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Mascarillas con puñetas, de moda entre los juristas

José Luis Bermejo, profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Zaragoza, decidió confeccionar las primeras unidades de estas mascarillas el pasado mes de marzo.

Bermejo, luciendo una de sus mascarillas.
Bermejo, luciendo una de sus mascarillas.
Heraldo

Habituales en trajes académicos y en las togas que portan algunos trabajadores del sistema de justicia, las puñetas son el encaje o ‘vuelillo’ que habitualmente aparece en el extremo final de las mangas bordadas de las togas u otros trajes ceremoniales. Suele estar realizado en algodón artesanal con la técnica de encaje de bolillos. Además, estos puños pueden ir adheridos a la toga o ser completamente independientes para poner y quitar con facilidad. Una vestimenta que, como viene recogido en la Real Academia de la Lengua Española, se corresponde con el traje de ceremonia con que se revisten magistrados, letrados y algunos docentes.

Hace unas semanas, José Luis Bermejo, profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Zaragoza, decidió confeccionar sus propias mascarillas negras –imitando el estilo de una toga- con puñetas. Una moda que también se sigue en otras comunidades autónomas y que ha triunfado entre los juristas.

Mascarilla con puñetas.
Mascarilla con puñetas.
Heraldo

“Tengo varios amigos y compañeros en el mundo judicial y juego en el equipo de veteranos del colegio de abogados por lo que pensé que les haría gracia un detalle como este”, explica Bermejo. Así, el pasado 13 de marzo se puso manos a la obra y emprendió la costura de varias unidades de estas mascarillas con retales, baberos e incluso con bayetas de microfibra. “Ahora que ya hay disponibles en el mercado con todos los diseños imaginables, pensé que este era fácil y resultón”, afirma.

“Las puñetas de las togas son inmemoriales, un adorno típico de la vestimenta de los profesionales del mundo del Derecho. Hoy se distinguen las togas de fiscales, jueces y magistrados de distintos rangos por la sofisticación y la anchura de las fajas de blonda o encaje que se lucen en las bocamangas”, asevera Bermejo.

En cuanto al proceso de confección es bastante simple. Bermejo compra las mascarillas negras y tan solo añade este motivo. “Lo que hago es coser la tira de blonda semejando las puñetas de la toga”, afirma el zaragozano que reconoce que el confinamiento ha despertado en él un gusto por las manualidades que, como le ha ocurrido a tantas personas, parecía tener olvidado. “Durante estos meses que hemos tenido que entretener a los críos en casa he fabricado aviones con latas, fusiles con perchas y tubos de cortina, hemos hecho cuentacuentos... Una cosa lleva a la otra y la imaginación se despierta”, explica.

Se trata de una tarea relativamente sencilla que conlleva en torno a 15 minutos de trabajo por unidad y que tan solo le supone el gasto de la mascarilla negra –3,50 euros- ya que dispone de varios metros de blonda en casa: “Mi abuela usaba mucha y aun guardo una cantidad considerable en casa”.

En su opinión, asegura que se trata de un producto susceptible de ponerse de moda en Aragón como ya ha ocurrido en otras Comunidades Autónomas. “Aunque las primeras reacciones han sido más de cachondeo, risas y agradecimiento de mis compañeros, estoy seguro de que podrían llegar a ponerse de moda, además son muy fáciles de hacer uno mismo”, resume.

La moda se extiende

El pasado 2 de junio, una jurista compartía en Twitter una fotografía de la mascarilla que le había confeccionado una compañera de trabajo acompañada del mensaje: “Pues, con esto, creo que ya estoy lista para empezar de cero, y empezar bien protegida”. Una iniciativa que, como explica su artífice, María José Martín, funcionaria de justicia en el Juzgado nº1 de Violencia de Género de Granada, surgió desde el corazón y que, sin saber cómo, se convirtió en un auténtico éxito entre el personal de justicia. “En este juzgado somos como una gran familia. Por eso cuando comenzó la pandemia se me ocurrió ponerme manos a la obra tirando de lo que tenía en casa”, rememora.

También se comercializan en Sevilla, en el taller de confecciones de Pilar Vera ubicado en Umbrete, se pueden adquirir sus ‘Mascarillas de justicia’ a un precio de 20 euros la unidad. En este caso, el diseño incluye el símbolo de la balanza que representa el equilibrio y la equidad. Además, existen tres modelos a elegir: mascarilla con bordado en negro, en blanco o con puñetas y bordado. 

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