Tercer Milenio

En colaboración con ITA

oleicultura

El olivar del Moncayo se protege con trampas

La cooperativa de Magallón ha puesto en marcha un innovador proyecto de agricultura 4.0 para minimizar los ataques de la temida mosca del olivo.

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Colocación de las trampas para atraer a la mosca del olivo en árboles de la variedad empeltre.
C. M.

Si hay una plaga a la que temen los olivareros esa es la mosca del olivo, un pequeño insecto al que le gusta poner sus huevos, sobre todo, en el fruto de estos árboles, del que se se van alimentando sus larvas. Perjudica a la cantidad de la cosecha, ya que muchas de las olivas afectadas -algunos estudios calculan que el 10% de la producción- terminan cayendo al suelo. Y lo que es peor, aquellas que llegan a la almazara terminan dejando la huella del gusano en el aceite, que pierde calidad y cualidades organolépticas por lo que deja de ser virgen extra para quedarse, como mucho, en un simple lampante, lo que reduce el precio de las olivas y, con ello, la rentabilidad del agricultor.

Para dar caza a tan perjudicial plaga, la Cooperativa de Magallón (Zaragoza), propietaria de la almazara La Olivera, integrada en la Denominación de Origen Aceite Sierra del Moncayo, ha decidido proteger su olivar tradicional, aquel que produce su preciada variedad empeltre, con unas innovadoras trampas, diseñadas por una empresa española, que además son el punto de partida de un ambicioso proyecto de agricultura 4.0 con el que no solo pretende minimizar las afecciones del molesto insecto sino disponer de herramientas predictivas que permitan adelantarse a su aparición.

Hay también otra razón. Para tratar esta plaga se utilizaba hasta no hace mucho un insecticida que se elabora con dimetoato, un compuesto prohibido ahora por la Unión Europa. "Llevábamos tiempo buscando alternativas sostenibles y hemos optado por estas trampas porque son más efectivas que los insecticidas y respetuosas por un medio ambiente", señala Juan Carlos Palacios, gerente de la cooperativa. Se trata de un cono de color amarillo -el tono no es casual, atrae a la mosca- cubierto en su parte superior por un film transparente que deja pasar la luz y que dispone de unos pequeños orificios por los que se introduce el insecto que acude al olor que desprende la trampa.

El método se ha utilizado en zonas productoras del Mediterráneo, por lo que su instalación en los cultivos a los pies del Moncayo es "casi como un experimento", señala Palacios, que explica que "ahora habrá que comprobar que los resultados son también satisfactorios en nuestra comarca". Y eso tendrá mucho ver con la climatología de la zona, con las características propias del olivar, con el constante viento y la falta de humedad e incluso con la disposición de las trampas.

Para "dar mayor entidad" a este proyecto está prevista en apenas unos días la instalación en la zona de una estación meteorológica digital que, mediante una aplicación informática, permitirá crear una base de datos de las condiciones climáticas durante el periodo de desarrollo de las olivas. Una información que se cruzará estadísticamente con los ciclos de la mosca. "Lo que intentamos es crear un método predictivo que nos permita adelantarnos a las afecciones", detalla el gerente.

De momento, las trampas protegen los olivos de unas 20 hectáreas en la que se sitúa el llamado Pago La Corona, de cuyos cultivos se elabora el prestigioso y laureado aceite de oliva virgen que comercializa con ese mismo nombre la almazara La Olivera.

Grupo de cooperación

Pero la innovación y la implantación de la agricultura 4.0 no termina ahí. La cooperativa de Magallón ha creado, junto con la cooperativa San Atilano de Tarazona, oleicultores de la zona, centros de investigación y el consejo regulador de la D. O. Aceite Sierra del Moncayo, un grupo de cooperación cuyo proyecto ya ha sido presentado al Gobierno de Aragón -todavía pendiente de aprobación- con el que optar a las ayudas que estas iniciativas reciben a través del Plan de Desarrollo Rural (PDR). "Lo que intentamos es disponer de recursos para asociar este método de lucha contra la plaga a otras prácticas que no afectan al medioambiente como la utilización de plantas autóctonas en las que viven otros insectos que son depredadores de la mosca o incluso el desarrollo de algún tipo de hongo que impida su desarrollo", detalla Palacio.

Este proyecto, que se desarrollará durante cuatro años, incluye la realización de métodos predictivos y de ensayos agronómicos para comprobar la eficacia de distintas técnicas sostenibles así como la utilización de herramientas informáticas para el control de esta y otras plagas y enfermedades del olivo. Su éxito supondrá además su expansión por otras áreas de la comarca de Tarazona y el Moncayo.

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