coronavirus

La vida en tiempo de pandemia: Viajeros enclaustrados por poco tiempo

Personas acostumbradas a viajar relatan su experiencia en tiempos de cuarentena. 

Varias personas que han dado testimonio para este texto visitan el cementerio de Srebrenica (Bosnia-Herzegovina) en setiembre de 2018
Varias personas que han dado testimonio para este texto visitan el cementerio de Srebrenica (Bosnia-Herzegovina) en setiembre de 2018
Gervasio Sánchez

A la inmensa mayoría los conocí en el aeropuerto de Madrid. A unos en setiembre de 2018 y a otros en noviembre de 2019. Son mis queridas viajeras y mis queridos viajeros que me aceptaron como guía para conocer los escenarios de las tragedias balcánica y guatemalteca en viajes que titulé Balcanes en la memoria y Guatemala, color y dolor, y que organizó la agencia B the travel Brand y El Pais Viajes.

Viajes que supusieron un gran desgaste emocional aceptado por todas las personas con pundonor y generosidad. Viajes conmovedores que me animan a seguir haciéndolos en cuanto se acabe el estado de emergencia provocado por la pandemia y regresemos a una vida relativamente normal.

Personas que viven en comunidades autónoma distintas, de ideologías trasversales y con ideas antagónicas de la función del estado, de edades que varían desde los primeros años de la madurez a muchos años de jubilación. Personas que tienen presupuesto para viajar y personas que ahorran todo lo que pueden para viajar. Personas tan observadoras, curiosas y profundas que han convertido la cuenta de wasap Balcanes-Guatemala en una caja de sorpresas diarias.

Hace unos días les hice tres preguntas y les pedí la lista de sus cinco últimos países visitados. Me contestaron 14 personas, incluida la hija de una de las viajeras, ocho mujeres y seis hombres. Me sorprendió el equilibrio entre hombres y mujeres. En el viaje de los Balcanes el número de mujeres fue el doble (14 a 7) y casi el triple (13 a 5) en el de Guatemala.

Varias personas que han  sido entrevistados para este texto en los templos de Tikal en Guatemala  en diciembre de 2019
Varias personas que han sido entrevistados para este texto en los templos de Tikal en Guatemala en diciembre de 2019
Gervasio Sánchez

Islandia, Uzbekistán, Argelia, Alemania, Jordania, Guatemala, Austria, Japón, Noruega, Holanda, Italia, Senegal, Kenia, Chipre, Colombia, Rusia, Francia, Chequia, Portugal, Ucrania, Croacia, Bosnia, Brasil, Islandia, Estados Unidos, Nepal, Israel, Cuba, Chequia, Inglaterra, Bélgica. Es el mapamundi que han construido estas personas en el último año y medio y supone el 15% de los países de la tierra.

¿Qué sentimientos os produce el confinamiento un mes más tarde de ser decretado? La única persona que me ha pedido anonimato trabaja en la primera línea de la pandemia desde que se produjo el primer fallecido hace ya 40 días y tiene 34 años. “Reconozco la suerte de haber nacido por azar en un país donde tengo una casa para confinarme. Esta posibilidad me ha hecho empatizar con aquella personas que llevan toda la vida sufriendo sangrientos e injustos confinamientos”, reflexiona por wasap.

“Algo de cansancio aunque estoy acostumbrada a vivir sola y no lo llevo mal”, explica Teresa, funcionaria y psicóloga jubilada de 69 años. Carlos, abogado de 67 años se siente “un privilegiado y me gustaría hacer algo más por los demás, pero no puedo porque tengo una enfermedad crónica”.

En sus respuestas se acumulan variados estados de ánimo. Impotencia; incredulidad; “irrealidad al principio y vulnerabilidad ahora”, tal como comenta Tana de 55 años, funcionaria gallega; incredibilidad; “compasión, intranquilidad, vacío, nostalgia y preocupación”, tal como afirma la doctora Mertxe de 59 años.

