Diez hogares aragoneses prueban tecnologías que alargan la vida autónoma de los mayores

El IASS y Fundación DFA desarrollan un programa piloto en el que monitorizan la salud de las personas en sus casas e instalan sensores para seguir sus movimientos. Cincuenta usuarios están usando una aplicación con geolocalización en el móvil.

Uno de los sensores instalados en el hogar de César Belsué que permite seguir sus movimientos
Uno de los sensores instalados en el hogar de César Belsué que permite seguir sus movimientos
Francisco Jiménez

El gran reto para envejecer en la casa de toda la vida, como anhelan muchas personas, es poder ser independiente el mayor tiempo posible. Para ello, los dispositivos digitales se erigen como un gran aliado para la seguridad, autonomía y entretenimiento de los mayores que viven solos. Diez hogares de Aragón participan desde hace un año en un proyecto piloto del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) y Fundación DFA para probar estas soluciones tecnológicas. Van desde una aplicación para el móvil y una monitorización de su salud con las mediciones que ellos mismos llevan a cabo e introducen en el teléfono, hasta la instalación de sensores de movimiento en los domicilios con los que se sigue su actividad y evolución.

El proyecto tiene un coste de 61.985 euros, según el convenio suscrito, de los que el IASS aporta una cuantía máxima de 19.880 euros. La implantación de esta teleasistencia avanzada o personalizada es una de las asignaturas pendientes en el sistema de la dependencia en Aragón desde hace años. Esta iniciativa es un paso encaminado a paliar esta carencia. Desde el Departamento de Ciudadanía y Derechos Sociales apuntan que el tema se valorará en función de los resultados.

El programa se puso en marcha a principios de noviembre del año pasado y está a punto de finalizar. En la primera fase del estudio colaboran medio centenar de personas, que disponen de una teleasistencia a través del móvil, con una función de geolocalización y un botón verde que conecta directamente con la unidad de apoyo que está operativa las 24 horas del día. Esta teleasistencia dentro y fuera del domicilio está bastante extendida y viene a sustituir al clásico botón que muchos ancianos llevan colgado al cuello.

La elección de los participantes no ha sido al azar. La mitad tienen más de 65 años y viven solos, aunque el más joven tiene 19 y el mayor 85. "Son personas con algún tipo de discapacidad y diferentes patologías, como cardíacas, párkinson, diabetes o esclerosis que afectan a su calidad de vida", explica Beatriz Aranda, directora de infraestructuras de DFA. Los hay que viven en ciudades pero también en el medio rural, como en Albarracín o Bagüés. La parte tecnológica y el seguimiento médico corre a cargo de Atam y del propio personal de DFA a través de su central de llamadas. Son quienes están al otro lado en cualquier momento, se ponen en contacto con la persona cuando detectan algo anormal o simplemente para preguntarle cómo se encuentra.

Para la segunda y tercera etapa del proyecto, las relativas a los servicios de salud y hogar y más novedosas, se ha contado con diez usuarios. Estos reciben los aparatos para medirse de una forma sencilla la presión arterial, la frecuencia cardiaca, el peso, la saturación de oxígeno, la temperatura y la glucosa. Con la aplicación del móvil transmiten los datos al equipo clínico y a sus familiares si estos lo quieren, y quedan almacenados para poder mostrarlos.

Analizar la marcha y el sueño

Pero el dispositivo que más llama la atención son los sensores que, previo un estudio de las estancias del domicilio y los hábitos diarios de la persona, se colocan en las habitaciones conectados a un reloj inteligente que hay que llevar sobre todo durante la noche. "Permite localizar al usuario dentro de su domicilio y detectar sedentarismo, caídas, analizar su marcha, el gasto energético y hasta un análisis del sueño", explica Ángeles Cepero, coordinadora de este proyecto y también del Teléfono del Mayor de la DGA. "Si hay cambios en la forma de caminar, por ejemplo, se puede detectar si hay un empeoramiento de la salud y actuar antes".

"No se trata de una teleasistencia avanzada al uso, va mucho más allá", concluye. Las dos profesionales de DFA coinciden en que el coste de esta tecnología se compensa con "la calidad de vida" en el domicilio y a medio plazo resulta más económico que una plaza en una residencia.

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