Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Entrevista

Daniel de Miguel: “Somos egoístas y pensamos: si hace más calor, ya pondremos el aire acondicionado, y es mucho más que eso”

Científico Araid y profesor de Unizar (Zaragoza, 1980), es portavoz de los jóvenes investigadores de la Asociación Internacional en favor de la Geoética.

Daniel de Miguel, durante una campaña en Israel.
Daniel de Miguel, durante una campaña en Israel.

¿En verano se expolia más el patrimonio geológico?

Como la gente tiene más tiempo libre y aprovecha para ir al campo, hay más riesgo para los fósiles y los yacimientos. Cuando más nos han robado es en las excavaciones de verano: nos ven trabajando por el día y por la noche vuelven a robar fósiles... o herramientas.

Si voy por el monte y encuentro un fósil, ¿me lo puedo llevar a casa?

Depende de la legislación del lugar. En Aragón está prohibido coger cualquier tipo de fósil. Pero en EE. UU., si uno encuentra un fósil, es suyo; un comprador anónimo acaba de adquirir en una subasta –por 32 millones de dólares, una cifra récord–, el esqueleto de un TRex hallado por un particular. Se han puesto de moda los fósiles, hasta Nicolas Cage tiene una valiosa colección. ¿Te imaginas toda la investigación que se podría haber hecho con 32 millones? También entra en juego la moral de cada uno: si todos hiciéramos lo mismo, privaríamos a las generaciones futuras del disfrute del patrimonio paleontológico porque al coger un fósil, eliminamos una parte de la información.

¿Por qué es importante dejar los restos donde están?

Al arrancar un fósil de un yacimiento, se pierde el contexto, estudiar en qué sedimento se halla da muchas veces más información que el propio fósil: cómo era ese ecosistema, qué condiciones sufrió una vez enterrado... Dejar un fósil en el campo es lo mejor que se puede hacer.

Y si creo haber hallado algo singular, ¿qué hago?

Anotar el punto exacto y avisar a profesionales de la paleontología, que en gran parte funciona gracias a aficionados que nos dan aviso. A veces nos ayudan a excavar.

¿También debemos fijarnos en lo que compramos?

Si compramos fósiles ilegales, propiciamos un sistema que a veces conlleva explotación y violación de los derechos humanos, como con los diamantes de sangre.

¿De dónde proceden?

Hay mucho comercio ilegal de fósiles en Marruecos, del norte del Atlas y el Antiatlas. De Birmania viene el famoso ámbar de Myanmar e incluso hay guerrillas que luchan por hacerse con el control de las minas de las que se extrae. Es un caso controvertido porque no es ilegal vender ámbar pero sí los fósiles que están dentro. Los gobiernos juegan con esos vacíos legales. Por otro lado, este comercio ilegal da de comer a familias muy pobres, por lo que el tema es muy complejo. En ocasiones son fósiles de un valor científico excepcional. Entonces ¿deben los paleontólogos comprar este ámbar, hacer exposiciones, investigar con él? Es una cuestión de geoética y está dando mucho que hablar.

¿Geoética?

Igual que existe una bioética, la geoética estudia los dilemas que afectan al planeta Tierra desde el punto de vista ético y trata de promover una responsabilidad tanto individual como colectiva, ya sea entre investigadores, políticos, Administración o público general. Es una disciplina tan reciente que hay investigadores que no la entienden ni han identificado problemas éticos en la gestión del patrimonio geológico. También estamos definiendoel nuevo concepto de paleontoética.

¿Qué causaría un dilema ético?

La construcción de una autopista sobre un yacimiento o permitir el turismo masivo en una cueva.

Su investigación conecta el estudio del pasado con el actual calentamiento global. ¿Qué le hacen pensar los calores que hemos pasado estos últimos días?

Estamos muy preocupados por la covid y la crisis económica, pero el principal problema de la próxima década va a ser el colapso debido al cambio climático, que va a tener consecuencias muy graves para toda la humanidad. Quizás somos demasiado egoístas y pensamos que si hace más calor, ya pondremos el aire acondicionado, pero es mucho más que eso. No nos queremos dar cuenta del alcance del cambio climático, de su efecto en nosotros, en los ecosistemas y el resto de las especies. Y los gobiernos no nos lo hacen ver.

Hay quien dice que no tenemos memoria, que siempre ha habido días tórridos en verano. ¿Qué diferencia la situación actual?

Una bala se vuelve peligrosa por la velocidad que le pones al dispararla. El planeta ha vivido otros cambios climáticos; la diferencia es la velocidad a la que está ocurriendo, debida a la acción del ser humano. Las especies y los ecosistemas no van a tener tiempo de adaptarse, lo que conllevará el deterioro y fragmentación de hábitats naturales. Y ya somos testigos de la sexta extinción en masa.

¿Cómo deberíamos reaccionar?

Parece que últimamente todos queremos cambiar el mundo, pero solo lo lograremos si vamos de lo particular a lo global. Cambiando hábitos como reciclar más, consumir menos plástico, usar más el transporte público para emitir menos CO₂ a la atmósfera... Solo cuando una pandemia nos afectó y nos hizo confinarnos, le dimos un respiro al planeta.

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