIMENEZ

¿Qué se siente cuando en la gala del Premio Planeta –el mejor dotado de la historia, recordemos– una escucha su nombre?

Es una noche que no olvidaré en la vida. Ya sabía que estaba entre los diez finalistas y los nervios fueron creciendo dentro. Cené poco, la verdad, pero luego pensé que tenía que disfrutarlo. Por el camino al escenario me tendieron la mano Dolores Redondo, Marta Robles, Javier Sierra... Vi que estaba entre amigos y no dejé que los nervios me aguaran ese momento.

La gira de promoción posterior es extenuante, ¿no es cierto?

Este reconocimiento me permite expandir la novela hasta lectores a los que de otra forma no llegaría. Yo soy feliz enclaustrada y escribiendo pero, tras dos años tan complicados que han evidenciado lo importante que es el contacto personal, poder recibir el cariño de los lectores es otro premio.

Ese cariño parece enorme...

Y brinda un poquito de vanidad literaria de la buena: yo necesito el reconocimiento de los lectores porque son los que dan valor a mi trabajo.

‘Últimos días en Berlín’ se sumerge en la década de 1930 entre Rusia y Alemania.

A través de diversas lecturas comenzó a interesarme el ascenso de los totalitarismos: no las consecuencias, ya conocidas, sino cómo se llegó a eso. El estalinismo o el nazismo crean monstruos de quienes eran buena gente porque, por su supervivencia, se ven obligados a estar dentro de esa maquinaria del miedo y terror.

¿Cómo equilibra pasajes crudos con otros más luminosos?

Mis novelas no son históricas. No trato un hecho o un personaje, sino que elijo una época, con unas costumbres y unos principios concretos, y sitúo ahí a mis personajes con sus historias minúsculas. Trato de entender cómo gestionan sus sentimientos como seres humanos. Hay situaciones cotidianas que se convierten en un infierno, pero también espacios de luz: historias de amor y amistad que rivalizan con el odio y la furia.

Es una pregunta recurrente pero... ¿Hay paralelismos entre aquella época y la actual?

Podemos pensar que somos una sociedad culta, avanzada, occidental y con una democracia asentada, pero el peligro siempre existe. Primo Levi, superviviente del holocausto, dijo que si aquello ocurrió puede volver a ocurrir en cualquier momento.

¿Cómo podemos evitarlo?

Soy firme defensora de la lectura porque todo totalitarismo persigue y trata de aislar a escritores, poetas y periodistas con criterio propio. Los libros contribuyen a formar una sociedad libre y difícilmente manipulable.

Sus libros están muy bien documentados pero, claro, es usted titulada en Derecho y en Historia.

Ejercí muy poco tiempo de abogada, apenas tres o cuatro años. Mi hermano, que también se dedica al Derecho, me dijo ‘tú no vales para eso’ y me di cuenta de que me gustaba redactar las demandas judiciales, pero detestaba los enfrentamientos en los tribunales. Fue entonces cuando di un cambio de rumbo y escribí mi primera novela con 43 años. Fue ‘El gran arcano’, que está en cierto modo ambientada en Zaragoza.

De otro libro suyo, ‘La sonata del silencio’, hicieron una serie de televisión. ¿Tiene el finalista del Planeta mimbres cinematográficos?

A mí me preocupa cómo llega la historia a los lectores y qué sensaciones tienen. Lo del cine no depende de mí sino de los productores que quieran poner dinero... Sí es cierto que están preparando una película de otro de mis títulos, ‘La sospecha de Sofía’, que se rodará en 2022.

Esta edición ha sido la de la polémica de ‘los Carmen Mola’. ¿Se sigue hablando de literatura de hombres y de mujeres?

Todavía hay prejuicios. En las ferias se me acercan hombres para que dedique el libro a su mujer y les invito, claro, a que también lo lean ellos. Si no lees literatura de mujeres te pierdes autoras como Martín Gaite, María Dueñas o la añorada Almudena Grandes.

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