educación

El ajedrez ocupa su sitio en las aulas

Cada vez son más los centros educativos que incluyen el ajedrez en el currículo, dentro del horario lectivo. La Comunidad aragonesa, además de pionera, se ha convertido en todo un referente nacional.

En el CEIP Zalfonada de Zaragoza, el ajedrez forma parte del Proyecto de Centro y se imparte ya desde la etapa de infantil
En el CEIP Zalfonada de Zaragoza, el ajedrez forma parte del Proyecto de Centro y se imparte ya desde la etapa de infantil
Guillermo Mestre

Día a día, curso a curso, el ajedrez gana terreno en las aulas. Se ha revelado como una potente herramienta educativa y cada vez son más los centros que lo incluyen en el currículo, dentro del horario lectivo. A nadie se le escapan ya sus bondades tanto en el desarrollo intelectual como personal y social de los alumnos. De hecho, en 2012, el Parlamento Europeo recomendaba su introducción en los sistemas educativos de la UE "porque puede ayudar a los niños a desarrollar el sentido de la creatividad, la intuición y la memoria" y en España, el Congreso de los Diputados –por unanimidad– hacía lo mismo en 2015. Poco a poco, ya superan la decena las CC. AA. que se han ido sumando a esta iniciativa, con Aragón en la vanguardia y como pionera. En el curso 2007-2008, el Departamento de Educación del Gobierno aragonés ponía en marcha el programa ‘Ajedrez en la escuela’.

Arrancó con 19 colegios de primaria, de las tres provincias, y con Enrique Sánchez, entonces maestro del CEIP Marcos Frechín de Zaragoza, al frente de un programa que él mismo había diseñado y que nutrió durante toda una década hasta su jubilación, en 2017. Desde entonces, Miriam Monreal, maestra en el CEIP Zalfonada de Zaragoza, donde imparte ajedrez curricular en horario lectivo, coordina el programa ‘Ajedrez en la escuela’, que se desarrolla en 186 centros escolares, sostenidos con fondos públicos, de educación infantil, primaria, ESO y bachillerato, ciclos formativos de FP y educación de adultos. Y está dando excelentes frutos.

Miriam Monreal, maestra y coordinadora del programa ‘Ajedrez en la escuela’, en clase de ajedrez con sus alumnos, en el CEIP Zalfonada de Zaragoza
Miriam Monreal, maestra y coordinadora del programa ‘Ajedrez en la escuela’, en clase de ajedrez con sus alumnos, en el CEIP Zalfonada de Zaragoza
Guillermo Mestre

Miriam Monreal, profesora también de Didáctica del ajedrez en la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, define el ajedrez como un juego. "Un juego magnético, con ese magnetismo que te atrapa, porque, cuando empiezas a conocerlo, quieres saber más". Y lo más importante es que "a todos nos gusta jugar".

A través del juego, maestra y alumnos descubren desde los 3 años "nuevas habilidades y estrategias"; pero, además, el ajedrez educativo les permite trabajar de manera transversal en diferentes áreas, como Matemáticas –razonamiento lógico, cálculo mental, resolución de problemas…– o Lengua –comprensión y expresión oral y escrita, utilizando del propio lenguaje del ajedrez, cuentos, leyendo sobre sus campeones y campeonas, investigando...–, "y en Educación Física: vamos a conocer nuestro cuerpo y a trabajar capacidades perceptivo motoras y motricidad, convirtiéndonos en piezas y descubriendo las casillas del tablero; o podemos confeccionar los propios tableros de ajedrez, para potenciar la educación artística"; y todavía hay más: "este curso comenzaremos con el pensamiento computacional, combinando robótica y ajedrez desde infantil, con los ‘Bee-boot’ –pequeños robots con forma de abeja–", explica la maestra y psicopedagoga, que, rápidamente, aborda una de las facetas "más enriquecedoras" del ajedrez educativo: el desarrollo y la gestión emocional.

