Borrasca filomena

Una odisea de viaje por la borrasca Filomena: 114 horas de Zaragoza a EE. UU.

El joven aragonés David Corrales, de 19 años, sufrió la cancelación de tres vuelos y tuvo que viajar por carretera in extremis del aeropuerto de Madrid al de Barcelona como última opción.

David Corrales, en las escalas que tuvo que hacer para llegar al estado de Nueva York.
David Corrales, en las escalas que tuvo que hacer para llegar al estado de Nueva York.
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Una verdadera odisea. Tres vuelos cancelados y un viaje por carretera in extremis del aeropuerto de Madrid al de Barcelona. El joven aragonés David Corrales, de 19 años, tardó, debido a la borrasca Filomena, 114 horas -casi 5 días- en llegar desde Zaragoza hasta Géneva, en el estado de Nueva York, donde estudia el segundo año de Matemáticas y Computer Science y juega a baloncesto. "El viaje fue agotador y sufrimos mucho estrés", sostiene el joven, que por fin ha llegado a su casa de Estados Unidos y ahora se encuentra descansando después de muchas horas sin dormir.

Prevenido por el temporal, el joven cogió el pasado viernes un AVE desde la estación de Delicias con siete horas de antelación dirección Madrid. Ya en el aeropuerto, los copos de nieve comenzaban a ser cada vez de mayor tamaño y caían con mayor regularidad. A pesar de ello, David entró en el avión "con total normalidad", como si de un viaje más se tratase. Sin embargo, no iba a ser un trayecto más. "El avión donde viajaba mi hijo estuvo 5 horas en la pista esperando a que le diesen el paso. Cuando estaban los segundos para salir, cerraron la pista y les desplazaron a otra, pero finalmente cancelaron todos los vuelos", cuenta el padre del joven, Álvaro Corrales, socio fundador de AGM Educación, la empresa que acompaña a deportistas a vivir su etapa universitaria en EE. UU..

Con el vuelo cancelado y un temporal histórico y difícil de asimilar en la capital española, 2.000 personas pidieron explicaciones a la aerolínea con la que viajaba David. "La mayoría de gente se quedó a dormir en el aeropuerto. Por suerte, nosotros conseguimos un hotel, eso sí la maleta se quedó en el avión", admite el padre, que se ha encargado de buscar diferentes posibilidades para que David pudiese llegar cuanto antes su destino.

El vuelo se lo reprogramaron para el sábado por la tarde, pero esa misma mañana, lo volvieron a cancelar y cerraron el aeropuerto. "En ese momento, el cambio que nos propuso la aerolínea era para el sábado de la semana siguiente, siete días más tarde, pero después de presionar nos dieron la opción de un vuelo el lunes", relata Álvaro. El joven, que llevaba ya tres días sin maleta, fue al aeropuerto para recuperarla, pero sin éxito. "Mi hijo estuvo cuatro días sin cambiarse la muda, aunque por lo menos se podía duchar en el hotel, algo que no podían las personas que se quedaron en el aeropuerto", añade. 

A falta de tres horas de coger el vuelo del lunes y con la maleta ya con él, la compañía volvió a cancelar el viaje. "Estos días he dormido solo dos horas por el estrés de la vuelta de mi hijo a Estados Unidos. Tiene 19 años, es muy joven", admite Álvaro. El jugador de baloncesto ha estado en todo momento acompañado por un amigo, que estudia en la misma universidad estadounidense y que ha vivido el mismo calvario. 

David Corrales, universitario zaragozano en EE. UU.
David Corrales, universitario zaragozano en EE. UU.
Francisco Jiménez

Finalmente, la opción más inmediata era salir desde Barcelona el martes. Fueron los padres de otra compañera del País Vasco que volaba con ellos los que pudieron acercar a los tres jóvenes a Zaragoza. "La compañía con la que iban a volar desde El Prat, les pedía test de antígenos. Una enfermera vino a nuestra casa a las diez de la noche a hacer las pruebas a los tres. Como el vuelo salía de madrugada, cogí el coche después de que los chicos dieran negativo y los llevé al aeropuerto catalán", declara Álvaro.

Por fin, los tres jóvenes pudieron salir de España este martes y tras coger tres vuelos -uno de Madrid a Fráncfort, otro hasta Nueva York y el último hasta Rochester- este miércoles, de madrugada, ya estaban instalados en sus residencias estadounidenses. "Por fin he recibido un mensaje de mi hijo esta noche -por ayer- a las 4.30 de que estaba en la universidad", cuenta desahogado el padre.

Sin equipaje durante varios días, el joven admite que sintió "alivio al ver la maleta salir por la cinta" cuando, por fin, llegó a su destino.

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