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Un grupo de seis desconocidos agreden a palos a varios vecinos de Illueca: "Pensé que no saldría vivo"

Cuatro hombres resultaron heridos, y dos de ellos acabaron en el hospital. El más grave tuvo que recibir ocho grapas en la cabeza y pasó la noche en observación.

Alrededores del bar El Cortijo, donde se produjo una de las agresiones.
Alrededores del bar El Cortijo, donde se produjo una de las agresiones.
Heraldo

Un grupo de seis desconocidos alteró la tranquila tarde del sábado pasado en Illueca. Tras varias violentas discusiones de uno de ellos en dos bares del pueblo, el grupo acudió a un tercer establecimiento armado con varios palos y agredieron de gravedad a un vecino de Zaragoza con vínculos familiares con la capital de la comarca del Aranda. El saldo total fue el de cuatro personas agredidas, de las cuales tres fueron atendidas con parte de lesiones en el centro de salud y dos fueron después derivadas al hospital de Calatayud.

Fuentes de la Guardia Civil han confirmado los hechos y señalan que hay una investigación abierta para tratar de encontrar a los autores de estas agresiones. Según apuntan los testigos presenciales, son personas jóvenes, de unos 25 años de edad, que hablaban en un idioma extranjero y que nunca habían sido vistos por Illueca, aunque no se descarta que sean de alguna localidad vecina.

Varios testigos presenciales señalan que uno de los agresores comenzó a causar problemas en el bar Aloha. Allí, según apuntan, acabó pegando a un joven del pueblo al que mandó al hospital con el brazo roto y heridas en el labio. Después acudió al bar PKB 2, donde varios clientes y familiares de los dueños tomaban algo tranquilamente en la terraza. Según apunta uno de los agredidos, que prefiere mantenerse en el anonimato, “empezó a molestar a la gente y a liarla”. Ellos le pidieron que se marcharse, pero antes de irse corriendo le dio un manotazo a su suegro.

Se marchó en dirección a un tercer bar, El Cortijo. En ese momento llegaron las noticias de la primera agresión, por lo que una de las personas que estaba en la terraza decidió acudir a El Cortijo para advertir a la clientela de esta situación. “Cuando llegué, paró un coche en la puerta del bar y se bajaron seis personas con palos. Llevaban partes de un palé y un tronco de olivo como una jarra de cerveza de gordo”, relata.

Entonces, y siempre según los testigos presenciales, el grupo comenzó a tirar mesas y vasos al suelo. Muchos clientes se encerraron en el bar para protegerse, pero uno de los posteriormente agredidos se quedó fuera. “Vinieron a por mí y eché a correr, pero iba con chancletas... Por el camino me dieron tres golpes con los palos y varias patadas. Yo no hacía más que pedir por favor que parasen. Pensé que no iba a salir vivo de allí. Afortunadamente no me llegué a caer, porque si no, no sé qué hubiera pasado”, relata.

Uno de los agresores dijo al resto que se subieran al coche y desaparecieron. El vecino que resultó herido fue al centro de salud, donde le pusieron ocho grapas en la cabeza porque perdía mucha sangre, y desde donde le derivaron al hospital de Calatayud. Allí pasó la noche en observación. Ahora se recupera de sus daños físicos -además de la cabeza, tiene dañada la mandíbula y la espalda-, pero también psicológicos: “Las heridas se curarán, pero estar en una situación en la que ves peligrar tu vida es muy duro, porque te sientes muy vulnerable. Por las noches me vienen los hechos a la cabeza y me cuesta dormir”, lamenta.

El alcalde de la localidad, Ignacio Herrero, manifestó su “preocupación” por estos hechos. “En Illueca somos gente pacífica y últimamente nos estamos acostumbrando a que venga gente de fuera del pueblo a causar problemas; y no queremos acostumbrarnos”, señala en referencia a otro incidente violento del mes pasado, cuando un hombre trató de apuñalar a una mujer.

Herrero aprovechó para lamentar “la falta de efectivos” de seguridad que sufre el pueblo, que no tiene Policía Local y que solo cuenta con “una patrulla de la Guardia Civil para toda la zona”. Además de los episodios violentos, la falta de vigilancia impide controlar “los botellones” que, según denuncia, se producen cada fin de semana en algunos puntos del término municipal.

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