Aprender a ganar... y a perder

Como muy bien explica, el ajedrez es un juego y, "aunque siempre decimos que lo importante no es ganar, sino jugar, ¿a quién le gusta perder? A saber ganar y a saber perder, se aprende". El ajedrez nos ayuda, además, a descubrir nuestras propias limitaciones; a saber cómo se encuentra el otro jugador cuando gana, cuando pierde; cuando se encuentra apurado, cuando tiene miedo..., "todas esas emociones –continúa Monreal– surgen en el juego de forma natural y las vamos a trabajar en el aula". Un ejemplo, "¿qué siente la dama (reina) cuándo está acorralada?". "Con esta posición, los niños piensan y reflexionan sobre cómo se sentirían ellos, por qué y qué pueden hacer para solucionarlo". Otro más: "Como decía Fhilidor, el peón es el alma del ajedrez, ya que es la única pieza que puede transformase en otra si llega hasta la última fila. De aquí –comenta–, podemos sacar metáforas muy importantes. Solemos decir que el peón es la pieza más débil, pero si trabajamos, si la arropamos, si la hacemos llegar hasta el final... será la pieza que quiera ser, menos en el rey, claro". Qué mejor manera para profundizar en "la perseverancia, el esfuerzo; para comprender que podemos llegar, que podemos soñar; para que nadie nos quite nuestros sueños", que a partir de las distintas posiciones el ajedrez.

Enrique Sánchez, creador del programa ‘Ajedrez en la escuela’, con una de las alumnas del colegio zaragozano
Enrique Sánchez, creador del programa ‘Ajedrez en la escuela’, con una de las alumnas del colegio zaragozano
Guillermo Mestre

"Y ya, si nos metemos en el ámbito de los valores, ¡pues imagínate!", exclama la coordinadora del programa ‘Ajedrez en la escuela’. "El respeto al otro, saludarnos, darnos la mano cuando acabamos la partida, saber esperar nuestro turno –esto es muy difícil de lograr a los 3 años–. Y aprender todo esto, a través del juego y desde pequeñitos, es mucho más sencillo y más gratificante y motivador para ellos", afirma.

El ajedrez exige atención y concentración, y eso, precisamente, es lo que necesitan los niños más inquietos. "Hemos tenido casos de alumnos que son incapaces de permanecer sentados en la silla y, de repente, jugando al ajedrez se quedan toda la hora quietos en su sitio», asegura Monreal. ¿Por qué?, "pues porque atrapa, tiene ese magnetismo y esa parte de misterio que te engancha, quieres ver qué es lo que ocurre", responde, para, a continuación, incidir en cómo el ajedrez desarrolla la lógica, el razonamiento, el pensamiento crítico, esencial para la toma de decisiones, algo tan importante, hoy.

Pensamiento crítico y responsabilidad

"Tu estás ante una posición de ajedrez, una situación determinada. ¿Y qué soluciones ves? Tal vez no las veas todas, pero igual ves tres; y, de esas tres, ¿cuál te parece mejor?, ¿cuál eliges? y ¿por qué?", reflexiona la docente, para demostrar que el ajedrez es una herramienta estupenda para trabajar ya desde pequeñitos ese razonamiento, esa lógica, ese pensamiento crítico de selección... "Y para asumir responsabilidades, que eso es muy importante: los únicos responsables de nuestras propias victorias y de nuestros propios errores somos nosotros. No tenemos que echar balones fuera; el ajedrez no nos lo permite, depende de nosotros».

De todos y para todos

Esta visión pedagógica, educativa, convierte el ajedrez en un juego asequible para todos y en una herramienta perfecta para una escuela que camina directa hacia la inclusión. "El ajedrez educativo es de todos y para todos, desde los alumnos que presentan dificultades hasta los que tienen altas capacidades; nos permite dar respuesta a todos. Y, para mí, –afirma– es una de las riquezas que tiene el juego. Con el ajedrez puedo estar trabajando con niños que tienen dificultades con una determinada pieza, mientras que, a los más aventajados, les planteo posiciones con tres o cuatro piezas. Y estamos jugando todos juntos con el mismo juego". Esto nos permite, además, "desmontar el tópico de que el ajedrez es solo para inteligentes".