Juanjo, de 68 años y jubilado de banca, siente “admiración por todas las personas que están sirviendo al país y consternación por los que nos han dejado”. Sorpresa; perplejidad; inquietud; agradecimiento. “Extraña normalidad”, dice Antonio, ingeniero industrial ya jubilado de 78 años, mientras Maria Jesús, profesora de 55 años, afirma que “no encuentro las palabras adecuadas para definir mis sentimientos, pero sí siento rabia por la gestión y admiración por la solidaridad”.

¿Qué es lo mejor que te ha pasado? “Ver el alma de la gente de la calle y sentir que muchas personas han abierto los ojos ante la posibilidad de sufrir una pandemia o una guerra”, explica la persona anónima. Javier, profesor y psicólogo de 66 años, valora “tener más tiempo para reflexionar y redescubrir pequeñas joyas de la música”. “Es un periodo de reflexión”, como también afirma Alberto, médico activo de 66 años. “Estar en mi casa con mi familia y disfrutar de todo lo que tienes en ella es un lujo”, afirma José Ignacio, empleado de banca de 55 años.

“Recuperar el hábito de hacer gimnasia cada día durante tres cuartos de horas que sienta de maravilla y descubrir el maravilloso mundo de las videoconferencias”, afirma Tana. “La esperanza de que pueda cambiar nuestro posicionamiento y reflexionar sobre los derroteros que está tomando el mundo”, reflexiona Mertxe. O, como dice Antonio “aprovechar el mucho tiempo que tengo para investigar la historia de los pueblos de Jaén, mi provincia natal.

La archivera Julia, de 53 años cree que lo mejor ha sido “quitar el piloto automático que me hacer llevar un ritmo frenético desde que me levanto, respirar y sentir que mis pulmones se llenan de aire puro, que estoy VIVA (y recalca las mayúsculas), en definitiva una gran oportunidad para “resetear” y cambiar el rumbo”.

Algo parecido le pasa a Maria Jesús que ha descubierto “el ritmo pausado al recoger la casa, dejar a medias las cosas porque hay tiempo más adelante para hacerlas, escuchar los pájaros y no oír el ruido de los coches”. Su hija Wendy afirma que “mamá ha sacado los álbumes de fotos, un auténtico regalo porque nuestro mayor tesoro son los recuerdos”.

Lo mejor para Hortensia, subinspectora de Trabajo de 61 años, es “saber que mis padres no están en este mundo y no sufren esta situación”. ¿Y lo peor? Dice que “está relacionada con la anterior: puede que esa ausencia signifique quitarme la responsabilidad de haber tenido que cuidarlos”. Porque “las debilidades humanas continúan en tiempos de pandemia”.

bty
Todo el grupo de los Balcanes es fotografiado delante de la biblioteca en setiembre de 2018
Gervasio Sánchez

Varias personas han suspendido viajes programados desde hace tiempo como “ir a Sri Lanka”, tal como tenía planificado José Ignacio. “No estar cerca de los seres queridos más vulnerables (ancianos, enfermos), no aliviar su soledad y tristeza, no acompañar en su duelos a amigos que han perdido a sus familiares”, es lo peor para Julia. Carlos, viajero implacable, lleva también muy mal “no poder estar con mis dos hijos y mi nieto de un año aunque sé que muchas otras personas viven el confinamiento en circunstancias más duras”.

Alberto no ha digerido bien “la sensación de engaño”. Nuestra participante anónima es aún más crítica: “Se ha llegado a “infravalorar” las muertes, aceptar que 600 muertos en 24 horas es una buena noticia, sentir que el gobierno y sus responsables no han estado a la altura de los pacientes”.

Para Antonio lo peor es “la incertidumbre en el futuro al estar convencido que la vida nos va a cambiar a todos aunque no sé cómo”. O como dice Teresa: “No poder quitarme de la cabeza a tantas personas que se van a exponer al virus sin acceso a la sanidad e higiene en tantos lugares del mundo”.

A La joven Wendy “los días se me hacen cuesta arriba y me muero de ganas de volver a mi trabajo (que me encanta), a la calles ahora que los días son cada vez más largos” y le asombra “la manera en la que el mundo se ha quedado en pausa. ¿Qué pasará cuando le volvamos a dar al play?”

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión