Las llamadas por violencia machista
suben un 51%, pero bajan las denuncias

El teléfono del IAM atendió 1.803 agresiones hasta finales de septiembre. A los juzgados llegan 1.500 casos, unos 500 menos que el año pasado.

Un fotograma del vídeo.
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Está siendo un año complicado para muchos. Pero pocas personas están atravesando un calvario como el de las víctimas de la violencia machista, quienes además de los problemas a los que se enfrenta el conjunto de la población han convivido a la fuerza con su maltratador, e incluso algunas siguen haciéndolo debido a las restricciones sanitarias y económicas. La coyuntura ha multiplicado las llamadas al teléfono del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM) para denunciar agresiones físicas y psicológicas. Entre el 1 de enero y el 30 de septiembre, se registraron 1.803 peticiones de auxilio, lo que supone un 51% más que en el mismo periodo del año anterior, cuando fueron 1.194.

Los contactos telefónicos, sin embargo, no se tradujeron en denuncias en la misma medida. De hecho, según los datos facilitados por el departamento de Presidencia de la DGA, estas cayeron en picado: mientras el año pasado se habían formalizado 2.000 en los tres primeros trimestres, en este curso la cifra de requerimientos se ha reducido hasta los 1.555. Todo ello en un contexto de confinamiento y de precarización económica, lo que convierte a las maltratadas en dependientes de su hostigador, aún más si cabe, y que explica el especial crecimiento de las consultas de tipo laboral (de 141 a 417) de las afectadas. Este próximo miércoles se celebra el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.

La línea telefónica del IAM, el 900 504 405, atiende las 24 horas y no deja rastro en la factura. En cifras totales (avisos urgentes y no urgentes), en este número se contestaron hasta finales de septiembre 3.850 llamadas, que significan un 29% más que durante los mismo meses que en 2019, cuando fueron 1.194. Este registro abarca tanto las situaciones de todo tipo de violencia que necesitaban una actuación de emergencia como solicitudes de información.

El miedo provocó que muchas mujeres se callaran durante las primeras semanas del confinamiento y vivieran su suplicio en silencio. El paso del tiempo fue haciendo mella y los datos reflejan cómo mes a mes esta lacra se recrudeció. Así, en marzo las llamadas descendieron casi un 6%, y pasaron de 326 en 2019 a 307. Ya en abril empezaron a aumentar en un 27,5%, creciendo de 327 a 417. Las demandas batieron un récord en mayo. Hubo 547, un 60% más que en el mismo mes del año pasado, en el que fueron 341. Desde entonces las cifras no han dejado de crecer, de 406 a 425 en junio, de 408 a 532 en julio, de 429 a 526 en agosto y de 392 a 432 en septiembre.

Los juzgados especializados en violencia machista también reflejan el peso de la pandemia en otros parámetros como las órdenes de protección o las renuncias a seguir adelante con los procesos judiciales. Menos aragonesas (414 frente a 496 un año atrás) pidieron que se aplicaran métodos de seguimiento para evitar ser atacadas, de nuevo, por sus exparejas. Las renuncias en los casos abiertos cayeron a la mitad, sobre todo entre las víctimas de origen extranjero.

En cuanto a las sentencias por violencia de género, y tomando como referencia las emitidas entre abril y junio, las condenatorias se redujeron en un 23%, mientras los sobreseimientos aumentaron en hasta un 37%. El número de hombres enjuiciados ha caído en un 77% y el de sentencias condenatorias por conformidad, un 66%. Otro reflejo de la situación actual es el desplome del 86% en los recursos presentados.

ARIADNA MARCO Y ANNETE MERIDO DE SOMOS MAS/20.11.2020/JAVIER BELVER[[[FOTOGRAFOS]]]
Annete Marino es una de las portavoces de la asociación Somos Más]
Javier Belver

"Con la crisis hay mujeres que no denuncian porque se ven en la calle"

Los tres meses de encierro domiciliario se convirtieron en un drama y un suplicio para las víctimas de violencia de género que se vieron obligadas a convivir con su ‘verdugo’. María, un nombre ficticio de una mujer de mediana edad sin hijos, ya recibía agresiones físicas y psicológicas de su pareja con la que compartía un piso de alquiler. Como consecuencia del confinamiento ambos se quedaron en ERTE y las vejaciones y estallidos violentos de él fueron a más. María se atrevió a denunciar durante la desescalada y aunque el juez estableció que ella se quedara con el uso y disfrute de la vivienda, la tuvo que abandonar al no poder pagar el arriendo. Ahora sobrevive gracias a las ayudas de urgencia del Ayuntamiento de Zaragoza, porque no puede pedir el Ingreso Aragonés de Inserción (IAI) ni recibe el Ingreso Mínimo Vital (IMV).

Es uno de los casos que en estos meses ha acompañado la asociación Somos Más de Zaragoza, formada por 62 mujeres sobrevivientes de la violencia de género, como ellas se definen. La delicada situación económica provocada por la pandemia está causando que muchas mujeres se retraigan a la hora de acudir a la policía o al juzgado.

"Con la crisis hay mujeres que no denuncian porque temen verse sin recursos y en la calle. Las entidades y los servicios sociales están desbordados por las necesidades que hay, no es que no estén sensibilizadas con este tema y no tengan una respuesta, pero muchas víctimas dan marcha atrás", explica Annete Merino del colectivo.

"El empleo es un aliado"

Además del duro proceso judicial, una de las primeras necesidades es encontrar un trabajo para poder rehacer sus vidas. Con la precarización, encontrar un empleo se complica y el miedo es mucho mayor si se tiene hijos menores.

La contratación de víctimas de violencia de género cuenta con bonificaciones en la Seguridad Social pero, dice Merino, son muy poco utilizadas por las empresas. "Además no todas dan facilidades de horario para poder asistir a la citas judiciales que en algunos momentos son muchas y requieren un tiempo", lamenta. Insiste en que "el empleo es uno de los aliados para superar la situación y rehacer tu vida".

Según el informe ‘Un empleo contra la violencia’ de la Fundación Adecco, el 89% de las aragonesas víctimas en situación de desempleo no confía en encontrar trabajo en el mercado laboral de la covid-19 y cree que tardarán más de un año en lograrlo. De las 60 aragonesas entrevistadas para este estudio, el 73,3% considera que aún existe un gran estigma en las empresas y asocian violencia machista a una personalidad insegura o problemática y evitan contratarlas. El 75,7% prefiere la modalidad presencial al teletrabajo, debido al temor a quedarse aisladas en su domicilio, y por las facilidades para construir lazos y redes de apoyo sólidos. 

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