El ajedrez exige mucha atención y concentración.
El ajedrez exige mucha atención y concentración.
Guillermo Mestre

Por eso, conviene diferenciar el ajedrez educativo del deportivo, ya que "sus objetivos –aunque el juego es el mismo– son diferentes", insiste. Mientras que el deportivo pone el foco en ganar, "compites por ser el mejor para lograr trofeos"; el objetivo del educativo es "aprender sin prisa, sin competir: compites contra ti mismo". "Por eso decimos que el ajedrez educativo es para todos; el deportivo, no".

Sin embargo, son muchos los alumnos que descubren el ajedrez en la escuela, "les gusta muchísimo y quieren más... Y, para eso, están los clubes de ajedrez". "En el educativo –añade–, nos vamos a quedar, sobre todo, en la base, pero profundizando, razonando, avanzando poco a poco, cada uno a su ritmo, para que ese aprendizaje se asiente y sirva a los escolares para crecer y madurar". Sin olvidar que, gracias al ajedrez, los adolescentes, principalmente, conciben otra forma de ocio. Y eso, en los tiempos que corren, "es muy positivo".

Para que los docentes puedan impartir clases, no es suficiente que dominen la técnica del ajedrez. "Se necesita una didáctica", asegura Monreal; y el programa ofrece cursos para infantil, iniciación, profundización, ‘online’, a través del Catedu (Centro Aragonés de Tecnologías para la Educación) y presenciales en los CPR (Centro de Profesores y Recursos). Además, en la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, dentro del grado, se ofrece la asignatura de Didáctica del ajedrez y este año también se oferta un posgrado de Experto en ajedrez educativo. La web ‘Ajedrez a la escuela’ (www.ajedrezalaescuela.eu), que gestionan Miriam Monreal y el experto en ajedrez Diego Zulueta, es un excelente banco de recursos gratuitos, descargables y listos para utilizar por todo el profesorado.

Miriam Monreal prepara una partida de ajedrez, con uno de sus alumnos
Miriam Monreal prepara una partida de ajedrez, con uno de sus alumnos
Guillermo Mestre

Esas cosas que no vemos.

 Jubilado desde hace cuatro años, a Enrique Sánchez, maestro y ‘padre’ del programa aragonés ‘Ajedrez en la escuela’ (2007), le cuesta capear la nostalgia cuando echa la vista a tras y repasa sus más de 40 años por los colegios aragoneses, entrenando a escolares y formando a docentes. Siempre al frente del Club de Ajedrez Marcos Frechín, en el zaragozano barrio de las Fuentes, recuerda cuando en 2018 el equipo del centro –cinco alumnos de 5º y 6º de primaria– ganó en Madrid el Campeonato de España de colegios. Tras una vida dedicada con pasión al ajedrez, afirma que este juego es mucho más que una herramienta magnífica para trabajar la lógica, la atención y la observación, "que es lo que todo el mundo ve"; que el ajedrez aporta otras cualidades, otras habilidades, "que no se ven, difíciles de detectar, pero que, sin embargo, te forman más que el propio razonamiento del juego".

"Cuando juegas al ajedrez –argumenta–, sobre todo en partidas lentas, tienes tu tiempo para pensar y hacer tu jugada; pero, después, le toca al rival; y a ti, te toca esperar... lo que haga falta. Y este ‘aprender a esperar’ implica una disciplina y un autocontrol que no es tan fácil de adquirir, en estos tiempos en los que priman la prisa y lo inmediato". Además, "ese tiempo en que te toca esperar –continúa–, no es un tiempo perdido, tienes que aprender a aprovecharlo también para pensar, para intuir qué movimiento va a realizar tu oponente". Para el maestro de maestros, los niños que practican el ajedrez "son más disciplinados". No dejan de estar activos, pero lo están "de otra manera, más sana, más tranquila, más respetuosa".

