historias en tiempos de coronavirus
Cuando esto se acabe...
Las puertas se han comenzado a abrir tímidamente, el principio del fin del confinamiento asoma. Primero han sido los niños. Si todo va bien, el próximo sábado correrá más aire y podremos correr, pedalear caminar...
Jorge Cardona
Paralímpico de tenis de mesa
El confinamiento ha puesto fin a la carrera del jugador del Publimax CAI Santiago de tenis de mesa hacia Tokio 2020. "Todos los torneos de calificación, el Europeo... Era la recta final a los Juegos. Pero ahora hay un año para recuperar el terreno", explica. Entrena en casa "gracias" a una bici estática que le ha aportado el Comité Paralímpico Español pero sin una mesa donde pelotear. Tras el estado de alarma, desea "dar un golpe con la pala al coronavirus, está dando mucho mal. Quiero volver a entrenar, el mundo en el que vivo se ha paralizado, pero veremos la luz".
Jorge Barbería Romeo
Enólogo, 39 años
Jorge vive con su pareja y cuidan a la abuela de esta en Aguarón. "Añoro comer y abrir una botella de vino con mi padre y mi abuelo, subir al monte, aquí tenemos la sierra de Algairén... Y no poder celebrar mi boda, la hemos aplazado al año que viene". Con todo, "tengo la suerte de trabajar en Bodegas Esteban Martín, vamos en horarios reducidos y salimos a ver la viña al aire libre. El vino y la viña me dan la vida. En el confinamiento, nos hemos refugiado en los recuerdos y eso nos ha dado energía. Tenemos ganas de volver a la normalidad pero sabemos que es lento".
Paco Ortega
Actor y director, 66 años.
"Mi vida no ha cambiado demasiado. Leo, escribo, miro las musarañas. Pero hacerlo por imperativo legal me irrita. El tiempo sin libertad es una combinación endiablada, aunque apoyo el confinamiento. Escribo un monólogo y dirijo telemáticamente una obra. Como la mitad de la compañía está en Sevilla y la otra en Zaragoza, las lecturas las hacemos por internet. Es una experiencia curiosa. Borges y los biberones de mi hijo pequeño son el resto de mi actividad, con un diario que publico cada noche en Facebook. ¡Quiero poder salir para seguir haciendo lo mismo, pero libremente!".
Cristina Robres
Ama de casa, 52 años.
Cristina pasa el confinamiento en su casa, que tiene un jardín. Aun así, confiesa que a estas alturas "lo del confinamiento lo llevo ya bastante mal. Imagino que como todos, tenemos las cabezas saturadas, doloridas, llenas de malas noticias... Hay confusión, incertidumbre...". Afirma que lo que más echa en falta es "la libertad. Creo que más que un estado de alarma esto es un estado de excepción. Cuando esta tormenta haya pasado, lo primero que haré será reunirme con mi hija mayor, que está en Madrid estudiando. Después, tengo planes llenos de positividad con gente optimista y alegre".