Beceite, el agua, la Fábrica de Solfa y la cocina de Kike

El joven chef Kike Micolau, de Valderrobres, ha conseguido que muchos visitantes del Parrizal y otras maravillas naturales en el corazón del Matarraña repongan fuerzas en el restaurante del hotel que llevan los Moragrega.

Piscina natural en Beceite
Piscina natural de L’Assut, situada en el camino del Parrizal, con bañista sentado en compás en la ‘playita
Laura Uranga

Quien más y quien menos ha oído hablar en Aragón del Parrizal de Beceite, uno de los destinos de moda en el último lustro para los amantes de la belleza natural sin restricciones, de los primeros en consolidar las pasarelas para salvar obstáculos complejos y hacer el entorno visitable para la práctica totalidad de paseantes. Beceite también tiene otros referentes: el pantano de Pena, la zona de la Pesquera y el propio río Matarraña. Los ya iniciados en la zona saben que yendo hacia el Parrizal (seis kilómetros de carretera estrecha desde el pueblo) se encuentra el paseante con la piscina natural de L’Assut (el azud), perfectamente acondicionada; hasta escaleras para bajar al agua cristalina tiene, y cuenta con la terraza de El Chiringuito para una cervecita fresca y algunas ‘delicatessen’. En el pueblo, el Font del Pas ofrece una inmersión integral en el ‘hotelconencantismo’.

La oferta se diversifica. En las alturas, con una vista magnífica de todo el pueblo de Beceite y los montes circundantes, el Camping cuenta con un bar y restaurante donde se mima en forma y fondo al visitante, gracias a la profesionalidad y saber hacer Kenia y Francesco. La pasta, por cierto, es un escándalo.

El Parrizal

La entrada a este sereno paraíso tiene sus normas. Como todo enclave que se pone de moda, el terror local es que se cualquierice y pierda encanto. Hace ya algunos años que se aplican regulaciones de acceso para controlar las visitas. Por ejemplo, para acercarse al principio del recorrido en vehículo a motor hay que comprar por internet el ticket del aparcamiento. También hay limitación de plazas para ir a pie o en bici; aquí la entrada es gratuita, pero debe recogerse en la Oficina de Turismo del pueblo (información en el 978 890 468 o el mail oficinaturismo@beceite.es) y presentarse en el punto de control. Hay turnos regulados de visita: uno matinal, de 9.00 (primera entrada) a 14.00 (última salida), y otro vespertino de 15.00 a 20.00.

Los coches o furgonetas (en verano no pueden aparcar autocaravanas en el Parrizal; el resto del año, sí) pagan 10 euros por turno. Las motos deben abonar cuatro euros. En el camino desde el pueblo tampoco se puede aparcar, el camino es angosto; se sanciona a quien lo haga porque además son espacios de propiedad privada. Ah, muy importante; el baño está prohibido en el Parrizal.

La Casa de Solfa
Kike Micolau en La Fábrica de Solfa
Laura Uranga

Kike Micolau: de profesión, chef

Kike es de Valderrobres. A pesar de su juventud, atesora una veteranía en los fogones que le ha llevado ya a puestos de responsabilidad en varios establecimientos, dentro y fuera de Aragón. "Desde pequeño me encantaba meterme en la cocina con mi abuela Piluca, hacía mis experimentos con harina y agua, le ayudaba… también mi otra abuela, Flora, me enseñó trucos; en la ESO empecé a pensar en aprender en serio, y me matriculé en una escuela de cocina de Burlada, al lado de Pamplona; entonces, los orientadores del instituto de Valderrobres me dijeron que al año siguiente empezaba la FP de cocina allá, así que me quedé".

Así, Kike había optado primero por seguir creciendo en casa, pero tampoco tuvo miedo a salir de la base para buscarse la vida. "Tras los dos años de FP estuve de prácticas a un parador en el Valle de Arán, y de allí todo fue rodado. En este oficio, gracias a Dios, la faena no suele faltar; estuve en un restaurante de León, luego en el hotel Guadalope y el restaurante Empeltre de Alcañiz. Me salió trabajo en el pueblo y volví un año, pero surgió la ocasión de un ‘stage’ en el restaurante de Martín Berasategui en Lasarte durante tres meses; ahí mismo me ofrecieron un puesto en un nuevo hotel de Villanova, junto a Benasque, y luego estuve tres años de vuelta en Valderrobres, como jefe de cocina del Mas de la Costa. De ahí ya pasé a La Fábrica de Solfa, donde llevo tres años".

El edificio del hotel era en su día fábrica de papel, una de las 16 que existían en Beceite. "Lleva 11 años abierto -explica Kike- gracias a la ilusión y saber hacer de los hermanos Javi y Alberto Moragrega. Está en un lugar privilegiado, al lado del puente sobre el río Matarraña; desde que abrió seguía la filosofía ‘slow food’, con la que comulgo por completo. Lo mismo me pasa con los productos de kilómetro cero, tanto de aquellos típicos de este pueblo como aragoneses en general".

El fesol de Beseit

Kike elogia a la ‘niña bonita’ de la huerta local. "Aquí es fundamental una alubia blanca, el fesol de Beseit, que estuvo a punto de desaparecer no hace mucho; la producción no llega ahora a 1.500 kilos, cuando en su día alcanzó los 10.000, pero va en ascenso. Javi y Alberto, junto con otros entusiastas del pueblo, han vuelto a cultivarla. Aquí hay un plato con fesols el año entero; cambiamos la carta por temporalidad, estacionalmente, pero siempre verás un hummus, un potaje, ensalada o guiso con el fesol presente".

"Me encanta cambiar los menús -aclara el chef- para no aburrirme ni aburrir a otros. También hacemos tres jornadas gastronómicas anuales; una con las setas de octubre, otra con la trufa tras las navidades y una tercera con el fesol de Beseit y menú que lo tiene del primero al postre".

Entre las especialidades que aún no han aburrido al chef -ríe con la puntualización- hay en la Fábrica de Solfa una ensalada de bacalao con sardina de casco, romescu, encurtidos y oliva negra empeltre que quita el sentido.

Volviendo al muy mentado fesol de Beseit, Kike lo sirve estos días de verano con gamba roja, trabajado en sofrito de ajo y cebolla y con una deliciosa salsa de cabeza de gamba. Al emplatar se añaden unas gotitas de lactonesa y se ofrece a banda una emulsión de ajo y perejil.

Del arroz de prados de colono de Valmuel con conejo de Matarraña poco se puede decir; ya se encarga el propio plato de susurrar metafóricamente un ‘cómeme’. En los postres, la tarta de queso caliente con helado de frambuesa y petazetas de oro es para aullar, y la panacota de té de roca con helado de té de roca es más bien un ronroneo. Miau.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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