coronavirus

El ejército solidario de 11.950 voluntarios de Cruz Roja en Aragón

La pandemia ha despertado el alma solidaria de muchos aragoneses. Desde el 16 de marzo se han sumado 800 nuevos voluntarios a Cruz Roja.

La voluntaria María Jesús Cuartero entrega los medicamentos a María Luisa Medina.
La voluntaria María Jesús Cuartero entrega los medicamentos a María Luisa Medina.
Oliver Duch

María Jesús Cuartero es una de las 11.950 voluntarias con las que cuenta Cruz Roja en la Comunidad. Una cifra que ha aumentado en 800 personas desde el pasado 16 de marzo, buena muestra del alma solidaria de los aragoneses.

Cuartero, de 60 años y trabajadora de limpieza en la Universidad de Zaragoza, sintió esa llamada. «Era socia de Cruz Roja, pero jamás había ejercido de voluntaria. Fue un impulso que sentí cuando explotó el problema del coronavirus. Me sentía mal estando en casa sin hacer nada, sin poner mi granito de arena por pequeño que fuera. Lo que está pasando es muy gordo. Ni en estos momentos me termino de creer que es real. Así que llamé y al poco tiempo ya estaba haciendo la labor que me asignaron», explica.

En su caso, integra el plantel que diariamente, de lunes a viernes, sale a las calles de Aragón para hacer llegar a las personas mayores los tan preciados medicamentos que, a causa del confinamiento, no pueden recoger en las farmacias.

«Cada día, a primera hora de la mañana, paso por la farmacia del paseo de Teruel para recoger todos los productos que tengo que repartir. Llevo mi lista con las direcciones y los nombres y hago el recorrido que me asignan. Voy a unas cuatro casas por día», relata.

Más allá de lo gratificante que resulta la misión encomendada, sobresale la emotiva experiencia que supone cada visita. «Hay de todo, pero me encuentro con gente que está muy asustada, que tiene miedo ante esta pandemia. Son personas, muchas de ellas ancianas, que llevan sin salir a la calle desde mediados de marzo, que no tienen contacto directo con la gente, ni siquiera con sus familiares. Les hace bien hablar, aunque sea unos pocos minutos y con la mascarilla por medio. Están deseando verte, supone un aliciente para ellos. Se quedan más tranquilos cuando me voy», comparte.

En su ruta de ayer, Día Mundial de laCruz Roja, arrancó en la avenida de Valencia, en un domicilio donde están confinados María Luisa Medina y sus padres, de 85 y 83 años, ambos en situación de riesgo sanitario. «Si no hubiera sido por la ayuda de Cruz Roja no sé cómo hubiéramos salido adelante estas semanas. La labor de personas como María Jesús está siendo impagable. Estamos muy agradecidos. Tanto mis padres como yo no hemos salido a la calle por precaución, en mi caso para no ponerlos en peligro. Contar con este apoyo, saber que cada diez días tendremos las muchas medicinas que necesitan, es maravilloso. Sólo podemos aplaudirlo y agradecérselo», asevera.

Un cariño que Cuartero recoge de vuelta con gratitud y orgullo. Ya en la calle, de camino a Gran Vía, su siguiente escala, sintetiza sus sentimientos y emociones. «Me siento una privilegiada por hacer esto. Me siento útil. De hecho, el próximo lunes me reincorporo a mi trabajo en la Universidad, pero he decidido seguir con el voluntariado. Cuando salga de trabajar a las 9.45, estaré disponible para lo que se precise», concluye.

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