gente de la tierra

Toda una vida entre panes y dulces como herencia familiar

El trabajo del horno Sesplugues es fruto de la pasión por el oficio y rinde homenaje a una tradición familiar que ya va por la quinta generación.

Carlos Sesplugues y su mujer Julia Garanto, en su horno de leña de Casa Pilara, en el municipio oscense de Alcampell.
Carlos Sesplugues y su mujer Julia Garanto, en su horno de leña de Casa Pilara, en el municipio oscense de Alcampell.
H. A.

Quien crea en el destino podrá decir que el de aquel chaval que se colaba por la panificadora de sus abuelos en Alcampell estaba más que escrito. Y acertaría. Hoy por hoy, aquel niño llamado Carlos ha hecho de la elaboración artesanal de panes y postres su modo de vida y de aquel negocio familiar un horno de leña de referencia que cuenta con cinco tiendas en Aragón.

Carlos Sesplugues no está solo en esta aventura empresarial, pues le acompaña su mujer Julia Garanto, que ha dado nombre a la red de establecimientos repartidos por Barbastro. Binéfar y el propio Alcampell. Es en este último municipio donde el matrimonio reside, prepara y amasa sus productos, concretamente en la conocida Casa Pilara, donde ya vivían los abuelos del emprendedor, al cargo del horno Sesplugues.

Para explicar el origen del apellido del artesano, hay que remontarse a la historia de su tatarabuelo, que vivía en el municipio leridano de Espluga Calva y que, curiosamente también era panadero. En total ya son cinco las generaciones dedicadas a este oficio. Cuando se le pregunta a Carlos Sesplugues por la sexta se echa a reír y afirma: "En absoluto", mientras asegura que sus hijos irán por otros derroteros profesionales.

Entre la gran variedad de productos que trabajan, destacan las galletas de Casa Pilara, que se comercializan a nivel nacional y que se han convertido en una de las señas de identidad de la firma. "Son las típicas galletas de mantequilla con copos de maíz por encima, lo que le aporta un toque crujiente que consigue que gusten mucho", explica Carlos Sesplugues.

Tanto es así que producen 90 kilos de galletas al día para abastecer la demanda a través de sus distribuidores. Disponibles también con coco y chocolate, se atienden pedidos a través de la web, servicio que el matrimonio pretende relanzar próximamente.

Otro de sus proyectos consiste en sacar un nuevo postre: el ‘miljulias’, un milhojas que pretende colocarse entre los productos más emblemáticos de la casa. El nombre, según cuenta el artesano, salió de las propuestas que se hicieron por redes sociales, una herramienta que maneja el propio Carlos Sesplugues cuando puede, pues entre la elaboración del pan y su continuo afán por probar con nuevas recetas reposteras y pasteleras, no le queda mucho tiempo.

Ese continuo esfuerzo se ha visto recompensado con varios reconocimientos. El último fue la Miga de Oro de Aragón, que distingue al mejor pan de la Comunidad, incluido, por otra parte, en La Ruta Española del Buen Pan, donde se encuentran las panaderías mejor valoradas del país.

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