Voluntaria zaragozana en La Palma: "Necesitan más ayuda que no acaba de llegar y hay que mantenerla en el tiempo"

Mª Eugenia Trujillo, trabajadora social, ha pasado una semana en la isla como voluntaria de Cruz Roja apoyando a los afectados y a los equipos locales de emergencia.

María Eugenia Trujillo junto a Raúl Sánchez, otro voluntario turolense
María Eugenia Trujillo junto a Raúl Sánchez, otro voluntario turolense
Cruz Roja

Acompañar a personas que pasan una hora a la zona de exclusión del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, a dar de comer a sus animales o regar. O a otras que, en medio de este reino de ceniza y edificios abandonados, escobaban el manto negro de una terraza y recogían algunos de sus enseres.

Son algunas de las labores que ha hecho en la isla canaria la zaragozana María Eugenia Trujillo, trabajadora social y una de los cuatro voluntarios de Cruz Roja, miembros de los Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias de Zaragoza y Teruel, que han viajado para colaborar con los equipos de intervención psicosocial de Canarias. En las filas de espera de los afectados ante los controles de la Guardia Civil ha repartido mascarillas, gafas y botellas de agua y ha escuchado los relatos sobrecogedores de quienes lo han perdido todo.

Regresó el pasado sábado (sus tres compañeros lo harán en breve) y aún conserva el recuerdo del sabor de ese polvo "muy fino que se mastica, que irrita los pómulos y que hace que muchos días sea difícil respirar". Una realidad que no se podía ni imaginar cuando veía las imágenes por televisión. Una de las peculiaridades de esta intervención, cuenta, es que los propios equipos de emergencia de Canarias que están trabajando a destajo en jornadas agotadoras son también víctimas. Algo que marca una diferencia con otras tragedias en las que ha estado como el atentado de Barcelona o el accidente del avión de Spanair.

"El volcán se ha comido el pasado, la historia y el presente de muchas familias y no da tregua para que puedan reanudar su futuro"

"El agotamiento emocional que tiene la gente es muy importante. El volcán manda señales de que sigue activo y las alertas son continuas. Se ha comido el pasado, la historia y el presente de muchas familias y no da tregua para que puedan reanudar su futuro", dice. Los ayudas prometidas "no acaban de llegar" e, insiste, estas deben "mantenerse en el tiempo". Sobre el terreno la carencia de "recursos habitacionales como viviendas de alquiler" se ha convertido en un grave problema. 

Los estragos de la erupción requieren, en su opinión, una gestión a largo plazo en la que tienen que implicarse todas las administraciones y todo el que pueda aportar su granito de arena. Durante estos días también ha tenido que ayudar a adolescentes que no querían ir a clase "por el miedo a los terremotos, porque los sismos se notan continuamente", y con muchos colegios cerrados "había días que no veías a ningún niño por las calles".

María Eugenia Trujillo en la zona de exclusión
María Eugenia Trujillo en la zona de exclusión
Cruz Roja

Lo más duro para ella ha sido cuando las familias se lamentan "de que han perdido el suelo de su arraigo vital, que ya cultivaban sus bisabuelos y que ellos seguían haciéndolo aunque fuera como una actividad complementaria". "Por su idiosincrasia, los palmeros tienen una relación familiar con la tierra, que ahora, tras lo ocurrido, ha pasado a ser suelo público. La lava se ha llevado buena parte de la economía local, en algunos sitios toda, y va a costar mucho tiempo dar una alternativa a los palmeros".

Recuerda cómo, mientras conversaba con una mujer limpiando ambas la ceniza de la terraza de su casa, escucharon una "gran explosión" a la que siguió la imagen de una columna de humo descendiendo por la ladera del volcón. "Me impresionó cómo en ese momento ella hablaba con el volcán y le recriminaba 'Mira lo que nos has hecho'".

El temor de los palmeros, y de Mª Eugenia, es que después de más de 50 días, cuando la atención mediática disminuya, esta catástrofe caiga en el olvido. "Cuando me despedí de las familias a las que atendí varias veces me pidieron que contara lo que había visto, porque el día a día es brutal", relata. Hay una pregunta que se hacen continuamente: "Cuando los medios se vayan ¿qué va a pasar con nosotros?". Desde Zaragoza va a participar en un proyecto de apoyo psicosocial a los más de 400 desalojados que pasan los días en un hotel.

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