Grande-Marlaska ha trasladado a 8 etarras a prisiones de Aragón para acercarlos al País Vasco

El ministro del Interior ha movilizado a 88 presos de ETA en dos años y medio.

El ministro del Interior, Grande-Marlaska.
El ministro del Interior, Grande-Marlaska.
EP

El Gobierno de Pedro Sánchez planifica transferir competencias al Gobierno vasco del PNV en el próximo año y una de ellas será Instituciones Penitenciarias (como en Cataluña). Para entonces, la mayoría de los 197 presos de ETA ya estarán cerca del País Vasco. En ese proceso, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, decidió mover a 30 internos de la banda terrorista en el primer año y hasta esta semana ese número se ha elevado a 88, según los datos oficiales. Aragón sigue siendo una de las piezas decisivas en esos movimientos porque las prisiones de Zuera y Daroca han recibido en dos años y medio a ocho etarras (cuatro en cada cárcel).

Cuando Alfredo Pérez Rubalcaba quiso debilitar a ETA en 2010, Zuera llegó a tener veinte internos de la banda, al albergar a los que eran críticos con la dirección terrorista. Ahora es el paso hacia el País Vasco o su próxima libertad. En febrero próximo saldrá de prisión el etarra Kepa Leguina Aurre, encarcelado desde 2001, uno de los ocho que están ahora en el centro penitenciario de Zuera. Así le pasará al preso más conocido, Francisco Múgica Garmendia, Pakito, condenado por el atentado de la casa cuartel de la Guardia Civil, que llegó a esta misma cárcel en 2009 y saldrá en abril de 2021.

El último que salió libre fue Kepa Echevarría, en marzo de 2018. En realidad, Zuera es la puerta de entrada a las cárceles vascas, como ocurrió este año con el etarra Kepa Arronategui Azurmendi, que intentó matar al rey Juan Carlos I en 1997 en Bilbao y sufre una psicopatía mental. Primero lo revisaron en el centro de Zaballa (Vitoria) y acabó ingresado en la Unidad de Psiquiatría Legal Aita Menni, en Arrasate (Guipúzcoa).

Fuentes penitenciarias señalan que la actividad de los etarras en la prisión de Zuera se ha centrado en estudios universitarios y en la práctica de deportes. «En los últimos años ya se ha convertido en un grupo estanco», describe un funcionario a los etarras del centro, repartidos entre dos módulos. Solo hay uno, Igor Martínez de Osaba, que ha optado por trabajar en uno de los talleres de Zuera, algo inédito entre los etarras.

Interior ha ampliado en el último año el modelo de las prisiones aragonesas y la de Villabona (Asturias) de acercamiento a instalaciones próximas a 350 kilómetros y ahora van a Logroño (7 presos), Burgos (5), Soria (3), Palencia (5), El Dueso (3) y Valladolid (3), junto a los 14 reclusos que ya han entrado en las del País Vasco.

En Daroca, en 2018, uno de los etarras recibidos durante el Gobierno de Pedro Sánchez acabó trasladado a la cárcel de Zaballa (Álava). Era Alfredo Remírez, condenado por enaltecer a ETA en Twitter y con una pena de año y medio. De esta forma, fue al centro penitenciario más próximo a su localidad natal, Amurrio.

Un funcionario conocedor de la historia de Daroca recuerda que esta pasó de ser una cárcel dura en los años 80 y 90, junto a Herrera de la Mancha, donde acogían a los etarras más peligrosos, a una que es considerada ahora un beneficio para estos. El centro penitenciario aragonés tiene 340 presos. «Hay uno que lleva más tiempo (Unai López de Okariz, entró en abril de 2019), trabaja en un taller y hasta colabora en la limpieza», señala el funcionario en referencia a los etarras. Los otros dos (Asier Bengoa López de Armentia y Faustino Marcos Álvarez) llegaron el pasado 22 de septiembre. Los tres están en el mismo módulo y no dan problemas.

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