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  • Ana Alcolea

Confinamiento

HOMENAJE A LOS SANITARIOS CON APLAUSOS DESDE LOS BALCONES / 14-03-2020 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
Aplauso a los sanitarios en un homenaje desde los balcones.
FRANCISCO JIMENEZ PHOTOGRAPHY

Voy a reunirme con mi marido, que está al otro lado de Europa. Llamo al aeropuerto de destino. El oficial me asegura que si estoy sana me repatriarán. Hablo con la embajada española, me dicen que lleve documentos que acrediten que tengo casa en la que vivir. Guardo en el bolso el libro de familia. Voy a la farmacia a comprar mascarillas. No hay. Ni en la farmacia ni en toda la ciudad. En la maleta meto un pantalón, tres camisas, cinco bragas y siete libros. Al día siguiente pido un taxi. Voy a la estación. Cojo un tren a Barcelona. Luego otro taxi a El Prat. Después un avión a Amsterdam, y más tarde otro a la antigua Nidaros, en el centro de Noruega, donde no sé si me dejarán entrar o si tendré que deshacer el camino. Casi nadie lleva mascarilla. La chica que está en mi fila en el primer avión se tapa la boca con una bufanda, yo hago lo mismo con la mía. En el segundo avión no hay nadie a mi lado. Aterrizamos. Ningún control en la aduana. No ha dado tiempo de montar el dispositivo y ni siquiera hay un policía que tome nota de mi filiación. Solo un cartel que dice que todos quienes venimos de vuelos internacionales tendremos que pasar dos semanas de cuarentena. Salgo al vestíbulo. No hay nadie. El avión ha llegado tan pronto que mi marido no me espera todavía. Pasan veinte minutos en los que estoy sola con mi maleta en el aeropuerto. Viviré los catorce días siguientes en una habitación propia. Saldré a la terraza solo para respirar. Muchos no podrán volver a hacerlo.

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