Durante el confinamiento, cada maña, usted enviaba una poesía a sus alumnos. Escribió 99.

Fue muy duro, nos sentíamos desolados y era una forma de acompañar a los niños y a sus familias. Establecimos una conexión maravillosa. Esperábamos que llegaran las nueve de la mañana para conectarnos, para encontrarnos con ese saludo de la maestra en forma de poesía, que nos daba pie para hablar de todo.

¿Se considera una maestra poeta o una poeta maestra?

Primero fui poeta, luego maestra. Escribo desde los 7 años y la poesía me ha acompañado y enriquecido siempre. Pero, cuando eres maestra, eres una prestidigitadora y sacas todo lo que tienes de tu chistera. Siempre he trabajado la poesía en todas las asignaturas, porque llega al corazón, es mágica y se aprende más fácil con versos. Con la poesía se puede aprender en la escuela cualquier cosa.

¿Hace magia con la poesía para enseñar a sus alumnos?

Conceptos como, por ejemplo, compromiso o solidaridad son difíciles de explicar y entrañan palabras grandilocuentes, que ellos no comprenden bien. Sin embargo, si les lanzas esa misma idea con un poema, con palabras sencillas, con ritmo y rima... ya has conectado con ellos;la poesía les llega y les transforma. Y, como es cortita y fácil, la aprenden, la memorizan, la cantan. La poesía conlleva satisfacciones muy directas para los aprendizajes y es muy motivadora y divertida.

Ya, pero poemas en tiempos de Tik Tok...

La poesía nos hace falta, porque tiene todos los ingredientes que necesitamos en estos tiempos tan convulsos y en este mundo tan complicado: dulzura, emoción, música, alegría. Y, en mi caso, humor y amor. Te hace soñar, jugar con las palabras, con los compañeros, te acaricia el corazón y la puedes compartir. Te lo da todo a cambio de nada. Hoy, por ejemplo, hemos compartido un poema sobre la paz, en forma de rap:«Necesitamos unas tijeras para cortar las guerras. Un tipex grande que borre las fronteras», así es más fácil acercarse a ciertos valores.

Y, ahora, acaba de publicar ‘La ardilla poeta y el futuro del planeta’ (Pregunta), su primer libro de poesía para niños...

Sí, para niños de 6 a 9 años. Son poemillas como ardillas, que van saltando por las mesas y las sillas, para invitarnos a cuidar de la naturaleza y de nosotros mismos. Y nos acompañan en la aventura de aprender a ser mejores y en la búsqueda de valores:respeto a lo diferente, solidaridad, amistad... Y todo esto, con la fuerza de las imágenes del ilustrador Xcar Malavida, con el estilo del cómic, que a los niños les encanta.

¿Se insiste en la escuela lo suficiente en la educación medioambiental?

Sí. Los maestros tenemos la responsabilidad de enseñarles a través de acciones sencillas, en las que ellos colaboran, y que tienen mucha importancia. En la escuela todo se recicla:usamos la imaginación más que el bolsillo.

Y, díganos, ¿cómo llevan los chavales el frío, la ventilación, las mascarillas, el hidrogel…? ¿Se les está haciendo duro?

Abrigos, chaquetas, gorros, gafas de sol, paraguas por si llueve… tenemos de todo. Ventanas y puertas abiertas, y si vuelan papeles, pues ponemos piedras, pisapapeles. Somos inteligentes y, con un poquito de humor, mucha paciencia y poemas, nos adaptamos.

¿Y la falta de abrazos?

Echamos mucho de menos el contacto físico. Los niños demandan constantemente gestos de aprobación y refuerzo. Hay que inventarse otras formas de demostrar el cariño, otro idioma, y lo haces. Yo recurro a los besos con versos.

Sé que sus alumnos la adoran…

En las aulas nos queremos y, como nos queremos, aprendemos. Ahora, intentamos que el virus no sea el protagonista absoluto de nuestras clases y vemos la luz con la vacuna, para que pronto podamos volver a disfrutar, sencillamente, de la escuela.