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Las mujeres del medio rural quieren quedarse en sus pueblos, pero necesitan mejores servicios y mayor conciliación

Un estudio realizado por la Unidad de Igualdad del Departamento de Agricultura y la Universidad de Zaragoza evidencia las fortalezas y debilidades de las pequeñas localidades aragonesas desde la óptica del colectivo femenino, cuyo trabajo se demuestra esencial para el desarrollo de la economía rural.

Las mujeres que se dedican profesionalmente a la agricultura y la ganadería tienen más arraigo al territorio.
Las mujeres que se dedican profesionalmente a la agricultura y la ganadería tienen más arraigo al territorio.
DGA

Ya no sucede aquello de que las mujeres quieren abandonar en desbandada el pueblo en el que crecieron porque no encuentras posibilidades de desarrollo socioeconómico en su localidad natal. Actualmente es muy elevado el arraigo territorial de aquellas féminas que han nacido en un pequeño municipio en el que desean desarrollar su trayectoria profesional y vital. La identidad es mayor en las comarcas del eje del valle del Ebro, en aquellas con alto componente turístico o aquellas que se encuentran próximas a infraestructuras de comunicaciones. También se dispara cuánto mayor es la edad y tiene mucho que ver con la renta, porque aquellas mujeres cuyos salarios son bajos prefieren encaminarse hacia las grandes urbes para conseguir una mejora económica.

Lo dicen el ‘Estudio de la situación del mundo rural aragonés desde una perspectiva de género” y estudio ‘Mujeres y desarrollo socioeconómico en el medio rural de Aragón: aproximación desde una perspectiva de género”, presentado este martes en Zaragoza y elaborado por la unidad de Igualdad del Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón en colaboración con la Universidad de Zaragoza, a través de 563 encuestas “con un número muy elevado de preguntas” realizadas entre mujeres de “todas las edades”, que viven en su mayoría en municipios de menos de 2.000 habitantes, de las que el 66% tienen estudios y de ellas el 38% cuentan con formación superior, han explicado las impulsoras. Un trabajo “pionero en Europa, porque considera la situación socioeconómica, el apego al territorio y, además, de una manera comarcalizada”, ha explicado Mirian Ferrer, responsable de la Unidad de Igualdad de la Consejería de Agricultura.

Con estos documentos se ha logrado disponer “de una foto fija” de la situación de las mujeres rurales, que servirá para detectar aquellos “aspectos fuertes y débiles” que presentan estos territorios para poner diseñar medidas “que no solo beneficien al colectivo femenino, sino al conjunto del medio rural” y a hacerlo desde la óptica de las mujeres. Así lo ha detallado María Luz Fernández, del departamento de Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza, que ha reconocido que la encuestas se realizaron de forma telemática por la situación sanitaria que a su vez impidió el trabajo de campo, “aunque la respuesta ha sido muy elevada y los resultados muy satisfactorios”.

El estudio evidencia que las mujeres tienen un alto arraigo territorial y tienen además una elevada valoración de los recursos naturales, pero este colectivo reconoce en las dificultades que encuentran para quedarse en los municipios tiene mucho que ver con la escasez de los servicios, con las dificultades para la conciliación y la corresponsabilidad de las tareas domésticas y de cuidados y con la escasez de medidas efectivas y el desconocimiento de las pocas que existen y con una falta de de coordinación institucional. Frente a ello las medidas propuestas, ha enumerado Fernández, es necesario mejorar los canales de información, articular bancos de buenas prácticas, facilitar la creación de redes entre las productoras agrarias y las agroindustriales y la puesta en marcha de viveros de empresas.

Factor clave de desarrollo

El análisis liderado por la catedrática de Economía y Empresa de la Universidad de Zaragoza, Rosa Duarte, profundiza en el imprescindible papel que juega la mujer como factor “clave” en el desarrollo socioeconómico del medio rural, no solo por su trabajo en las explotaciones agrarias o en las industrias alimentarias o en los servicios, sino por las tareas que desarrolla en el entorno familiar, domésticos y de cuidados, un trabajo sin remunerar que, en muchas ocasiones, impide también el desarrollo social de la mujer.

El documento, ha explicado Duarte, recoge que las mujeres que muestran más preferencia por vivir en los pueblos son aquellas que se dedican a la agricultura y la ganadería, que el arraigo se incrementa con la edad y que tiene mucho que ver con el nivel de estudios y la renta. Señala además el alto grado de feminización de los cuidados, ya que son las mujeres las que dedican más tiempo a las tareas domésticas, al cuidado de los hijos y de los mayores, por lo que “queda mucho margen para mejorar”, ha explicado la catedrática que ha insistido en la necesidad de ofrecer servicios de apoyo a la conciliación y el fomento de las infraestructuras de comunicación que les permita el uso de los medios electrónicos y las herramientas tecnológicas.

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