Un cerebro empático y muy despierto desde el que se controla todo Aragón

A la sala entran llamadas derivadas del 112 y avisos de la app ‘AlertCops’. Unos 40 policías en seis turnos dirigen sobre el terreno a sus compañeros, a los que localizan en directo sobre un mapa.

Sala CIMACC de la Policía.
Sala CIMACC de la Policía.
Guillermo Mestre

La sala del 091 (oficialmente CIMACC) no guarda silencio ni un segundo. Los agentes que atienden el teléfono, cuenta uno de sus excompañeros, "terminan el turno más cansados que si hubiesen tenido que patrullar por la calle porque tienen que mantener una concentración total". Los últimos fines de semana atienden no pocos avisos por fiestas y botellones. Tras un rápido filtrado de la llamada, la trasladan a los compañeros de la sala encargados de movilizar una patrulla, que si está cerca del lugar de la intervención se presenta en cuestión de minutos para dispersar la convocatoria.

Este cerebro desde el que se controlan las ciudades de Aragón con presencia del cuerpo (las capitales, Jaca y Calatayud) no solo tiene que estar muy despierto ante cualquier indicio, sino que también tiene que ser empático. "Puede llamarnos una víctima de violencia machista y eso implica mucha psicología", razona uno de los funcionarios, cuyo puesto, pese a la preparación específica, no está considerado como una especialidad.

A la sala entran llamadas derivadas del 112 y avisos de la app ‘AlertCops’. Unos 40 policías en seis turnos dirigen sobre el terreno a sus compañeros, a los que localizan en directo sobre un mapa. "Acabas sabiendo dónde están en cada momento sin mirar la pantalla", resume uno de ellos, que reconoce que el trabajo es "muy satisfactorio".

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