Hablando de respeto, otra de sus bondades es que "te obliga a ser humilde". "Tú puedes ganar, hoy, pero sabes que, posiblemente, perderás mañana. Y no me puedo burlar de ti porque te he ganado. Me puedo alegrar –es inherente al juego alegrarte de tus victorias–, pero no puedo humillarte, burlarme; tengo que aprender a perder con cierto orgullo –hoy he perdido, pero no pasa nada–, con respeto hacia mí mismo –he perdido, sí. Pero no soy ni más tonto ni peor–", destaca Sánchez.

Enrique Sánchez y Miriam Monreal, en el CEIP Zalfonada de Zaragoza
Enrique Sánchez y Miriam Monreal, en el CEIP Zalfonada de Zaragoza
Guillermo Mestre

Jugar al ajedrez implica la ardua tarea de tener que tomar decisiones constantemente. "Cada jugada que eliges, es una decisión que has tenido que tomar; y no puedes hacerlo alegremente, tienes que reflexionar, porque, si no, ahí está tu adversario para recordarte que te has equivocado", comenta.

Cuando los pequeños comienzan a jugar a ajedrez, uno de los aspectos en los que más se incide es en que "aprendan a controlar el impulso", ese impulso que les lleva a realizar una jugada por mera intuición. "Y esto es muy importante –continúa–, porque, a lo mejor, esa jugada te parece buena, pero hay otra mejor; incluso, esa misma que a ti te parece buena es mala. Y en el ajedrez, si tocas una pieza la tienes que mover. Ya sabes: pieza tocada, pieza movida. Son las reglas que hay que respetar, que asumir, como en la vida". Del mismo modo que nos enseña a aceptar que, en un momento determinado, "te has equivocado, pero la partida continua, y no te rindes, sino que eres capaz de seguir adelante". Para Enrique Sánchez el ajedrez es un juego de debe enseñarse con calma, "muy despacio"; y que conviva en clase con el resto de asignaturas, como una más, es un logro que él "no esperaba ver". "La directora de un colegio, me dijo una vez: “Enrique, nunca habrá ajedrez en el aula”. Se equivocaba". 

Óscar Sanz, con su hijo Adrián, de 11 años, alumno de 6º de primaria en el CEIP Zalfonada, ante una partida de ajedrez
Óscar Sanz, con su hijo Adrián, de 11 años, alumno de 6º de primaria en el CEIP Zalfonada, ante una partida de ajedrez
Guillermo Mestre

"El ajedrez es una poderosa herramienta para crecer, para la vida"

Adrián Sanz, alumno de 6º de primaria en el CEIP Zalfonada de Zaragoza, descubrió su "pasión" por el ajedrez a las pocas semanas de comenzar las clases, ya en 1º. Sus padres, pronto se dieron cuenta de que el pequeño "tenía marcados en el calendario los días que le tocaba ajedrez" y que no mostraba interés por las actividades físicas, como el fútbol. Óscar, su padre, sabía jugar al ajedrez, pero a los tres meses "yo ya me había convertido en un mero 'esparrin', que le ayudaba a recoger las piezas", reconoce. "Adrián es un niño brillante en la escuela, con altas capacidades, y el ajedrez supuso para él todo un reto; se enfrentaba a algo que le resultaba complejo de superar". En 2º de primaria, "ya quería más" y entró en el Club de Ajedrez Marcos Frechín, con Enrique Sánchez. Sin embargo, la práctica del juego ha significado para él un auténtico espaldarazo en la gestión de sus emociones. Sobre todo, a la hora de superar la frustración, cuando perdía una partida. "Realmente, el problema no era perder –afirma el padre–, sino el gran nivel de exigencia que tenía consigo mismo, que no le permitía equivocarse". También le ha ayudado mucho "a ser más autónomo, en ciertas cosas, y a tomar sus propias decisiones". Y lo dicen unos padres convencidos de que, lo importante, la clave, es inculcar a su hijo la "cultura del esfuerzo". "Siempre le decimos a Adrián que cuando el talento y el esfuerzo se juntan es cuando eres imparable. Todo tiene que estar regado de esfuerzo; el talento solo no sirve". En este empeño, "el ajedrez es un vehículo extraordinario para crecer y formarse". En definitiva, afirma, es "una herramienta para la vida".

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