Pilar Cebrián: Tik Tok como diván virtual

La psicóloga zaragozana acumula más de 66.500 seguidores en la red social de moda, donde reflexiona y comparte consejos terapéuticos en clave de humor.

Pilar Cebrián
Pilar Cebrián
P. C.

Llegó a Tik Tok -como muchos de los usuarios actuales- durante la pandemia, periodo que sacudió la utilización de las redes sociales en todo el mundo, convirtiendo a ésta en la plataforma más descargada del mundo durante la crisis sanitaria. La psicóloga zaragozana Pilar Cebrián (41 años) afirma que se adhirió a esta red social “por aburrimiento, en busca de aire fresco y huyendo de la sobreinformación y el enfado que había de usuarios en otras redes como Twitter”.

Abrió su cuenta en marzo de 2020. Tan solo cuatro meses después contaba con 40.000 seguidores. Hoy, ya supera los 66.500. Aunque en la actualidad ha reducido considerablemente el número de publicaciones en este espacio virtual debido al incremento de pacientes que ha recibido en consulta durante el último año; la psicóloga suele utilizar este escaparate digital para compartir reflexiones y consejos terapéuticos, eso sí, siempre en clave de humor.

En su caso, ofrece contenidos de psicología fácil, cercana, adaptada al día a día y a los problemas que afectan a casi todo el mundo. Una manera de democratizar la psicología y acercarla a todo el mundo: “Creo que los problemas psicológicos, sobre todo los más cotidianos; hay que normalizarlos para poder llegar a todos”.

Además, reconoce que las redes sociales han contribuido a la hora de acabar con algunos prejuicios que, tradicionalmente, han acompañado a su profesión. “Son muchos quienes, gracias a esta labor que hacemos muchos psicólogos, han descubierto que no solo atendemos problemas mentales graves. Son los problemas del día a día, y de esos, tenemos prácticamente todos”, reivindica.

Además, en su caso, su presencia en la red social se ha traducido en un mayor flujo de trabajo, transformando Tik Tok en una suerte de diván virtual. “Para mi sorpresa, con el tiempo mucha gente que me seguía por Tik Tok acabó acudiendo a mi consulta ‘on line’ a través de mi página web. La verdad es que no me lo había planteado, pero con el tiempo me ha traído muchos pacientes que se identificaban con mi perfil y con mi forma de entender la vida”, admite.

Y es que la demanda de este tipo de contenidos ha sido más que evidente: “La gente comenzó a pedirme y empecé a crear publicaciones en las que hablaba de casos que veía entre mis pacientes y lo utilizaba para aconsejar a los internautas”. Algo que, sin duda, logró calar entre su audiencia: “La verdad es que el refuerzo que recibes es muy gratificante y sentir que puedes ayudar a alguien hace que, en cierto modo, te enganches”.

El riesgo de compararse con algo que no existe

Sin embargo, también existe una parte menos edulcorada de las redes sociales. Y, en su caso, es algo que ve en su consulta constantemente pues, lamentablemente, en la mayoría de ocasiones ofrecen una imagen irreal del mundo en el que vivimos. Algo que, para la población más joven, puede convertirse en un riesgo. “Cada vez me llegan más casos de adolescentes, de entre 14 y 18 años, con un importante déficit de autoestima porque no saben filtrar lo que ven en las redes y se acaban creyendo que todo el mundo tiene vidas perfectas y mejores que las suyas”, explica la psicóloga.

Algo que se traduce en una distorsión cognitiva de infravaloración que acaba afectando al estado emocional del individuo y repercute en todos los ámbitos de su vida, incluidos los resultados académicos o las habilidades sociales. “Las redes sociales hay que saber usarlas y filtrarlas, igual que cuando vemos una película y sabemos que lo que aparece en pantalla no es real”, añade.

Pero entonces, ¿Cuál es el camino correcto?: “Acompañarlos en el proceso. Prohibir no es recomendable pues está demostrado que cuanto más privamos de algo a un niño o adolescente, más atractivo lo hacemos. Lo ideal es observar el uso que hacen de las redes, acompañarlos para conocer su consumo y estar pendientes de posibles cambios que puedan aparecer en su carácter, en los resultados académicos o en el aislamiento social”, recomienda Cebrián.

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